Así lo hice. Después de jugar con mis peques y contemplar juntos a las cigüeñas, nos detuvimos en el modesto taller. El dueño, que estaba arreglando un vehículo, enseguida se acercó para ver qué queríamos. Le expliqué lo sucedido.
- No tengo ni la más remota idea de coches -confesé.
Mientras mis menudas damas saltaban felices de un lado a otro del local, el mecánico se encargaba de todo.
Le llevó algo más de diez minutos, pues tuvo que probar distintos destornilladores para liberar las luces y montar después la pieza del coche.
Yo portaba en el bolsillo veinte euros. ¿Qué podría cobrarme? Sólo esperaba que el precio no superase aquella cantidad.
Tras concluir, se rascó la cabeza y me dijo: "son dos euros".
No me conocía de nada. Movera, que así se llama el pueblo, es un lugar de paso, por lo que sabía que era improbable que volviera a pisar su taller. Dejó de hacer su faena para atenderme a mí y darme prioridad. Y lejos de aprovechar para desplumarme, me cobró dos simples, modestos y redondos euros.
Al subir en el coche mi imaginación voló a los casos de corrupción que infestan la vida pública. Gentes a las que varios millones de euros les resultan insuficientes y aprovechan su posición ventajosa para robar más y más. Un sencillo mecánico me había devuelto la esperanza. No todo está perdido, pensé. Hay gente honesta, que no se justifica para beneficiarse a costa de los demás, hay personas que valen la pena.
Amigo lector, si alguna vez pasas por el municipio de Movera, anejo a Zaragoza, has de saber que en el número 376 de la avenida principal hay un taller mecánico del que se puede decir algo muy grande: aquí trabaja un hombre honrado.
Pues da gusto el saber de gente honrrada que queda por el mundo, pena que sea un taller que no me queda de mano, pero el testimonio es digno de ponerlo por escrito, para que quede reflejado dónde hay una persona digna de ser llamado buen hombre. un abrazo
ResponderEliminarelsillóndepapá, yo me estoy planteando en serio acudir allí cuando tenga algún roto en el coche, aunque me venga muy a desmano.
EliminarOtro abrazo para ti.
No decías que en los Ferraris cambiar las bombillas era muy fácil??...
ResponderEliminarRezo por los honestos de corazón...
Abrazos fernandinos...
Eso me dijo Cristiano Ronaldo cuando me lo vendió, ¡pero te lo dan sin manual de instrucciones!
EliminarAbrazos isabelinos...
También hay buena gente... y mucha. Y es bueno contar estas pequeñas anécdotas que tanto dicen de las personas. Un abrazo!
ResponderEliminarEligelavida, yo creo que son mayoría, de lo contrario pedía asilo en Papúa Nueva Guinea.
EliminarOtro abrazo para ti.
Gracias por traernos aire fresco. Un abrazo.
ResponderEliminarManuel, gracias a ti por abrir de par en par las ventanas para que pase.
EliminarUn abrazo
Que historia más bonita nos has contado hoy. Afortunadamente todavía queda gente buena en el mundo y aunq hay muchos chorizos q se ven mucho, creo no son los predominantes. Muackis
ResponderEliminarAneth, si hiciéramos una alubiada con los chorizos que se dejan ver y nos la comiéramos, declarábamos España zona inflamable.
Eliminar(Con una artista culinaria como tú, hay que ir con alusiones gastronómicas).
Le darías una buena propina,no? :))
ResponderEliminar¡¡Genial historia y gracias por compartirla!!
Un cariñoso saludo :)
Belén, dado lo que me cobró, a poca propina que le hubiera dado habría parecido una limosna que dejaba sin valor su trabajo, así que me pareció que a su nobleza debía responder pagando únicamente lo que me pedía.
EliminarAhora, si llego a ser de Bilbao ¡compro todo el pueblo...!
Un abrazoak ondo fuerte.
Veo difícil que me pase por ese lugar, pero sí que es posible que tenga que ir por Zaragoza varias veces en los próximos meses por temas de trabajo.
ResponderEliminar¿No te importaría enviarme tu correo a este otro mío? frdzsl@hotmail.com
Un saludo.
Paco Principiante, eso está hecho.
EliminarUn saludo y espero que hasta pronto.
Muy bien, Rafael. Es una gran verdad lo que dices: los desalmados y los infectados por el virus de la codicia y el dinero, aunque armen mucho ruido mediático, son infinitamente menos que las gentes honradas, las "buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra".
ResponderEliminarEstupenda y entrañable entrada.
Un abrazo, Javier.
Javier, muchas gracias. Afortunadamente es como dices.
EliminarUn fuerte abrazo.
Son estos gestos, los que cambian el mundo. todo empieza con un paso de honestidad y se inicia la cadena.
ResponderEliminarUn abrazo Polizón
Agustín, qué te voy a decir, pues que tú formas parte de esa cadena salubre.
EliminarOtro abrazo para ti.
Qué casualidad, Rafa, porque mi amigo Salvador Casado sacó más o menos al mismo tiempo este post:
ResponderEliminarhttp://www.doctorcasado.es/2013/03/profesionalismo.html
La conclusión es que lo más potente para cambiar el mundo (a mejor) es sencillamente hacer cada uno su trabajo lo más honrada y profesionalmente posible. Fíjate que desde hace meses vengo pensando en esto de las redes de confianza (también saqué un post al respecto: http://picandovoy.blogspot.com.es/2013/01/cooperad-cooperad-malditos.html) ¡Un fuerte abrazo, amigo!
Nicolás, muy interesantes las dos entradas que mencionas. La tuya me ha parecido particularmente original. ¡Si es que estás que te sales...!
EliminarUn abrazo.
Es gratificante enterarse de un caso tan honesto.
ResponderEliminarUna estupenda lección.
Un beso, Rafael.
Amalia, lo que asusta es que encontrar a un hombre honesto empieza a ser noticia. A ver si enderezamos esto pronto.
EliminarUn abrazo (venga, y si no un achuchón).
Grandioso! Nulla è perduto, c'è ancora speranza! Dovresti scrivere un poema: "L'elogio del meccanico onesto". Un grande abbraccio
ResponderEliminarMartina, sin duda, tu título me gusta muchísimo más.
EliminarUn forte abbraccio
Buenos días Rafael. A ver si toma ejemplo el gremio de reparadores de lavadoras. Un abrazo.
ResponderEliminarXtobefree, no parace que lleven ese camino. Parece que van casi todos para presidente de Microsoft.
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