En mi estancia veraniega en Roma acudí a la Puerta de Santa Ana con la intención de entregar un ejemplar de
Bresca, el guardia suizo al comandante de la Guardia Suiza Pontificia.
Un alabardero y otro miembro del cuerpo (podría ser el vicecomandante) me explicaron que estaba de viaje. No obstante me dieron facilidades para dejarle el libro y una nota; así lo hice.
Ayer me llegó por correo electrónico la respuesta del comandante. Como diría aquel, me llena de orgullo y satisfacción.
Le gustaría verlo traducido al italiano y al alemán. Se admiten voluntarios.
Ya sólo falta la película. ¿Algún director disponible?