Decía Julián Marías que no debe tratar de contentarse a los que no se van a contentar, porque a la postre es una pérdida inútil, estúpida, y es a lo que estamos, queriendo contentar a los secesionistas de todos los pelajes, siempre insaciables, para que el actual presidente del gobierno consiga la única cosa sobre la que no cambia de opinión: perpetuarse en el poder. ¿Y el que venga detrás? Pues que arree... con lo que quede, como si son unos Balcanes.
Que un político tenga ambición va de suyo, como puede suceder a un empresario o a un maratonista. Sin ambición nadie corona el K2, monta un restaurante o alcanza la presidencia de un país. Pero si esa ambición no tiene por límite unas mínimas convicciones morales acabaremos abandonando al compañero en mitad de la tempestad, dando comida caducada a los clientes o estableciendo mecanismos totalitarios en alianza con quienes quieren fracturar el país, que es lo que está pasando.
Precisamente, para evitar algo así, se estableció la separación de poderes, que en España se ha hecho a medias y mal, y se ha deshecho a conciencia y sin pudor.
Desde Atenas sabemos que el mayor cáncer de la democracia es la demagogia. Lamentablemente siempre hay alguna dosis de ésta en todas las sociedades, toca convivir con ella; el problema surge cuando saltamos de la homeopatía al envenenamiento.
Una nación no puede ser el patrimonio de una persona ni de un grupo. Y eso es precisamente con lo que nos estamos encontrando cada mañana, con un reparto del botín que produce escalofríos.
Aquí ya no se trata de la supervivencia de un régimen, sino de la propia Nación, que al entender de quienes quieren acabar con ella ha sido un sueño que por lo visto viene durando desde hace cinco siglos (puestos a no remontarnos a Alarico) y del que nos quieren despertar; ¿para qué? Pues para sacar de una mierda diecisiete maravillas que separadas vivirán en una armonía más perfecta que la de las mónadas.
La ignorancia campa a sus anchas, pero quienes tenemos un mínimo de conciencia histórica sabemos en qué terminan estos "juegos" si no se les pone remedio a tiempo.
Vukovar (Croacia), durante la guerra de los Balcanes.