El entrañable Fernando Fuentes Pinzón ha tenido a bien invitarme a su canal. La verdad es que ha sido una conversación de lo más agradable. Filosofía y amistad unidas, así da gusto.
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sábado, 26 de diciembre de 2020
domingo, 13 de diciembre de 2020
Balance de situación
Llevo días sin colgar una entrada en el blog. Varios meses sin poner un vídeo en el canal. Conforme pasa el tiempo veo con más lejanía la posibilidad de hacerlo. ¿Qué sucede? Yo mismo me lo pregunto.
Esta bitácora la emprendí hace más de diez años. Recuerdo que entonces se decía que este tipo de publicaciones tenían una vida media de un año. No sé si llegaré a tanto, pensé, pero el caso es que lo he sobrepasado con creces.
En cuanto al canal de Youtube publiqué el primer vídeo de filosofía hace más de siete años y ya van ciento y pico (¿ciento treinta, ciento cincuenta?)
Me hice el propósito de no hacer vídeos de "relleno". Ponerme a ello sólo si tenía algo que contar, algo que me pareciera de algún valor y me apeteciera realizar. Lo he cumplido. Ahora salvaría unos pocos y condenaría muchos que en su momento me parecieron maravillosos y que en estos momentos se me antojan un tanto patéticos. He resistido la tentación de dar ese paso por si a alguien le pueden ser de utilidad, aunque confieso que a menudo lo dudo.
En fin, aquí es donde estamos hoy, el mañana aún no está escrito. Dios dirá. Las musas parecen guardar silencio.
martes, 17 de noviembre de 2020
Mensaje en una botella de Julián Marías
En junio de 1984 Julián Marías publicaba un artículo titulado "La libertad en regresión". Lamentablemente la actualidad ha hecho que sus palabras recobren vigencia cuando estamos concluyendo 2020.
Aquí va el escrito en cuestión:
"HACE falta estar ciego para no ver la progresiva y rápida disminución de la libertad en España desde hace año y medio; desde 1981 había experimentado lo que podríamos llamar un principio de entumecimiento: había menos vivacidad, menos alegría, menos espontaneidad personal y social, un sentido más débil de empresa, de camino abierto hacia el futuro; la libertad era todavía respetada, pero no incitada o estimulada.
Desde las últimas elecciones la cosa ha cambiado, y muy de prisa. Conste, desde el primer momento, que esas elecciones fueron perfectamente limpias y legítimas, irreprochables desde el punto de vista democrático. Esto es esencial, pero no basta. Siempre he creído que si la democracia no está inspirada por el liberalismo, por la llamada a la libertad, por su constante estímulo, pierde su justificación y acaba por convertirse en un mecanismo -más poderoso que otros- de opresión. La justificación inicial del Poder -su origen impecablemente democrático- tranquiliza respecto a la forma de su ejercicio; y entonces se convierte en prepotencia, esa combinación de alarde del Poder y abuso de él.
Abuso legal -se dirá-. Sí, y en cierto modo eso es lo más grave: que la legalidad pueda amparar el abuso. La tendencia al intervencionismo del Estado es un rasgo que caracteriza la historia de Europa desde el final del antiguo régimen, desde la Revolución Francesa; cuando el liberalismo lo ha templado, ha permitido el admirable desarrollo de los países europeos y a la vez el incremento de la libertad; cuando el impulso liberal ha decaído o ha sido combatido con éxito, grandes porciones de Europa han entrado en diversas formas de servidumbre y se ha atenuado o extinguido en ellas el espíritu creador, la iniciativa personal y social, la capacidad de invención. Dos guerras mundiales han sido el atroz precio que ha habido que pagar por ello, y la perpetuación del espíritu antiliberal en media Europa y gran parte del mundo es la causa de que propiamente no haya paz.
En España, el Gobierno tiene pleno derecho a gobernar, y hasta a no hacerlo demasiado bien. Pero una cosa es gobernar y otra acometer apresuradamente la transformación de la sociedad española en todos sus campos. Apenas hay zona o porción de ella en que el poder público no haya intervenido: la economía, la educación, la justicia, la condición de los funcionarios, la industria, la información, la vida privada. Y dentro de cada campo, en el detalle de las ocupaciones, en las instituciones privadas, en el ámbito de las posibilidades de cada organización social o de los individuos. Esto ha producido una retracción de la libertad que afecta a la inmensa mayoría de los españoles. Nos sentimos, por lo pronto, observados -lo que no es poca limitación de la libertad-; el Estado (y en la práctica esto quiere decir no un nombre excelso, sino sus servicios particulares y las personas que están a su cargo) pretende saber cada vez más cosas de nosotros. Mientras se nos dice que faltan innumerables jueces, y hay que convertir en tales a los que no pueden o no quieren hacer una oposición, se nos anuncia que se va a jubilar a los que tienen entre 65 y 70 años (edad que quizá no sea muy buena para torear o hacer montañismo, pero parece inmejorable para juzgar). La educación va a estar cada vez más controlada y más lejos de la iniciativa social; la Universidad está viendo comprometida su autonomía no sólo administrativa, sino sobre todo intelectual.
Da la impresión de que se quiere aprovechar un tiempo limitado para dejar la sociedad española transformada, quizá de manera irreversible; para llevarla adonde acaso no quiera ir. Pero al mismo tiempo, mezclada con cierta desconfianza, se percibe una voluntad de continuar, un mal disimulado deseo de que sea «para siempre», que me recuerda demasiado la actitud que se dibujó en 1939.
Esto puede parecer excesivo; pero si se repara en la manera oficial de referirse al pasado inmediato, a la fase inicial y creadora del Reino de España, en que se operó la inmensa transformación del Estado mediante un consenso -tal vez excesivo-, en libertad y contando con todos, esa impresión se refuerza de un modo inquietante. Hay una equívoca propensión a asimilar ese periodo con los cuarenta años que lo precedieron, con el largo tiempo que en un quinquenio se transformó sin violencia ni heridas. Se quiere insinuar que en octubre de 1982 se operó no un cambio de Gobierno, sino un cambio de régimen. Y esto es una peligrosa falsedad. Se está produciendo algo que no existía en absoluto, y que me inquieta profundamente: la exasperación. Innumerables españoles, de todos los estratos sociales, de todas las ideologías, se sienten incómodos, vigilados, manipulados, hostigados. Cuando quieren proyectar algo se encuentran con que el Poder ha intervenido ya -o va a intervenir- para limitar sus posibilidades o para orientarlas en cierta dirección determinada. Esa dilatación de los pulmones que suele llamarse libertad resulta más difícil. Cuando se mira el periódico se encuentra en él cada día una nueva regulación, una restricción, un cambio, por lo general no deseado, en todo caso no consultado.
La mayor parte de la información encubre esto, y es parte de esa orientación: respecto del pasado, respecto del valor de los cambios propuestos, acerca de las posibilidades del futuro. Hay muchos españoles que se dan cuenta de todo esto; pero son más los que tienen pocos recursos para superar la manipulación informativa: tienen una vaga impresión de estar siendo utilizados, llevados no se sabe bien adónde; sienten un indeciso malestar; pero tardan en enterarse, en saber a qué atenerse.
Pero al fin se enteran; pueden tardar dos años, acaso tres, pero la perplejidad no es ilimitada. Richelieu se preguntaba «si se debe dejar que el pueblo viva a su gusto»; el pueblo acaba por advertirlo, quizá con irritación. Cuando en un país hay que realizar ciertas operaciones -por ejemplo económicas- urgentes, indispensables, penosas, hay que cumplir tres condiciones. La primera, explicarlas, justificarlas, conseguir la aceptación de la inmensa mayoría. La segunda, no ir al mismo tiempo en sentido contrario: por ejemplo, no sumar a la austeridad de unos el despilfarro de otros, no intenta convertir al país en una minoría de trabajadores y una mayoría de parásitos. La tercera, la más importante, no provocar fricciones que hagan imposible el asentimiento; no hostigar, una tras otra, a las fracciones del cuerpo social para convertirlo en otra cosa, en lugar de dejarlo inventar, proyectar, realizar con holgura y espontaneidad las transformaciones que broten de su fondo creador y fecundo.
Me parece un deber -ya urgente- advertir estos riesgos, antes de que se consume lo que no se ha producido por fortuna, pero algunos de cuyos síntomas me parecen inconfundibles, y que se van a acentuar si no se vuelve a inyectar la libertad en el mecanismo de la democracia: la ruptura de la concordia."
lunes, 16 de noviembre de 2020
La lógica del poder
Si uno aspira únicamente al estatus que da el poder, y otro desea el poder para aplicar un programa de ingeniería social, lo más normal es que si ambos necesitan apoyarse para alcanzar dicho poder el primero se verá arrastrado a seguir las consignas del segundo pues no tiene más pretensión que mantenerse en la cima.
Ahora bien, es cuestión de tiempo que el segundo trate de desbancarle para ejecutar personalmente su megalómano propósito. El poder es un bien que no se comparte por aquellos que lo ambicionan.
viernes, 30 de octubre de 2020
De "sola y borracha " al toque de queda
jueves, 22 de octubre de 2020
"Las libertades que nos hemos dado" y que ahora estorban
Ciudades "confinadas", helicópteros sobrevolando esta en la que vivo en la madrugada. Controles policiales en las salidas. En las noticias se anticipan próximos toques de queda. Búsqueda de culpables: aquel ágape de compañeros de trabajo, esa celebración familiar, cualquier evento mínimo puede ocupar un titular acusatorio. Seguro que son fuentes perniciosas de contagio, y no un transporte público saturado, por ejemplo.
Lo impensable hace nada ahora es aceptado con naturalidad e incluso jaleado por medios de comunicación y por gentes corrientes hambrientas de seguridad. Empieza a valer todo. ¿Por qué no la ley marcial o la censura de prensa? Al paso que vamos puede llegar, con esos nombres o con otros.
¿No hay otro modo de atajar este virus? ¿Acaso no se podría haber gestionado de otro modo? ¿Por qué otros países tienen mayor éxito sin necesidad de alcanzar semejantes restricciones y coacciones? ¿Estamos condenados a ser súbditos de los que saben lo que se hacen, aunque ayer llevar mascarilla fuera una indecencia y hoy se multe severamente su carencia en mitad de un prado?
"Las libertades que nos hemos dado", según fórmula tan cacareada, parece que ahora son objeto de reproche para quienes pretenden ejercerlas.
domingo, 18 de octubre de 2020
Luri & Luri. "Mi familia es bestial"
Dicen los que saben que una buena obra literaria tiene necesariamente que estar arraigada en la vida de su autor, y yo, que apenas sé nada, también lo creo. La trama puede ser todo lo ficticia que se quiera, pero las vivencias personales (incluyendo las imaginadas) van tiñéndola para configurarla.
Así es Mi familia es bestial, un buen libro de ficción en el que sus autores se asoman en los personajes sin que estos pierdan un ápice de su singularidad. No confundir inspiración con réplica.
Eudoxio es un abuelo lleno de imaginación que sueña con volar. En este propósito cuenta con la complicidad de su nieto Bruno, quien no siempre distingue bien dónde empieza y dónde acaba la fantasía del anciano. La relación de ambos personajes anima una novela salpicada de simpáticas reflexiones y no pocas adivinanzas.
Si bien está orientada a un público infantil-juvenil, se deja leer con sumo agrado por cualquier lector.
Sus autores son también nieto y abuelo, en concreto Bruno y Gregorio Luri, quienes se han repartido la faena escribana e inspiradora en proporciones que sólo ellos conocen. Si no me equivoco es la primera publicación de ficción para ambos, si bien Gregorio es bien conocido por sus libros filosóficos, pedagógicos e históricos.
Desde este blog deseamos que no sea la única obra de ficción y que en un futuro no lejano se sumerjan todavía más en el campo de la imaginación y nos cuenten las aventuras del Conde de Herzegovina, de Florinda Flor de las Nubes y de muchos otros personajes cargados de aventuras. Como canta Alejando Sanz, si no quieres flamenquito no toques las palmas. No pueden dejarnos con la miel en los labios.
lunes, 12 de octubre de 2020
De la Virgen del Pilar y los aires acondicionados
Hoy ha sido el día del Pilar. Día grande donde los haya, particularmente en mi ciudad donde tal Virgen tiene su morada.
A cuenta del coronavirus no se han podido realizar multitud de actividades, pero luego cada cual ha hecho lo que ha podido.
En el balcón de casa hemos colgado una tela de una Virgen con un niño Jesús bien sonriente.
Dado que la fila transcurría junto al ayuntamiento de la ciudad me he fijado en que en el exterior de sus ventanas había aparatos de aire acondicionado, algunos con aspecto de llevar allí muchos años. Curioso, pues yo tenía entendido que la normativa de ese mismo ayuntamiento prohibía que estuvieran así instalados, máxime en un edificio de esta calidad.
Lo que es la ignorancia de unos y la listeza de otros.
martes, 8 de septiembre de 2020
Julián Marías en Radio Nacional
En su momento Radio Nacional de España hizo un programa especial narrando la vida del filósofo Julián Marías. Me parece fantásticamente realizado: ágil, atento a lo relevante, recogiendo testimonios de personas cercanas y del propio Marías.
Afortunadamente el divulgador Manuel Real nos ha dado acceso al mismo a través de su canal de Youtube.
Personalmente, al escucharlo, hay momentos en que me emociono, no sé si porque me voy haciendo mayor y soy un sentimental o porque realmente es para emocionarse, pero el caso es que me provoca ese efecto.
sábado, 5 de septiembre de 2020
Igualdad hombre-mujer
A propósito del concepto de "igualdad" entre hombres y mujeres.
Enfermera: Doctor, hay un hombre invisible en la sala de espera.
Doctor: Dígale que no puedo verlo.
jueves, 3 de septiembre de 2020
Traumas de nazis
Estoy leyendo un libro que aborda el papel de personas que habían alcanzado un doctorado universitario y que sirvieron como oficiales de las SS nazis, en concreto en los brutales "grupos operativos" (Einsatzgruppen).
A partir del estudio de algo más de ochenta y tantos de estos sujetos el autor va trazando su trayectoria vital para tratar de entender cómo personas con una formación privilegiada pudieron llegar a justificar y participar en semejantes acciones.
El estudio está muy documentado. No obstante, hasta donde he leído, me llama la atención alguno de los análisis de su autor. Por ejemplo, al abordar las reflexiones que sus protagonistas han dejado escritas a propósito de su infancia, detecta que la mayoría apenas alude a la primera guerra mundial, y sí a otros episodios que considera menores.
El autor concluye que este silencio oculta un "trauma", una herida tan dolorosa que es intencionadamente ocultada.
A mí este planteamiento me suscita serias reservas. Es decir, como los protagonistas objeto de estudio no hablan de la primera guerra mundial como algo traumático, y concluye que ello se debe a que les ha resultado traumática. Nos encontramos con una falacia que ciega cualquier alternativa al trauma.
No es infrecuente que los niños que no han sufrido de forma extremadamente próxima los efectos de una guerra (por ejemplo perdiendo a un progenitor o sufriendo heridas en sus propias carnes) la vean como un periodo satisfactorio, o incluso gozoso. La mirada del niño es diferente, y esto se descubre a poco trato que se tenga con uno. El humorista Chumi Chúmez decía que él fue un niño feliz en la guerra. Pero no fue el único.
En cualquier caso hacer una lectura de los silencios es una faena peliaguda y, en ocasiones, tramposa.
Continuaré la lectura y veremos en qué queda.
sábado, 29 de agosto de 2020
Jueces de la Historia
Leía hoy en la prensa que Elon Musk, el profeta del nuevo hombre cibernético, ha presentado un chip destinado a implantarse en el cerebro humano.
Claro que cuando algo nuevo llega sus promotores acostumbran a vender sus prendas obviando las contraindicaciones que comporta. Es el yin y el yang del quehacer humano.
¿Cuántos de nuestros contemporáneos estarían dispuestos a unir su mente a un ordenador a través de un aparatito insertado en su cabeza? Grandes posibilidades, nuevas amenazas, ¿el fin de la intimidad? Hoy tal vez pocos, pero llegará el día...
Hace unos años nos hubiera resultado inimaginable compartir con un público anónimo aspectos netamente personales de nuestra vida. Ahora las redes sociales están inundadas de fotos familiares (cuando no íntimas), confidencias, posicionamientos políticos o ideológicos, etc. Pasen y vean.
Lo primero que hace una empresa de selección de personal no es leer el currículum, sino indagar en la red lo que el propio aspirante ha colgado. Bienvenidos a Ésta es su vida.
Un hombre del renacimiento, no digamos de la edad media, podía padecer numerosas servidumbres, pero no habría aceptado que el Estado se inmiscuyera en tantas áreas de su vida como lo hacen los Estados modernos: ¿cuánto gana usted? ¿Dónde invierte su dinero? ¿Qué inmuebles tiene? ¿Qué estudios tiene? ¿Qué enfermedades ha padecido?
Es curioso que el discurso feminista reinante sostenga que "las mujeres" han estado oprimidas desde Atapuerca hasta hace media hora. Como si la humanidad hubiera tenido siempre idénticas aspiraciones y recursos que los de nuestro tiempo.
En una ocasión a mi madre se le ocurrió decirme que fuera a poner la mesa. Mi abuela, que vivía con nosotros, lo oyó y escandalizada exclamó: "¡Habiendo tres mujeres en esta casa va a poner la mesa el chico!" A mis quince años aquello sonó a música celestial, qué más quería yo, pero lo cierto es que a mi abuela le habría resultado penosísimo ver a su marido o a otro de los varones de la familia haciendo según qué tareas. ¿La razón? Pues que era una mujer nacida en 1.888. Y no por ello más tonta, ni menos práctica, ni más explotada, simplemente asentada en una forma de vida diferente.
Hoy una mujer puede levantarse a las siete de la mañana, pasarse el día sin ver a sus hijos y pagar a otras mujeres para que limpien su casa y hagan de madre. ¿Está por ello más liberada? Depende se mire. Desde luego mi abuela no la habría envidiado.
Nos subimos a la atalaya de los prejuicios de nuestro tiempo y nos sentimos jueces de la historia. Pero como decía el poeta, "todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar..." No somos el punto final de ninguna crónica, sino sólo un peldaño más llamado a ser superado.
viernes, 21 de agosto de 2020
¿Armonía intencional?
¿Y si todo tiene sentido?
El gran abismo que históricamente se ha abierto ante el hombre ha sido: ¿Y si nada tiene sentido?
Sin embargo lo que hoy llenaría de zozobra al hombre occidental es que todo tenga un sentido. Que las pompas de jabón sean esféricas por un motivo. Y la luz sea una constante por una razón. Y nuestra vida tenga un propósito no discrecional.
Hoy el animal que otrora se llamó a sí mismo racional se ha convertido en un oportunista que teme al sentido.
jueves, 20 de agosto de 2020
Ea, ea, ea, el obispo se mosquea
Leo el siguiente titular en Infocatólica: "El arzobispo de Santa Fe podría retirar la facultad de predicar a los sacerdotes que den homilías largas durante la pandemia". Por lo visto estableció un límite de cinco minutos.
Como esto cunda no va a quedar un cardenal, obispo ni casi párroco en pie.
Recuerdo la confirmación de unos sobrinos, hace algunos años, en que el entonces obispo de Zaragoza nos tuvo cautivos a confirmandos y familiares en torno a tres horas. Sus ¿¿edificantes?? homilías dominicales podían durar perfectamente media hora o más. Quizá era por aproximar a los fieles a una experiencia de lo que debe ser la eternidad. Añoraba uno la muerte, y no precisamente la propia.
En fin, no quiero desbarrar más.
Yo no digo yo que de cinco minutos, pero sobrias, preparadas y sustanciosas sí, por favor. Dejemos la improvisación para las vanguardias artísticas.
miércoles, 19 de agosto de 2020
Ni los ladrones lo quieren
Esta noche, cenando con unos amigos, Gonzalo y su familia me han contado cómo recientemente les desvalijaron el coche. Por lo visto el o los ladrones les quitaron absolutamente todo, incluso una caja de cereales empezada. En realidad hubo una única cosa que no se llevaron: un ejemplar de Bresca, el guardia suizo.
O el libro tiene poderes exorcizadores, cosa que dudo, o me temo lo peor.
miércoles, 12 de agosto de 2020
"Juergas" de guerra
La película Juegos de guerra supuso mi despertar entusiasta al mundo de la informática. Un chaval, desde su dormitorio, era capaz de emprender una aventura galopante en compañía de una atractiva compañera de clase gracias al módem de su ordenador. Claro que en aquella hazaña casi desencadenaba la tercera guerra mundial.
Tenía yo entonces catorce o quince años y en cuanto se me presentó la oportunidad me apunté a un curso de programación en Basic.
La misma entidad financiera que había organizado el curso nos facilitó la adquisición de ordenadores personales a los que estuviéramos interesados, y así fue como me hice con un Sharp MZ700 con nada menos que 64 k de memoria RAM. La pera. Hoy cualquier reloj digital debe centuplicar varias veces esa capacidad, pero estamos hablando de 1983, cuando la empresa de Steve Jobs tenía diez empleados y Olivetti se forraba vendiendo máquinas de escribir.
Aquel aparato guardaba los archivos en cintas de casete que se metían en el propio ordenador. La vanguardia de la vanguardia de la avanzadilla mayor del reino.
La cuestión es que inspirado en Juegos de guerra apliqué mis recién adquiridos conocimientos en hacer un programa bastante apañado en el que hacía ver que el usuario entraba en la base de datos de la CIA y tenía a su disposición información tan relevante como la ubicación de los misiles de la OTAN en Europa occidental.
Situémonos: Por aquel entonces la cabeza visible de la Unión Soviética era un tío serio y carcamal llamado Yuri Andrópov que había participado en el aplastamiento del levantamiento húngaro de 1956 y que había pasado media vida dirigiendo la KGB.
El caso es que una tarde estaba yo con unos amigos (los hermanos Gallego, Enrique Ester y creo que José Luis Navarro) viendo la vida pasar, cuando salió el tema de los ordenadores. Como quien no quiere la cosa dejé caer que yo tenía uno y que había contactado con la base americana que todavía existía en Zaragoza. (¡OTAN no, bases fuera!, y todo aquello que se decía). Tal afirmación amoscó a mis colegas, pues una novedad tan relevante como la posesión de un ordenador no podía salir a la luz de forma tan anodina como esa. De tener realmente un ordenador yo lo habría anunciado a bombo y platillo desde el primer momento.
Para despejar sus dudas les invité a venir a mi casa a verlo, y ellos aceptaron encantados.
No hay cóctel más eficaz que la mezcla de verdades y mentiras. Apenas vieron el artilugio estuvieron dispuestos a tragar todo lo que les echara de comer. Ni cortos ni perezosos nos dispusimos a conectarnos con la base americana. Ni que decir tiene que mi ordenador no tenía conexión telefónica, así que les conté una milonga que asumieron sin miramientos.
Apenas empezaron a aparecer los datos de los misiles la excitación se apoderó del ambiente. Enrique empezó a gritar: "¡Pero tíos, sabéis lo que vale esta información! ¡Sabéis la pasta que esto vale!". Como si fuera el pistoletazo de salida de una carrera por la supervivencia, todos empezaron a copiar a boli los datos que iba aportando la pantalla.
Mientras se afanaban sonó el teléfono de casa que estaba en el pasillo. Salí a cogerlo y resultó ser un compañero de clase que llamaba para preguntar qué deberes nos habían puesto para el lunes. Dada la longitud del pasillo mis huéspedes no oyeron nada de la conversación, así que cuando regresé a mi cuarto pude comunicarles con la mayor seriedad del mundo que acababan de telefonear de la Capitanía General (en aquel entonces Zaragoza todavía contaba con una capitanía general) y que me preguntaban si tenía conectado el ordenador, pues de ser así estaba comprometiendo la seguridad nacional. Naturalmente yo lo había negado todo, pero ahora teníamos que apagarlo de inmediato o nos cazarían.
Entonces mis amigos empezaron a escribir como posesos las últimas localizaciones de lanzaderas de misiles. "¡Espera, no apagues, que me falta muy poco!"
Apenas desconecté, Enrique empezó a aleccionarnos sobre lo que debíamos y no debíamos hacer. "Tíos, esto vale una pasta, pero no se lo podemos contar a nadie. Tenemos que jurar que no se lo diremos a nadie. ¡A nadie!". Y así fue como nos conjuramos para sellar nuestro magnífico secreto.
A la salida comenzamos a andar agitados por los acontecimientos en que nos veíamos inmersos. Las calles estaban bastante desoladas y coincidió que un buen hombre caminaba unos diez metros por detrás de nosotros. Sobre la marcha se me ocurrió dar una vuelta más de tuerca al episodio, y les dije bajando la voz que aquel mismo individuo me había seguido la otra vez que me conecté.
La reacción del equipo anarco-informático recién conformado no se hizo esperar. Apenas giramos una esquina nos echamos a correr y nos guarecimos dentro del primer bar que encontramos. Desde el escaparate vimos pasar al peligroso agente al que habíamos conseguido dar esquinazo. Por supuesto no consumimos nada, pues manteníamos una disciplina ascética de inspiración paterna consistente en andar por la vida sin blanca.
Cuando al fin nos despedimos Enrique se quedó con las copias manuscritas de las bases secretas de la OTAN con el fin de hacer fotocopias para todos los demás. Recordó el juramento que habíamos adquirido y la importancia de mantenerlo. Y, por último, me dijo que me telefonearía por la noche para asegurarse de que todo iba bien. ¿Acaso no me habían llamado desde la mismísima Capitanía General?
Llegó la noche, y poco después de la cena sonó el teléfono.
- ¿Diga?
- Hola, Rafa, soy Enrique. ¿Todo bien?
- Enrique, ahora mismo no puedo hablar. Están llamando al portero automático y al asomarme al balcón he visto que había una furgoneta de la policía militar debajo de casa. Te tengo que dejar.
- ¡No fastidies! ¡Ostras, tío! Te llamo luego. Ya me contarás.
La broma no planificada me estaba saliendo tan redonda que no podía guardarla por más tiempo para mí solo. Fui al cuarto de mi hermana, que entonces tendría diecinueve años, y se lo conté todo. No paraba de reír mientras escuchaba la rocambolesca historia y decidió echarme una mano antes de hacer explotar el globo.
Cuando llamara Enrique ella cogería el teléfono y le diría que no entendía lo que estaba sucediendo, que habían subido dos soldados de la policía militar y se me habían llevado detenido.
No tuvo que esperar mucho para entrar en acción. Ring, ring...
- Hola, soy Enrique. ¿Está Rafa?
- Es que mi hermano, mi hermano, mi hermaaanooo...
No podía aguantar la risa y tenía que taparse la boca para no estallar, pero al otro lado del aparato se estaba viviendo una historia completamente distinta.
- ¡No llores! Yo sé lo que pasa con tu hermano. ¡No llores! Ya te explicaré. ¡Salgo para allá!
Era demasiado. La carcajada estalló irremediablemente y hubo que poner todas las cartas bocarriba antes de que a Enrique le diera un infarto o pidiera ayuda a la embajada de Yugoeslavia.
La decepción de mi pobre amigo no pudo ser mayor. Él, que nos había hecho jurar y perjurar que nada diríamos, había convencido a su madre y a una hermana de la verdad de aquellos acontecimientos, mientras su padre y otra hermana los ponían en cuestión.
Al día siguiente hubo que contarlo a los demás conjurados que cayeron de vuelta del mundo de James Bond al de unos simples mortales con acné juvenil.
La historia estuvo a punto de tener una segunda parte, pues enterados varios primos míos de mi hazaña quisieron organizar otra broma de igual inspiración pero por todo lo grande, con secuestro fingido incluido. Afortunadamente, pese a ser el querubín de la familia, tuve el suficiente sentido común como para detener una bola de nieve que se iba haciendo demasiado grande a pasos agigantados.
He de decir que más de treinta años después mantengo a todos mis amigos, lo cual, dadas las circunstancias, dice mucho en su favor...
sábado, 1 de agosto de 2020
En retirada
Propusieron hacer una cena en la playa; preparé unos bocadillos y allá que nos fuimos. De pie frente al mar, cubriéndonos con la mano contemplamos al Sol posarse sobre el horizonte hasta difuminarse.
Pasó.
En el crepúsculo de hoy no había cielo, ni el cabrilleo de las aguas escondiendo los pies. Faltaba su presencia, sus risas y preguntas, sus silencios y confidencias, su alegría y su luz.
Ha anochecido.
domingo, 26 de julio de 2020
Tomándose la educación en serio. Luri y su último libro.
Un libro estimulante para este verano: La escuela no es un parque de atracciones, de Gregorio Luri.
Si quieres saber algo más no te pierdas este vídeo.
domingo, 12 de julio de 2020
Pregunta inocente. Respuesta grave
viernes, 10 de julio de 2020
Julián Marías recopilador
lunes, 29 de junio de 2020
La ikurriña de Misisipi
El Estado de Misisipi va a cambiar su bandera para despojar de la misma el emblema confederado al considerar que en su origen tiene connotaciones racistas.
Mientras, estatuas de diversos personajes históricos son "evacuadas" cuando no pintadas y derribadas por la furia iconoclasta. Así, la estatua de Roosevelt a caballo escoltado por un negro y un indio ha sido retirada del Museo de Historia Natural de Nueva York, la de Colón que habitaba un parque en San Luis desde hace 134 años parte rumbo desconocido a bordo de un camión, y la de Churchill en Londres ha tenido que ser emparedada como don Mendo para protegerla de la furia de las turbas.
Pero la ola de indignación puritana no ha quedado contenida dentro del mundo anglosajón. También en nuestras latitudes los símbolos del pasado son atacados por no cumplir los exigentes cánones de nuestra excelencia moral. Así, la estatua de Colón en Barcelona, uno de los símbolos de la ciudad desde que fuera colocada en 1888 con motivo de la Exposición Universal, ha sufrido diversos ataques físicos y verbales, materializados en la solicitud de su retirada por parte de líderes de grupos políticos contrarios al colonialismo español ¡¡y norteamericano!!
Si el machismo, el racismo y la discriminación nos resultan tan insoportables hasta el punto de no tener en cuenta consideraciones de carácter histórico o cualquier otra circunstancia relevante, ¿cómo es que sigue ondeando la ikurriña araniana? ¿No profería don Sabino, su inventor, perlas como aquella de que el simple roce con los maketos producía inmoralidad, de que la raza euskeriana (sic) era sustancialmente distinta a la española y por supuesto superior, laboriosa, y no perezosa y vaga como la otra? "¡Cuándo llegarán todos los bizkainos a mirar como enemigos suyos a todos los que les hermanan con los extranjeros y enemigos naturales suyos!", exclamaba doliente en el número 22 de Bizkaitarra. "El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenino".
Tampoco en Cataluña, donde como se ha señalado los nacionalistas quieren borrar reminiscencias impías como las de Cristóbal Colón, tienen mucha intención de cambiar nombres de calles y monumentos erigidos en honor a personajes no tan pretéritos y sí recalcitrantemente racistas como Pompeu Gener, Bartelomeu Robert y tantos otros.
Llegados a este punto a uno le asaltan algunas dudas. Por ejemplo: ¿racismo es discriminación a una raza sea cual fuere, o sólo se da para ciertas razas específicas? ¿Lo correcto y lo incorrecto depende de la bondad del hecho juzgado o de si quien lo realiza es de los míos?
A veces, qué miedo dan "los buenos".
martes, 23 de junio de 2020
El fascista... que no lo fue
Esta tarde he acompañado a mi madre y a mi hermana a misa. Se cumplían ochenta y dos años del fallecimiento del mi tío Ángel y han querido pedir por él.
Ángel era el mayor de los hermanos de mi padre y el más brillante. Fue el único que cursó una carrera superior, Derecho. Su mayor afán era licenciarse para trabajar y así poder pagar los estudios a sus otros ocho hermanos, pues cada curso cambiaban de centro escolar debido a la precaria situación económica de mis abuelos.
Mi padre recordaba su congoja de niño tímido deambulando curso tras curso de un colegio a otro. Él siempre era el nuevo, el último en llegar.
El último año de carrera Ángel sufrió un contratiempo inesperado. En el Heraldo de Aragón apareció un artículo firmado con su nombre crítico con un profesor del que era alumno predilecto. Mi tío nada había tenido que ver con aquel escrito, pero el docente, herido en su amor propio, tomó represalias y lo suspendió. Fue la única asignatura que aquel estudiante brillante suspendió en toda la carrera y la que le impidió completarla.
Los amigos de mi tío lo animaban a cambiar de universidad. "Con don .... nunca aprobarás". Pero Ángel, consciente de su valía y tenacidad, les contestaba que haría un examen tan impecable que no le quedaría otro remedio que aprobarlo. Tenía todo el verano por delante para prepararlo.
Sin embargo aquel verano de 1936 no iba a ser un verano normal. El crispado clima social y político que vivía el país se fue agravando y a mediados de julio se consumó la tragedia. España se desgarró en dos desatándose una guerra fratricida.
Ángel se alistó como alférez provisional. Nunca había militado en ningún partido ni sindicato. Sus únicas preocupaciones se habían dirigido a cuestiones académicas. Mas su generosidad y arrojo lo llevó a incorporarse a uno de los cuerpos más duros y castigados, los regulares. Siempre en primera línea del frente.
La guerra siguió su curso y a la vuelta de Asturias le dieron unos días de permiso en que pudo regresar a casa. Mi padre, todavía niño, recordaba que lo notó apagado, desprovisto de esa alegría serena que lo había caracterizado. Lo acompañaban algunos moros a sus órdenes a los que mi abuela sumó a la mesa familiar.
Unos días después Ángel se despidió de todos por última vez. Falleció en el frente de Teruel. Era el veintitrés de junio de 1938. Tenía veintitrés años.
Su esquela reza:
"Don Ángel Hidalgo Velázquez. Alférez provisional del 4º Tabor de Regulares de Alhucemas número 5. Estudiante del último curso de la carrera de Derecho. Dio su vida, a los 23 años de edad, por Dios y por la Patria..."
Mi tío no era un fascista, ni un niño bien, ni ningún otro tópico parecido de los que emplean quienes pintan la historia de pasquín. Mi tío era un muchacho de su generación que en medio de una crisis nacional terrible a la que él no había contribuido puso en juego nada menos que su vida.
Quiero pensar que a pesar de la indeseable experiencia de la guerra el odio no anidó en su corazón. Desde luego no lo reflejaba en sus cartas, y me consta que ni mi padre ni ninguno de sus hermanos lo sintieron nunca a pesar de la pérdida de Ángel y de otro hermano, Pepe, que moriría de una tuberculosis cogida en el frente.
Por el contrario todos ellos sostenían que algo así no debía repetirse. Que azuzar los odios era una impiedad. Y que esa lección había tenido un precio demasiado como para tirarla por la borda.
La política que no busca la concordia y el bien común es el seguro camino a la perdición. Sobre todo a la perdición de los demás.
Ángel, descanse en paz.
domingo, 21 de junio de 2020
10
Mirando para atrás he de reconocer que ha tenido una vida mínima, menuda, de pocos acompañantes pero perseverante, y quiero pensar que con calor humano, pues aquí he volcado inquietudes, vivencias, opiniones propias, retazos de mi vida.
Al principio prácticamente sólo conocidos, luego entraban unos y se iban otros. La puerta siempre abierta.
No sé si los temas tratados han tenido interés alguno o carecen de él. Supongo que de todo habrá habido y que la modesta repercusión, por no decir testimonial, es señal de escaso alcance. También es cierto que una pajarita tintada en un océano es poca cosa, pero es mi pajarita, mis trazos, mis pálpitos. Seguramente en lo grande y notorio no estaría yo. La tarima no me sienta bien; me dan vértigo las alturas.
En cuanto al canal de Youtube ha superado los nueve años. Lo abrí para publicitar un libro, Julián Marías, retrato de un filósofo enamorado. Quedó apabilado hasta que salieron un par de libros infantiles dos años más tarde, Crispín y el dragón Agamenón, y Mabel, la princesa de Íncaput. Había oído decir a un hombre sabio que Internet era el medio de difusión de los pobres, y ahí estaba yo.
Ya en octubre de 2013, hace casi siete años, me decidí a convertirlo en un canal de divulgación filosófica, nuevamente con minúsculo alcance y torpe realización, eso sí, terapéutica para mí y siempre cargada de ilusión (y, por ello, de más de un chasco). Con el tiempo llegarían otros canales dedicados a similares menesteres y con mucho mejor acogida. Afortunadamente el corazón no se me enquistó y disfruté de su éxito. A veces las entrañas nos juegan malas pasadas; no fue este el caso.
En fin; que hemos cumplido diez años desde la clandestinidad que otorga la insignificancia, pero seguimos aquí, con ganas de vivir nuevos proyectos. Soñar es vivir.
Gracias por estar aquí.
viernes, 19 de junio de 2020
A cabezazos con el mundo
Sólo una gran capacidad de entusiasmo me ha permitido superar muy limitadamente mi falta de método a la hora de emprender proyectos. Por eso cuando aquella mengua todo peligra.
Respecto del sentido práctico lo más que conozco son las penurias que acarrea carecer de él. Afortunadamente queda el consuelo de las almas románticas: el embelesamiento por lo inútil.
Pondré un ejemplo reciente. Para un tema que me gustaría desarrollar necesitaba el libro Amor y pedagogía de don Miguel de Unamuno. Cuando trabajo un libro, siempre, siempre, siempre hago anotaciones, abundantes subrayados, comentarios en los márgenes. Pues bien, resultó que me puse a buscar en ediciones de coleccionista y he acabado por adquirir la primera edición, la de 1902. Lo cual no deja de ser una maravilla, por eso lo he hecho, pero me imposibilita para trabajar al modo que lo hago yo. (Yo no soy un iconoclasta de esos que tanto abundan estos días dedicados a derribar monumentos).
Lo grave es que no es la primera vez que me sucede. La Antropología metafísica de Marías que tengo esta despanzurrada de tanto manejarla. Lo bueno es que la tengo firmada por su autor. Decidí comprar un nuevo ejemplar para tratar de salvar lo que quedaba de mi baraja encuadernada y no se me ocurrió otra cosa que comprar... ¡la primera edición inmaculada! Y ahí está, tan virginal como cuando salió de las entrañas de la imprenta, como lo estará el libro de Unamuno mientras de mí dependa.
Hay gente que no tenemos remedio; sólo somos felices soñando despiertos. ¡Y así nos va!
miércoles, 17 de junio de 2020
¿Dónde colocar un muerto?
Hay algo en lo que estoy ¿trabajando...? Disfrutando es la palabra. No sé si llegará a buen puerto, de hecho todavía estoy cargando provisiones antes de soltar siquiera amarras. El hecho es que entretenido con estas faenas he descubierto un principio muy sencillo, pero que me resulta fecundo,a saber:
Una novela existencial concluye con un cadáver, mientras que una de intriga arranca con él. Simetría especular.
Las posibilidades que ofrecen algunos clásicos...
Y hasta aquí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.
miércoles, 10 de junio de 2020
PLATÓN RAPEANDO (Juanje Albalá)
Más de una vez he dicho que si algo bueno me han proporcionado tanto el blog como el canal de Youtube es la posibilidad de conocer personas a las que de otro modo difícilmente hubiera podido acceder.
Tal es el caso de Juanje Albalá. Granadino, licenciado en filosofía que compone raps para comunicar sus inquietudes. La fortuna es que entre las mismas se cuenta el dar a conocer lo que los grandes pensadores han escrito. Así tiene canciones cantadas desde la piel de Platón, Aristóteles, Descartes o Nietzsche.
La verdad es que ha sido un verdadero placer poder charlar con él. Espero que también vosotros disfrutéis de este encuentro.
Me ha dado problemas colgar el vídeo aquí, de modo que os facilito en enlace: CLICA AQUÍ.
viernes, 5 de junio de 2020
Coronavirus, o nada nuevo tras la Niebla
"Pues verá usted; fue cuando la epidemia aquella, ya sabe usted. Todo el mundo estaba alarmadísimo, a mí no me dejaron ustedes salir de casa en una porción de días y hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía a alguien de luto reciente era como si estuviese apestado. Pues bien: a los cinco o seis días de haber enviudado el pobre don Emeterio tuvo que salir de casa, de luto por supuesto, y se encontró de manos a boca con ese bárbaro de Martín. Éste, al verle de luto, se mantuvo a cierta prudente distancia de él, como temiendo el contagio, y le dijo: «Pero, hombre, ¿qué es eso? ¿Alguna desgracia en tu casa» «Sí -le contestó el pobre don Emeterio- acabo de perder a mi pobre mujer...» «¡Lástima! Y, ¿cómo, cómo ha sido eso?» «De sobreparto» -le dijo don Emeterio-. «¡Ah, menos mal!» -le contestó el bárbaro de Martín, y entonces se le acercó a darle la mano".
Miguel de Unamuno, capítulo 15 de Niebla (1914)
sábado, 30 de mayo de 2020
La larga espera de Carmen Martín Gaite
Hace más de dos décadas leí Nubosidad variable. Recuerdo que me encantó, pues es el ingrediente principal de esa obra, el encanto. Me permitió asomarme a lo más interesante de este mundo, el alma de dos mujeres.
Me prometí que leería más libros de Carmen Martín Gaite, pero aquel propósito quedó arrinconado junto a otros muchos en el sótano de los deseos incumplidos.
Ayer, dando un paseo con mi hermana, hicimos parada en la Librería General; tan llena de libros y tan vacía de gente. Y nada más entrar, en el primer estante, me topé improvisadamente con su mirada melancólica e inteligente posada en una máquina de escribir, esperándome paciente. Las manos al aire, como si estuviera a punto de dirigir una orquesta, la que conforman sus personajes. Todos los cuentos, rezaba el título de una edición bien cuidada.
No resistí mi infidelidad por más tiempo y lo adquirí con entusiasmo. Así que anoche, nada más llegar a casa en un sábado recién estrenado, principié su lectura.
Los cuentos están recogidos en orden cronológico de mayor a menor antigüedad. El primero de ellos data de 1948, cuando su autora debía tener veintidós o veintitrés años, y en su exaltación del momento presente agitó la nostalgia en mi interior, pues como lector bien sé que ella ya no está.
Ni mañana ni ayer. Ahora es todo nuestro. Podemos soñar que siempre será nuestro. ¿No sentís clavado el instante como una aguja florecida?, ¿no os duele en el corazón su plenitud?
Estos días seguirás siendo mi presente, Carmen Martín Gaite, pues también la añoranza es hoy, aunque fije su mirada en un ayer o en un mañana.