¿Qué dice al respecto el feminismo que respiramos por doquier, ese que comemos en la sopa, que sufragan ayuntamientos, grandes corporaciones, organizaciones internacionales, que dicta cátedra en la universidad y en la televisión y moldea nuestras conciencias desde una superioridad moral capaz de juzga milenios de historia sin titubear?
¡Guarda silencio! Igual que el Ebro al pasar por El Pilar, el feminismo guarda silencio.
Los cientos de "Observatorios para la Igualdad" que nos obligan a sufragar de nuestros maltrechos bolsillos y que se encargan de decirnos quién ha de dar el biberón en casa o cómo tiene que acabar Caperucita Roja, no observan nada. Silencio total.
Aquí no piden cupos igualitarios. Detectan micromachismos hasta en los aires acondicionados, y una "discriminación" que lleva a que los varones tengan que dar media vuelta en cuanto alcanzan la frontera les pasa desapercibida.
¿No éramos "todes" iguales? ¿No había veinte o treinta géneros distintos (y sumando, que ya se nos han acabado las letras del abecedario) mientras que la distinción hombre-mujer era una construcción heteropatriarcal?
Decía C.S. Lewis en su libro Una pena en observación: "Nunca sabe uno hasta qué punto cree en algo, mientras su verdad o su falsedad no se convierten en un asunto de vida o muerte. Es muy fácil decir que confías en la solidez y fuerza de una cuerda cuando la estás usando simplemente para atar una caja. Pero imagínate que te ves obligado a agarrarte a esa cuerda suspendido sobre un precipicio. Lo primero que descubrirás es que confiabas demasiado en ella".
El algodón no engaña.
Por edad tú como yo hiciste la mili o la prestación, ahí tampoco estuvieron
ResponderEliminarNo estuvieron y los cupos se referían al número de varones en edad militar que se incorporaban al servicio.
EliminarUn saludo
Te aplaudo porque tienes toda la razón.
ResponderEliminarUna gran verdad.
Un fuerte abrazo.
Otro abrazo para ti, Amalia.
EliminarDespués de ver varios vídeos suyos sobre filosofia, todos muy loables, me encuentro su blog y lo primero que leo es esto. No me podía creer que fuese del mismo autor. Lamentable que quién describe con tanta claridad conceptos filosóficos tan complejos tenga una visión tan retrograda sobre las mujeres.
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