Consulto algunas notas mientras paso las hojas. El cuaderno está invadido por ellas; desordenadas, apuntando a historias distintas, tanto, como las locas ideas que bailan en mi cabeza.
Hay otro cuaderno, aquel en el que anoto vivencias personales, tanto, que no verán la luz. Les echo un vistazo. Me parecen más valiosas; consistentes; pero su interés se circunscribe a mi persona. Tocan hueso.
Ahora tomo el libro de Ignacio García-Valiño: "Querido Caín". Es, sin duda, el que más me gustó todos los suyos. Comienzo a leerlo. Me sigue pareciendo una maravilla. Tal vez la experiencia acumulada me hace admirarlo aún más. Cómo se puede escribir tan bien. Mereció un reconocimiento mayor. Sí, hicieron una película e incluso quedó finalista en el premio Ciudad de Torrevieja. ¿Quién fue el ganador, Galdós? Da igual, fuera de ciertos círculos no es conocido. Mereció mucho más.
Yo nunca escribiré así. No es modestia ni derrotismo, es simple honestidad.
El bolígrafo vuelve al cajón. Me acomodo en el sofá y continúo leyendo a Nacho.