Decía Ortega y Gasset que la política debía tener un carácter educador. Cierto es. La cuestión es que nuestro modo de entender la política determina la noción de educación que tenemos, y viceversa.
A juzgar por lo que escribe Rousseau en su Émile, se diría que nuestra política es hija del sistema educativo que planteaba: "Que [el alumno] crea siempre ser el maestro, y lo seáis siempre vosotros. No existe ninguna sujeción tan perfecta como la que mantiene la apariencia de libertad; la propia voluntad queda así cautiva. (...) Sin duda [el niño] sólo debe hacer lo que quiere; pero no debe querer sino lo que queráis que haga; no debe dar un paso que no hayáis previsto; no debe abrir la boca sin que sepáis lo que va a decir".
Vivimos en la proclamación permanente de libertades y derechos... siempre y cuando sigan fielmente la agenda de determinados poderes políticos y grupos directivos de presión, lo demás: se lincha.