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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 30 de enero de 2011

Rectificación

Uno tiene su corazoncito, y se encariña fácilmente de personas a las que quizá no pone cara, pero sí alma. Algunas de esas personas han podido sentir cierto malestar por una entrada que tenía las más inocentes intenciones, pero que probablemente ha sido desacertada. Por eso he decidido retirarla, proponiéndome ser más cuidadoso la próxima vez.

Aprovecho para hacerme eco de dos peticiones:

1.- Oraciones por una persona muy querida de Camino, se llama Adolfo y está agonizante. El sufrimiento y la muerte son un profundo misterio que nos pone cara a cara con nuestra humana condición. Por favor, pedid por esta persona.

2.- Asimismo, oraciones por la paz, la verdadera paz que se basa en la justicia y la libertad. Y por los soldados de todos los países que se encuentran en distintas misiones para garantizar esa paz. De un modo especial, por las tropas españolas desplegadas en zonas de conflicto.

¡Buen comienzo de semana a todos!

miércoles, 26 de enero de 2011

El día en que me sentí guapo (o, por lo menos, resultón)


Caminaba por la avenida a buen paso, con garbo legionario. ¿Qué edad tendría yo entonces?, ¿diecisiete?, ¿diecinueve?

Sentados en el peldaño de acceso a un portal, un chico y una chica conversaban. En realidad era él quien le contaba algo a ella, pues la muchacha se limitaba a mirarme. ¡A mí!

A la miradita enseguida añadió una leve sonrisa. “Coqueteando, ¿eh?” La cosa se ponía interesante. Entonces pasó por mi mente una de esas ideas peregrinas que tan estrambóticas consecuencias han tenido en mi vida: “Si se cree que voy a apartar la vista yo primero, va lista. No pienso dejar de mirarla hasta que lo haga ella”.

Su acompañante continuaba hablándole, mientras la sonrisa de la chica experimentaba una progresión creciente.

A estas alturas, como cabe imaginar, yo caminaba con la cabeza completamente girada para poder sostener la mirada. Fue entonces cuando sucedió. Un dolor indescriptible me hizo perder la percepción de cualquier parte de mi cuerpo que no fuera el lado derecho de mi cara. Me acababa de estrellar con un bloque de hormigón de esos que albergan el cableado para regular los semáforos.

La sonrisa de la chica se transformó en franca carcajada, mientras el muchacho de al lado la miraba sorprendido sin comprender nada.

Yo, por mi parte, apartaba mi jeta bidimensional con la poca dignidad que me restaba (0,000000000001 grados “dignity” echándolo por lo alto) y, sin poder siquiera emitir un gemido de dolor, buscaba tambaleante (pero erguido, ¡muy erguido!) la bocacalle más próxima que me alejara de aquel fatídico lugar.

Apenas doblé la esquina, mis pulmones inhalaron aire por vez primera y pude emitir un par de improperios de desahogo. Tanteándome tembloroso el rostro me cercioré de que todavía estaba en su sitio y no sangraba.

No sé qué me dolió más en aquel momento, si el golpe, o la humillación de saber que la chica me había mirado con el único objeto de seguir mi trayectoria suicida y meteórica hacia la superficie más dura que quepa imaginar.

Probablemente mi rostro quedó impreso en el macizo bloque semaforil. ¿Quién sabe?, tal vez dentro de 30.000 años los habitantes del planeta lo estudien como el resto de una civilización que quiso dejar su impronta incrustando la cara de un fulano que debió hacer algo interesante para recibir semejante honor.

Por mi parte, me conformo con ser capaz de mover los maxilares y poder decir “patata” cuando sacan alguna foto. La coquetería la dejo para los guapos.

El amigo del Este


Occidente entero está encantado de hacer negocios con el Gobierno chino (y con que el mismo nos inyecte dinero para sanear nuestras cuentas públicas). A cambio les obsequiamos con sonrisas y ... SILENCIO. Silencio sobre lo que allí pasa. Silencio sobre la mayor tiranía del planeta. Silencio sobre un régimen amo y señor de la vida de sus súbditos. SILENCIO.


Adjunto una parte de la entrevista realizada a Bob Fu, responsable de una organización de apoyo a los cristianos chinos y que recoge la publicación digital Zenit:

"- Usted huyó de China. ¿Qué le llevó finalmente a abandonar su patria?

Fu: Fuimos encarcelados durante dos meses. Debido a la presión internacional y a que no fueron capaces de tener evidencias sólidas para procesarnos, fuimos puestos en libertad. Descubrimos que la vida fuera de prisión era mucho más dura que dentro. Nos llevaban a la comisaría de policía una y otra vez y, básicamente, querían que fuéramos informadores. Teníamos que informar de cada llamada telefónica, de cada visitante. Era muy duro.

En una ocasión los de seguridad nos llevaron a mi esposa y a mí a un parque y nos recordaron que podían arrestarnos en cualquier momento. Una fuente de dentro nos informó que estábamos en la lista para volver a ser arrestado por nuestra falta de cooperación. Mi esposa en aquel momento estaba embarazada y no tenía una tarjeta de permiso de embarazo.

- Por encuadrar el tema: ¿Qué es este permiso de embarazo y cómo actúa en la política de un único hijo?

Fu: El gobierno chino ha llevado a cabo este control de nacimientos, o la política de un único hijo, basado en la teoría de que hay recursos limitados y que la única forma de que la población existente logre el bienestar económico es limitar el tamaño de la población. Así que, en general, permiten que cada familia tenga solo un hijo.

Por eso cuando quieres tener tu primer hijo tras el matrimonio, tienes que pedir una tarjeta de permiso de embarazo, una tarjeta amarilla para que tu esposa pueda quedarse embarazada legalmente. En caso contrario, será arrestada y obligada a abortar.

La tarjeta de permiso de embarazo es concedida por la unidad laboral de la mujer y como mi esposa, Heidi, había sido despedida de su escuela de graduación de la Universidad del Pueblo debido a su encarcelamiento, no podía conseguir el permiso de embarazo.

- ¿Simplemente no se le daba el permiso?

Fu: No, e intentamos encontrar médicos cristianos que trabajaran en un hospital de Pekín, y lo intentamos en un hospital que tenía un médico cristiano, pero el médico simplemente no podía ayudarnos por miedo a perder su trabajo si accedía a cuidar a mi esposa.

- ¿Así que se enfrentaban a un aborto?

Fu: Sí, por lo que tuvimos que escapar en medio de la noche saltando del cuarto de baño de la segunda planta de este edificio alto.

- ¿Usted huyó a Hong Kong y, luego, de Hong Kong a Estados Unidos?

Fu: Sí, salimos primero de Pekín y nos ocultamos en el campo porque no teníamos pasaporte ni documentos de viaje. Nos imaginábamos que nunca podríamos salir de China, pero, Dios nos mostró su milagro y con un montón de oraciones y muchas ayudas, pudimos llegar a Hong Kong y, luego, en 1997, a Estados Unidos.

- Quisiera volver a la cuestión de la política de un único hijo. ¿Qué impacto tiene en la sociedad china?

Fu: Creo que el impacto se manifiesta en diferentes aspectos. El primero: el concepto tradicional chino de la importancia de tener un chico. Cada familia quiere tener un hijo y esto ha causado un gran desequilibrio entre las poblaciones masculina y femenina.

Segundo: Hay una crisis enorme de padre envejecidos. Una pareja tiene ahora que mantener a dos familias de padres debido a esta política de un único hijo. Tercero: Hay una práctica masiva de esterilización forzada y de abortos. El año pasado, salió a
la luz un informe de que cerca de 20 millones de bebés habían sido abortados y el aborto se llevaba a cabo hasta a los nueve meses.

Yo, personalmente, tuve una conversación con una señora cristiana, la esposa de un pastor, que contaba que había estado en un hospital embarazada de ocho meses y, al lado de ella, había otra señora que estaba embarazada de nueve meses. Aquella noche 80 mujeres embarazadas fueron obligadas a abortar inyectando veneno al feto. Este es un asesinato a escala masiva.


- ¿Qué hace esto a la psicología de la nación?

Fu: Esta es otra ramificación de tal política. Estas mujeres se deprimen y la tasa de suicidios es muy alta. Esta política de un solo hijo fuerza a los padres a estropear a este único hijo creando un niño muy egocéntrico. El año pasado, la revista Time tenía un artículo sobre la política china de un solo hijo: “La Generación ‘mi’ de China”. Esto ha creado una generación egoísta – una generación centrada en el “mi”. Las ramificaciones de esta política apenas acaban de empezarse a manifestar y a crear otro enorme problema social.

- ¿Viene del extranjero la financiación para esta política de un único hijo, y de dónde?

Fu: La política de un único hijo es por supuesto una política nacional del gobierno central, aunque, irónicamente, una gran parte de la financiación viene de organizaciones internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que ha donado centenares de millones de dólares.

Los Estados Unidos proporcionan financiación y 40 millones de dólares van a China para ayudar a llevar a cabo la política un solo hijo. De esta forma, los países occidentales son cómplices de esta política."

martes, 25 de enero de 2011

De porqué la demagogia campa a sus anchas mientras yo me rasco el bolsillo


Enunciado del problema:

Paso 1:
1960. Pepa y Pepe tuvieron 8 hijos. Cuando se jubilaron, cada uno de sus vástagos dio a sus padres 100 €/mes, de modo que los progenitores tenían una renta de 800 €/mes. Esto duró hasta que murieron con 75 años.


Paso 2:
2011. Luisa y Luis tuvieron 2 hijos. Cuando se jubilaron, como deseaban mantener el nivel de ingresos de sus antepasados, pidieron a sus hijos 400 € por cabeza y mes. Las criaturas, que tampoco querían perder su tren de vida, dijeron que “miau”, que no se iban a romper el espinazo para quedarse temblando a fin de mes mientras sus papás se bañaban en la playa. Además, los susodichos progenitores pensaban vivir 90 años (eso si no les daba un jamacuco antes), de modo que cualquier día de estos se iban a juntar con sus hijos en los viajes del IMSERSO.


Pregunta:

¿Qué podríamos hacer con gentes como Luisa y Luis dado el panorama descrito?


Posibles respuestas (elegir una):

1.- Alargar notablemente la edad de jubilación, de modo que coticen más años que Matusalén y lleguen a cobrar únicamente los inmortales (“sólo puede quedar uno”).

2.- Rebajar drásticamente las pensiones, de manera que Luisa y Luis cobren 200 €/mes y pasen su ancianidad comiendo amapolas silvestres.

3.- Desterrar la fanática política antinatalista vigente, de forma que podamos decir con el salmista: “La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud”.

lunes, 24 de enero de 2011

Un premio, un libro y José Antonio Primo de Rivera


Riña de Gatos. Madrid 1936: No tenía la menor intención de leérmelo. Desde hace tiempo los Premios Planeta me huelen a “encargo”, y este último no tenía porqué ser una excepción.

Además, la obra más popular de Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb, me había dejado bastante indiferente. Lo sé, a todo el mundo le parece muy divertida, pero yo debo tener el sentido del humor en otra frecuencia, y tanto disparate junto me parecía desmedido.

El caso es que “Riña de Gatos” no estaba entre mis 250.000 próximas lecturas, hasta que fui a parar a la crítica que el escritor Javier Quiñones hacía en su blog; entonces sí, me decidí a ir a una librería para hacerme con un ejemplar. (Ya ves, Javier, ¡qué pronto se me convence!)

Antes de nada he de decir que el libro en líneas generales me ha gustado. La trama es entretenida y los enredos político-artísticos del protagonista enganchan sin ser pretenciosos.


Me parece particularmente interesante y lúcida la imagen que ofrece de José Antonio Primo de Rivera. Quizá en la parte final, cuando lo inserta más en el desenlace novelesco, se le escapa un poco. Pero en todo caso su descripción me parece bastante atinada: Su espíritu generoso y arrojado; la dualidad entre el mundo al que socialmente pertenece y en el que se mueve cómodamente, y el revolucionario que proclama y defiende; sus amores y devaneos; la contradicción latente entre cierto relativismo que por su condición de intelectual le es propio y la necesidad de mantener un discurso de absolutos; su innegable atractivo personal; el drama de haberse lanzado a liderar un movimiento que ha sido contestado desde el principio con asesinatos y que por ello mismo lo compromete en la violencia hasta un punto indeseado; la incomprensión y rechazo en que se ve sumido; la insignificancia política de ese mismo movimiento pese a la visibilidad que les proporciona su activismo y su ninguneo por parte de los futuros alzados que los tienen en poca cosa...

Menos atinados son, a mi juicio, algunos rápidos análisis sobre otras figuras y situaciones que no es cosa de exponer para no alargarme mucho. En todo caso todo ello queda como trasfondo de una trama entretenida y original que se hace grata al lector, y que en algunos momentos no está desprovista de franca simpatía.

viernes, 21 de enero de 2011

Cuando el demonio jugó con blancas y negras... y ganó


Algunas fechas y hechos de la Segunda Guerra Mundial:

23 de agosto de 1939, firma del Pacto Molotov-Ribbentrop entre la Alemania nazi y la URSS.

1 de septiembre de 1939, el ejército alemán ataca Polonia por el oeste.

3 de septiembre de 1939, en respuesta a la agresión a Polonia, Gran Bretaña y Francia declaran la guerra a Alemania.

17 de septiembre de 1939, el ejército soviético ataca Polonia por el este, repartiéndose el país con Alemania. Acabada la guerra, la URSS se quedaría con una amplia franja del este de Polonia, compensando a cambio a dicho país con Silesia y la Prusia Oriental alemanas.


30 de noviembre de 1939, la URSS ataca Finlandia, las tropas soviéticas se verán incapaces de conquistar el país, aunque se anexionarán un diez por ciento del territorio. Francia y Gran Bretaña habían ofrecido su ayuda a Finlandia, pero esta hubo de firmar la paz el 13 de marzo de 1940 temiendo que la ayuda no llegaría a tiempo. La región de Karelia continúa siendo rusa.

Entre el 3 de abril y el 19 de mayo de 1940 los soviéticos asesinan a 22.000 polacos en Katyn, siendo ocultados en fosas comunes.

14 de junio de 1940, el ejército alemán entra en París. Los comunistas franceses, siguiendo las consignas de Moscú, se habían mostrado contrarios a la guerra con los nazis, animando a la deserción y el desarme. Stalin envía un telegrama de felicitación a Hitler por su éxito.

14 a 17 de junio 1940, la URSS se lanza a la invasión de Lituania, Letonia y Estonia. Acabada la guerra los soviéticos mantendrán dichos países integrados en la URSS.

22 de junio de 1941, Alemania inicia la Operación Barbarroja para invadir la URSS. Stalin se ve obligado a cambiar de bando.

7 de diciembre de 1941, Japón ataca por sorpresa Pearl Harbor. El 8 de diciembre EEUU y el resto de aliados (salvo la URSS) declaran la guerra a Japón. El 11 de diciembre Alemania declara la guerra a EEUU, pero Japón no lo hace con la URSS pues había firmado un tratado de no agresión que beneficiaba a ambas potencias. La URSS retira sus tropas del este para concentrarse en el frente alemán.

6 de agosto de 1945, enfrascados en una cruentísima y prolongada guerra en el Pacífico, EEUU lanza la primera bomba atómica sobre Hiroshima.

8 de agosto de 1945, la URSS declara la guerra a Japón.

9 de agosto de 1945, EEUU lanza la segunda bomba atómica sobre Nagasaki.

14 de agosto de 1945, Japón se rinde. La URSS, incorporada una semana antes a la guerra en el Pacífico, se sienta en la mesa de los vencedores anexionándose las Islas Kuriles, las cuales, todavía hoy, están bajo su soberanía y en litigio con el País del Sol Naciente.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial las potencias vencedoras se repartirán sus áreas de influencia. Como era de prever, Stalin incumplirá todos sus compromisos democratizadores en los países que quedaban en su órbita. La guerra fría ha comenzado.



Otras fechas:

El 4 de abril de 1945 los soldados de la 4ª división blindada entraban al campo de exterminio de Ohrdruf. Era el primero en ser liberado por las tropas norteamericanas. El espectáculo dantesco horrorizó a los ocupantes. “En un cuarto, donde estaban apilados veinte o treinta hombres desnudos, muertos de inanición, George Patton no quiso ni entrar. Dijo que se enfermaría si lo hacía”, escribió el general Eisenhower describiendo sus impresiones.

Días después el ejército norteamericano debería abandonar el lugar por caer dentro del área de control soviético. El campo sería reabierto convirtiéndose en un GULAG.

jueves, 20 de enero de 2011

Cuando la fruta no madura sola


Estos últimos días han retransmitido en televisión una serie documental titulada: “Apocalipsis: la Segunda Guerra Mundial”. Hay que reconocer la pericia de sus realizadores a la hora de resumir en breves capítulos el acontecer de unos episodios trágicos que arrastraron a media humanidad.

En uno de los capítulos abordan el periodo en que los aliados ya habían desembarcado en Normandía y el frente ruso se había abierto, la suerte parecía echada. Podría decirse que la victoria era únicamente cuestión de tiempo, pero esta afirmación, a mi entender, no es del todo cierta. La victoria iba a requerir tiempo, efectivamente, pero además mucho esfuerzo y muchas vidas. Los “vientos de la historia” sólo avanzan si los hombres se implican, porque de lo contrario hacen como el Cierzo, que cambia de sentido cuando menos te lo esperas. Si los aliados se hubiesen detenido para esperar a recoger el fruto maduro, este nunca habría caído. Para obtener la victoria hubo que luchar palmo a palmo hasta entrar en Berlín y alcanzar la Cancillería.

Pongo en relación esta cuestión con algo que sucedió en mi empresa, una cooperativa. Dada nuestra particular configuración societaria (somos a la par trabajadores y propietarios), carecemos de sindicatos o comité de empresa, pero sí tenemos un órgano que nos representa específicamente en cuanto trabajadores. El caso es que yo había sido elegido por mis compañeros para representarlos. Llevábamos mucho tiempo enfrascados en una dura negociación con la Dirección por un tema importante que buscaba mejorar las condiciones de una serie de personas que tenían horarios más duros y peores condiciones laborales. Un día, tomando un café con varios compañeros, el tema salió a relucir. Uno de ellos comentó que a fin de cuentas lo que demandábamos caería por su propio peso al margen de nuestra intervención; sólo era cuestión de tiempo que de forma natural se realizase. Sinceramente, me sentí indignado ante tal afirmación. Se suponía que el desgaste que llevaba sufriendo para procurar esa mejora había sido en balde; un brindis al sol. Un misterioso determinismo histórico iba a conducir a que la Dirección, tan reacia a cualquier cesión en este terreno, motu propio la llevara a cabo.

Naturalmente la fruta no cayó por sí sola del árbol. Tras mucho esfuerzo, conseguimos que nuestras reivindicaciones salieran adelante. Claro que aquellos que se habían limitado a ver pasar el tren se beneficiaron de lo obtenido por los que nos habíamos deslomado poniendo la vía. Es muy posible que tuvieran la impresión de que aquel “ferrocarril” había emergido como las setas en el monte, sin esfuerzo ni determinación.

Cuando se debatió la última reforma de la ley del aborto, en vista del éxito de las movilizaciones, algunos grupos pro-vida lanzaron las campanas al vuelo afirmando que la batalla ideológica ya se había ganado. ¿Seguro? La ley ha prosperado, en España se producen más de 100.000 abortos reconocidos por año (los que piden factura y pagan IVA), la Píldora del Día Después se suministra sin receta médica, y los líderes del principal partido de la oposición dicen que su preocupación es que las niñas de 16 años puedan abortar “sin permiso paterno”, pero ni se les pasa por la imaginación proponer la supresión del asesinato a escala industrial que se produce en nuestro país. ¿Dónde queda esa “victoria ideológica”?, ¿en el mundo platónico?

La victoria se obtiene con determinación y constancia, o, como decía Churchill, con “sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Lo demás es espectáculo.

viernes, 14 de enero de 2011

Bronca a los Reyes Magos (después de Navidad)


Queridos Reyes Magos:

Este año me habéis traído una camisa y un muñeco del Pulpo Paul. Tampoco sé muy bien para qué os lo cuento, si sois vosotros los que me lo habéis dejado junto al Belén. No había pedido ninguna de las dos cosas, pero parece que la primera ha puesto contenta a mi mujer y la segunda ha hecho gracia a toda la familia. Os agradezco las pertinaces muestras de interés que mostráis año tras año en vestirme, pero os aseguro que además de gustarme no salir desnudo a la calle, hay otras cosas por las que también siento interés. Nada ostentoso: un buen libro, una película, una invitación a cenar a solas con mi mujer... No sé, sorprendedme.

En todo caso, por favor, para años sucesivos leed bien el remite de la carta, porque os puedo garantizar que las peticiones de vestuario no son mías. Entre mis muchas prendas no está la de ser presumido.

Respecto a mis hijas, os habéis pasado cien pueblos. Bien está que les traigáis regalos, cómo no, pero una cosa es “algún” regalo, y otra un chorreo en cada una de las casas de nuestros familiares hasta quinto grado. Por ejemplo, no entiendo porqué en casa de su tía abuela X habéis volcado un contenedor. Son niñas, no los almacenes de Toys “R” Us. Nos gustaría educarlas en una serie de virtudes entre las que se encuentra la austeridad y que sepan valorar las cosas, pero si lleváis esta marcha, en vez de niñas acabaremos teniendo mentecatas.

Llegados a este punto, tengo intención de decretar el estado de excepción para las próximas navidades. Sé que no es nada democrático, pero es que junto con mi mujer hemos de sacar adelante una familia, no una polis griega. Antes de su entrega se requisará todo objeto que supere las unidades que fijemos los padres. Vivimos modestamente pero nos gusta así. Probablemente esta decisión traerá tensiones internas y externas (Navidades hipertensas), pero los excesos de este último año obligan a medidas drásticas. (Eso sí, en el pósito parroquial están encantados de nuestras aportaciones sustraídas con alevosía y nocturnidad.)

Majestades, me despido de vosotros hasta el próximo año. Ya sabéis que tengo bastante de jacobino, ¡de modo que mucho ojito con los regalos!

Cuidad bien de los camellos que también estamos en la protectora de animales.

Se despide atentamente:
Rafael

jueves, 13 de enero de 2011

¿La Fontana de Trevi convertida en un balneario de aguas termales?


Fue una puñalada trapera del noticiario televisivo. Decían que querían conmemorar los cincuenta años de la mítica “La dolce vita”. ¡Pues os habéis lucido!

No es una película que me emocione, para qué engañarnos, se me hace muy pesadita, pero hay que reconocer que Anita Ekberg se salía de la pantalla (o los ojos de la cara al espectador, que todo puede ser). Cuando Silvia (Anita Ekberg) llamaba al joven italiano: “¡Marcello!”, a uno, tartamudeando, le daban ganas de responder: “¿Es a mí? ¿Es a mí?” El peliculón en su día fue un escándalo, y no era para menos; daba un puñetazo de testosterona por conducto visual dejando noqueado al espectador durante 174 minutos.

Pero con la celebración del homenaje (?!) televisivo se acabó el escándalo. Consiguieron aniquilar aquello con lo que no pudieron ni las condenas eclesiásticas ni la censura oficial. El telediario asesinó al mito, a la diosa, la diva, la leyenda. ¡Cincuenta años de “La dolce vita”! Y allí estaban las famosas imágenes del bañito de marras en la Fontana de Trevi, la provocadora feminidad, la rubia cabellera como única protección de la espalda desnuda, todo estudiadamente casual, cuando de repente aparece hablando Anita Ekberg en la actualidad, con la voz rota y los años implacables inscritos sobre la faz. ¡Qué es eso!

Cambio de argumento: “¡Marcello!” “Se ha ido a por tabaco, dice que no lo esperes despierta, que hasta que no se fume el último cigarro no entra en casa. Y que si el estanco está cerrado él espera lo que haga falta hasta que lo abran.” ¿Qué ha pasado? ¿A qué realidad cruel llamamos “tiempo”? ¿Dónde va a parar la belleza esquiva, la lozanía de la juventud? Sólo queda la imagen congelada; lo que un día fue y ya nunca volverá.


En una novela que estoy leyendo, y de la que igual un día hablo, “Riña de gatos. Madrid 1936” (premio Planeta 2010), un crítico de arte inglés está admirando un retrato de Felipe IV y el narrador dice:
“La belleza a la que ha consagrado su vida le ha traicionado al no envejecer con él. Con trescientos años a cuestas, Silver Philip es hoy tan joven como la primera vez que lo vio, y lo seguirá siendo cuando él ya no esté.”

El tiempo se fuga, las imágenes quedan. Gloria de un día, cómo te escapas.

El periodista ya está dando otra noticia. No sale humo del televisor, ha sido un asesinato aséptico. Ahora me doy cuenta, el tiempo ha sido el ejecutor, el informador sólo ha levantado acta de defunción. Ilusión de celuloide. ¿Acaso no consisten en eso los mitos?

domingo, 9 de enero de 2011

Lo poco gusta, y lo mucho cansa


Todavía asoma una sonrisa a mis labios cuando recuerdo a aquel humorista disfrazado de Rambo en mitad de una rueda de prensa preguntando con voz arrastrada a Silvester Stalone: “¿Dónde está el coronel Trautman?, ¿y los muchachos?” Era algo novedoso en televisión. Hasta entonces había existido una clara separación entre los espacios de humor, y las presentaciones y entrevistas “serias”.

Más tarde llegó Caiga Quien Caiga. Particularmente los primeros programas fueron simpáticos. Políticos, artistas, periodistas, veían aparecer a un extraño reportero, micrófono en mano, vestido a lo años setenta y con una negras gafas de sol. En muchos casos, tomándolo en serio, procuraban contestar con solemnidad a las preguntas más disparatadas.

Eso fue al principio, porque enseguida se hicieron conocidos y desaparecido el efecto sorpresa, nada volvió a ser igual.

Ahora la fórmula se ha multiplicado por dieciocho mil. En cualquier presentación, gala, rueda de prensa, un tropel de “graciosos” se abalanza sobre los protagonistas para hacerles preguntas que pretenden ser ingeniosas, pero que frecuentemente son impertinentes. Una vez que el gracioso o la graciosa de turno ha soltado su estudiada ocurrencia, la víctima ha de tratar de salir al paso, respondiendo algo ocurrente que esté a la altura de la pregunta. Pero como la inmensa mayoría de las personas no somos Groucho Marx, suele suceder que queda uno como un pasmado, un estirado o un memo. Todo sea para mayor gloria del entrevistador.

Nada tengo contra los programas de humor. Dios me libre. Ni contra las bromas sanas. Pero pienso que el abuso, en cualquier orden, acaba por perjudicar aquello mismo que se pretende ensalzar. Hay casos en los que se ha cruzado claramente la línea de lo admisible. A modo de ejemplo, me viene a la cabeza un programa radiofónico en el que hacen bromas telefónicas. En una de ellas, haciéndose pasar por el sacerdote que la va a casar, preguntan a la prometida si es virgen. A lo cual la interpelada, bastante corrida y pensando que está manteniendo una conversación privada con un religioso, responde. Cuando se escucha la grabación en el estudio todos ríen, y yo no acabo de encontrarle maldita la gracia.

Cuando se pierde el respeto, cuando se vilipendia a alguien (sea quien sea) para lucimiento de otro, a eso no se le llama humor, sino infamia. Y quien tal acto comete no es un humorista, sino un hombre ruin.

No deberíamos perder de vista la vieja fórmula: “No me río de ti, sino contigo”.

viernes, 7 de enero de 2011

Carta a Gabriel Albiac


Estimado Gabriel:

Te leo con gusto, es cierto. Me pasa con unos pocos ¿articulistas?, ¿escritores?, ¿pensadores? Eso no quiere decir que siempre esté de acuerdo con lo que decís, pero sí que disfruto con lo que escribís y me interesa conocer vuestro punto de vista, lo cual no es poco en un mundo sobresaturado de palabras.

Me gusta el modo en que construyes tus argumentos; tu fina ironía; la relampagueante dramatización que despliegas para poner al desnudo las claves históricas que dan significación a los acontecimientos. Eres brillante, qué duda cabe.

Sin embargo, más allá de acuerdos y desacuerdos, hay algo que me parece peligroso, corrosivamente peligroso –particularmente para ti mismo-; me refiero a la desesperanza.

Cayó tu dios como el Hijo del Sol naciente, destronado por la realidad. Aquel a quien tantas vidas se habían ofrecido resultó ser sólo un mortal más. En el caso del nipón, vino a ser sólo un hombre de carne y hueso; en el del marxismo, una ideología más, incrustada en las corrientes de la historia. Pero como sin Dios, no hay salvación, se te hizo evidente la mayor de las catástrofes: hagamos lo que hagamos, estamos fatalmente condenados.

En “Diccionario de adioses” llegas a afirmar que se nos exige “desesperar del hombre y de su mundo. Y hacer, de esa desesperación irrenunciable, imperativo ético”. ¿Te das cuenta de lo que dices? Desesperación es el nombre de la puerta que conduce al infierno: “Dejad atrás toda esperanza, vosotros que entráis”. Ciertamente “infierno” es en lo que se convierte un mundo en el que Dios ha sido desterrado: “etsi Deus non daretur”, (o bien ha sido reemplazado por ídolos que pueden llegar a usurpar el mismo nombre de Dios, que para el caso es lo mismo). Pero bien advirtió Dostoievski que si Dios no existe todo está permitido. No hay imperativo ético alguno. Si “el otro es el infierno”, ¿qué comportamiento ético le es debido al infierno? El averno es el reino de la abominación, la antítesis de lo Bueno, lo Bello, lo Verdadero, lo Unitario. Es el ámbito de la maldad, la aberración, la mentira, la discordia. ¿Cómo va a brotar de él un imperativo ético?

Si el mundo y el hombre estuvieran absolutamente corrompidos, todavía tendríamos la noción de bien, aunque fuera como lo ausente, lo que echamos a faltar. ¿De dónde brotaría esa idea apetecible?

Recuerda, Gabriel, que el dios que muere no es un dios, porque si algo caracteriza a Dios es precisamente su inmortalidad. Lo que se te murió no fue un dios, sino una farsa. Pero de ello no se concluye que todo es farsa. La farsa sólo es posible como suplantación de lo que es cierto. Es un quiste que vive parasitariamente a costa del verdadero órgano.

Quien desespera no busca, y quien no busca, no encuentra. Los demonios tienen fe, pero no esperanza. Y si algo sé, es que tú no eres un demonio. No tengas miedo. Dios es Logos, no Dionisos. No te va a pedir que cierres los ojos, sino que los abras de par en par, dispuesto a llenarte de realidad.

Te deseo un feliz y prometedor 2011.

Atentamente.
Rafael Hidalgo