El rey Filipo II de Macedonia encargó a Aristóteles la redacción de una
historia de los juegos píticos, así como la elaboración de una lista de los vencedores
en los mismos. Para llevar adelante dicha encomienda contó con la ayuda de su
inseparable Calístenes.
Los
juegos píticos se realizaban en el santuario de Delfos y eran celebrados en
honor al dios Apolo. Filipo II se había erigido en su protector, dado que había liberado Delfos de los focenses.
La misma sería restituida nuevamente en el momento en que los macedonios retomaron el control.
La historia no se puede borrar. Para bien o para mal, siempre quedará. Podemos intentar mejorar pero lo de atrás es inalterable.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Rafael. Feliz semana.
Lo que pasa es que somos tan creativos que la reescribimos continuamente (cuando no la borramos para que lo viejo nos sepa a nuevo).
ResponderEliminarUn abrazo grande.
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