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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

martes, 21 de agosto de 2012

Perversa compasión ("El milagro de Ana Sullivan")



Las vanguardias se caracterizan porque tan pronto surge una novedad, quedan anticuadas. Por contra, lo propio de los clásicos es que son siempre actuales, carecen de fecha de caducidad.
 
Recientemente he visto un clásico del cine que, como tal, goza de una vigencia envidiable. Me refiero a “El milagro de Ana Sullivan” (“The Miracle Worker”), estrenada en 1962. En esta película se cuenta la historia de una niña ciega y sordomuda malcriada por sus progenitores, quienes se ven incapaces de hacerse con ella. Desesperados, contratarán a Ana Sullivan, joven con un pasado particularmente duro. A partir de ese momento comenzará una encarnizada lucha de la institutriz por disciplinar a su díscola alumna y por hacerle comprender el lenguaje de signos.
 
Pero el mayor problema con el que se encuentra Ana Sullivan no es la imposibilidad de comunicarse con la niña o su díscolo carácter, sino, curiosamente, la compasión de los padres. El afán protector de estos dificulta enormemente la labor encomendada a la señorita Sullivan. Hay una escena, particularmente dura, en la que la institutriz se enfrasca en un desenfrenado combate con su pupila, con el objeto de que esta coma en la mesa y use los cubiertos. En un tiempo tan políticamente correcto como el nuestro si alguien se hubiera atrevido a hacer algo así habría sido condenado por malos tratos, inhabilitado para ejercer la docencia, o se habría arriesgado a perder la custodia de sus hijos si los tuviera; sin embargo, la razón de este modo de obrar es precisamente ayudar a la niña, y eso no es posible si no se consigue establecer algo tan fundamental como un principio de autoridad. Pese a las situaciones tensas y aun dramáticas que se producen a lo largo de la película, en ninguna ocasión la maestra pretende perjudicar a su pupila, muy al contrario, cuando a los padres les invade el desaliento y compadecidos del sufrimiento de su pequeña pretenden tirar la toalla, será Ana Sullivan la que contra viento y marea luche por sacar adelante a aquella criatura, aunque sea enfrentándose a ella y a sus progenitores.
 
El milagro de Ana Sullivan” nos recuerda unas cuantas cosas importantes, de las cuales voy a subrayar dos: La primera, que ejercer la autoridad sobre aquellos que están bajo nuestra responsabilidad (los padres sobre los hijos, los profesores sobre los alumnos, los obispos sobre los sacerdotes, etc.) es una obligación, y que privarles de dicha autoridad es una estafa que se les hace, aunque con ello obtengamos mil carantoñas y nos evitemos “meternos en problemas”.
 
Y la segunda, que la compasión mal entendida puede ser perversa. Hace tiempo que estamos asistiendo a un debate en el que se pone sobre la mesa algo tan escalofriante como la “muerte por compasión”: un niño con alguna tara, un embrión con malformaciones, un anciano incapaz, un enfermo crónico; nos parece su sufrimiento es contrario a la condición humana y que, antes que padecerlo, cualquier otra alternativa es mejor. La actitud de Ana Sullivan ante una niña desahuciada nos enseña algo muy distinto: que el sufrimiento no es extraño a la vida, aunque desde luego no sea deseable; que no se debe perder la esperanza; que el bien del otro nos puede hacer exigentes; y que la compasión no nos debe eximir de hacer lo correcto en beneficio de la persona a la que decimos querer.
 
En fin, una película archirrecomendable.
 

10 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo en que se trata de una película excelente, con grandes interpretaciones. La tengo en mi colección y la visto más de una vez. Una gran historia de supervivencia que demuestra como con paciencia y sabiendo luchar se puede obtener la recompensa. Una joya.
    Un beso.

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  2. Con respecto a las taras y a las malformaciones... Si algo sé, si algo puedo decir a ciencia cierta y sin temor a equivocarme, es que aquí no sobra nadie. Nadie.

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  3. Una obra atemporal que debería ser de obligado cumplimiento el verla o leerla. Queda mucho, aún por hacer.

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  4. E' un film che ho visto più di una volta e mi piace molto. Da ammirare il coraggio, la tenacia e l'ostinazione di Anna di fronte ai genitori che si sono arresi al dolore! E' un film molto attuale e molto politicamente scorretto! Un grande abbraccio

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  5. Amalia, por ejemplo la niña lo borda. No me extraña que le dieran un Óscar a las dos protagonistas.

    Antonio, si los que tienen taras sobran, ya me estoy marchando...

    Tracy, si pides que la lean a más de no le da un síncope.

    Martina, hoy Anna estaría entre rejas. Un abbraccio.

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  6. no la he visto y no me atrevo a leer lo que has escrito por si hay espóileres... pero la tengo pendiente. a ver si cuando la vea me acuerdo y lo leo, que me gusta seguirte.

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  7. Bravo. Totalmente de acuerdo con todo. Tendrían que recomendar la peli para las reuniones de padres de los coles.
    Por otra parte, recuerdo a una directora de una guardería, que era genial con los peques. Les enseñaba a comer sin remilgos ni tonterias, a vestirse... y todos la adoraban.
    Pero me contaba un tanto fastidiada que su hijo en casa, le tomaba el pelo. Aunque sabía aguantarse el pis, en su casa por la mñana mojaba la cama por pereza a ir al baño.

    (Nota No tiene mucho que ver , pero la entrada me ha traído el recuerdo
    Tenía una jefa que enviaba las tarjetas de felicitación de Navidad con frases de Helen Keller. Al menos lo hizo durante los dos años que trabajé con ella.

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  8. Tu crees que cuando cierto profesor de Latín nos arreaba, cual Atila, lo hacía por nuestro bien???...

    Rezo por las lenguas muertas...

    Abrazos egregios...

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  9. Denna, haces bien en no querer saber nada para que te sorprenda. Tú sólo fijate en el mayordomo, más que nada porque es el asesino y al final cuando se descubre produce mucha sorpresa.

    Miram, lo que me cuentas de la de la guardería no me sorprende. Es curioso, pero a los hijos les imponen más los de fuera que sus padres.
    Hellen Keller desde luego fue una luchadora tremenda. ¡Hasta impartía conferencias! Un abrazo.

    Mesias Malthus, el pobre profesor de latín bastante hacía con felicitarnos si sacábamos un 2´5 y ponernos notable. Eso sí, la vigilancia en un examen con un periódico perforado no tenía desperdicio.

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