Estimado Martin:
Continúo enfrascado en tu librito de marras -Ser y Tiempo-. Y aunque a este paso me va a costar más tiempo a mí leerlo que a ti escribirlo, yo prosigo. Tú serás todo lo Dasein que quieras pero yo soy maño y a tozudo no me ganas; te avisé.
Veo que incorporas con fruición términos griegos en su correspondiente tipografía. Algunos son comunes en la filosofía y los conozco, pero otros no, y entonces me acuerdo de la señora Johanna Kemp, esto es, de la madre que te parió -fenomenológicamente hablando, claro-, porque además, para más inri, el bueno de Jorge Eduardo Rivera no tuvo a bien traducirlos en consideración a quienes no conocemos la lengua de Homero (el 99,99 % de la población mundial... únicamente), y aquí me tienes a mí, tratando de descifrar algo que me suena a ecuación de matemática analítica, pero tú tranquilo, piensa que así si has metido alguna falta de ortografía sólo se enteran Sófocles y cuatro más.
Entre las anotaciones que he puesto hoy en los márgenes he incorporado una reflexión propia; suena cursi, lo sé, pero al menos las letras son latinas, así que escucha y calla. Dice así:
"El hombre es un Rey Midas que prosopopeya todo lo que toca".
¿Cómo lo ves, Martin? Ni pastor del ser ni leches, el Rey Midas. (Μίδας para ti, que eres muy "guays")
Bueno, Martin, me tengo que despedir. Descansa y deja de pensar en el ser-en-si-con-sa.
Un abrazo óntico-ontológico y hasta pronto.
Rafael.
Rafael.