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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 31 de marzo de 2013

La inesperada plaga de la guerra




“Las plagas, en efecto, son una cosa común pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas (…). Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: «Esto no puede durar, es demasiado estúpido». Y sin duda la guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo.”

Albert Camus, La peste


lunes, 25 de marzo de 2013

¿Me acusarán de plagio...?


Plagiar, según la Real Academia: "copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias"

Esta tarde me han invitado a dirigir un "taller de escritura" en el curso de mi sobrina Pilar. Sesenta talentos de entre nueve y diez años atendiendo, preguntando, narrando historias y escribiéndolas. Cerca de hora y media de animado disfrute hasta que ha llegado la hora de la triste despedida. Es entonces cuando me he encontrado con una fila de criaturas con sus cuadernos abiertos para mostrarme sus micro-relatos y pedirme ¡que se los firmase! ¡¿Yo?! Pero si no era el autor. Cortésmente he tratado de hacerles ver que en ese lugar debía ir su rúbrica y no la mía, pero de nada ha servido.

Al final me he encontrado firmando dedicatorias en cuadernos escolares debajo de relatos escritos por otros. ¿Seré un plagiario? Haré que me lo miren.

jueves, 21 de marzo de 2013

Los siete samuráis

 

Clásico es igual a perenne. Las Meninas de Velázquez, La Piedad de Miguel Ángel o La Odisea de Homero son obras clásicas porque nunca pasan, gozan de perpetua actualidad, siempre dicen algo por su capacidad de penetración en la realidad.
Por eso, sin faltar al rigor, me atrevo a decir que Los siete samuráis de Akira Kurosawa es un clásico.

La película cuenta una historia en apariencia sencilla. Un pueblo campesino es saqueado periódicamente por una turba de bandidos. Alertados de un futuro ataque, contratan a siete samuráis para que los ponga a salvo.
A lo largo de la narración descubrimos pasiones y actitudes tan humanas como el miedo, la generosidad, la cobardía, la ingratitud, el arrojo, la serenidad, el amor, la prudencia. Cada personaje tiene un perfil bien definido, absolutamente creíble, y se mueve dentro de la condición en que una sociedad marcadamente estamental lo ha situado.

Con una duración de tres horas y media se supone que debería decaer en algún momento, pero Los siete samuráis no lo hace jamás. Nada es caprichoso, todo ocupa su lugar dentro de la trama.
Como la canción Mediterráneo de Serrat, es una película que no me cansa, y la prueba de que ni el color, ni las tres dimensiones, ni los efectos especiales aparatosos son elementos necesarios para hacer una obra de arte.

martes, 19 de marzo de 2013

La Europa de los dodos


Como es bien sabido, el dodo fue un ave extinguida en el siglo XVII a causa de su acomodamiento a un medio excesivamente favorable. Sus alas se habían atrofiado, y su obeso cuerpo se movía torpemente incapacitándolo para escapar a la acción predadora del hombre en el que no era capaz de reconocer un peligro.

El propio calificativo de dodó parece ser que alude a su condición de ave "tonta", "bobalicona".

Hoy vemos con nostalgia las ilustraciones y ejemplares disecados de un animal desaparecido para siempre de la faz de la Tierra.

Europa sigue las huellas del pájaro "tonto". Edificada trabajosamente sobre las ruinas de la antigua Roma, ha acabado por encontrar en la abundancia y suficiencia su condena. En realidad, no sabe vivir de otro modo. Frente a la crisis económica que la sacude, se mueve confusa y torpe, incapaz de elevarse a causa de su peso mórbido.

Sin embargo, esa crisis no es la causa de su próxima extinción. El signo inequívoco de su fin no se halla reflejado en la prima de riesgo o en el IPC, ni siquiera en las altas tasas de paro, el dato que delata su acabamiento encuentra su constancia en la famélica tasa de natalidad que ha entrado en un ciclo posiblemente irreversible.



La vieja Europa es ahora una Europa vieja, senil, maniática, egoísta, preocupada por sus caudales, aunque no pueda llevarse un céntimo a la tumba que le aguarda. Se ha vuelto miope, y en su ceguera no es capaz de ver un futuro que se atisba con franca nitidez desde puestos más elevados, como pueda ser el minarete de una mezquita.


jueves, 14 de marzo de 2013

Lo incomprensible en nuestro tiempo


A la hora de comprender un hecho o una cosa cualquiera el primer requisito es estar abiertos a esa realidad, tener disposición a dejarse traspasar por ella libres -en la medida de nuestras posibilidades- de prejuicios que perturben nuestra percepción.

Digo esto porque en los días previos a la elección de Papa sesudos analistas nos han ido ofreciendo previsiones de lo más variado a propósito del resultado del Conclave... ¡y han errado!

Ellos introducían variables en su ecuación que les parecían sumamente relevantes: progresista o continuista, blanco o negro, europeo o extraeuropeo, joven o viejo, liberal o conservador, de la cuerda de Pepito o de Juanito... A partir de la misma, sacaban sus conclusiones... ¡equivocadas!

¿Cuál es, a mi modesto entender, el error fundamental en que han incurrido?

Dejando de lado la intervención divina, ¡que ya es dejar!, les parece inconcebible que un grupo variado de personas busquen por encima de todo el bien común, la fidelidad a la misión recibida. Estamos acostumbrados a partidos, sindicatos, lobbies, agrupaciones varias que luchan por los intereses particulares de los que representan. Pero hete aquí una comunidad de hombres que reza pidiendo luz para encontrar a quien más bien nos hagan de forma universal (católica), al margen de sus intereses personales o grupales. El resultado es que salen elegidos Papas que aspiraban a volver a su tierra natal para retirarse, o que imploran a sus hermanos que recapaciten temerosos de la responsabilidad que les viene encima.

La beneficiada de todo esto es la comunidad de hombres y mujeres de buena voluntad, y de aquellos que la tenemos no tan buena pero sabemos reconocer el bien y en nuestra debilidad nos dejamos acariciar de vez en cuando por nuestro Padre y Creador.

Francisco I, sé bienvenido. Gracias por no apearte y estar dispuesto a acompañarnos y ayudarnos en este viaje dramático y fascinante.

martes, 12 de marzo de 2013

Combatiendo en amistad




Mira que me lo había dicho mi madre: “aféitate, hijo mío, que vas hecho un marrano”. Bueno, en realidad no había parado de repetírmelo, que es lo suyo. Pero, para ser fiel a la tradición, yo no le había hecho el más mínimo caso. ¿No quieres taza? Pues taza y media.
Y así salgo en la foto con mi amigo y excelente karateka Agustín Subías. La instantánea nos la tomaron en el curso organizado por el maestro Santos Nalda el sábado pasado (9 de marzo), del cual Agustín ha hecho una crónica inmejorable en su blog que recomiendo vivamente.
Sólo añadiré que disfruté de lo lindo, tras las cinco horas de entrenamiento perdí algún kilo, aprendí un montón y, mejor aún si cabe, compartí todo eso en compañía de buena gente.
Gracias a Agustín por la entrada que me dedica. Muestra que las personas nobles no ven las cosas como son, sino como están llamadas a ser. Espero llegar un día a hacerme digno de sus palabras. Fue un privilegio compartir tatami.


domingo, 10 de marzo de 2013

El lugar de un hombre honrado



Nos dirigíamos a la reserva natural de La Alfranca y pasamos junto a aquel taller. Qué bien, a la vuelta aprovecharía para cambiar la bombilla de la luz de freno, pues el día anterior había sucumbido.

Así lo hice. Después de jugar con mis peques y contemplar juntos a las cigüeñas, nos detuvimos en el modesto taller. El dueño, que estaba arreglando un vehículo, enseguida se acercó para ver qué queríamos. Le expliqué lo sucedido.

- No tengo ni la más remota idea de coches -confesé.

Mientras mis menudas damas saltaban felices de un lado a otro del local, el mecánico se encargaba de todo.

Le llevó algo más de diez minutos, pues tuvo que probar distintos destornilladores para liberar las luces y montar después la pieza del coche.

Yo portaba en el bolsillo veinte euros. ¿Qué podría cobrarme? Sólo esperaba que el precio no superase aquella cantidad.

Tras concluir, se rascó la cabeza y me dijo: "son dos euros". 

No me conocía de nada. Movera, que así se llama el pueblo, es un lugar de paso, por lo que sabía que era improbable que volviera a pisar su taller. Dejó de hacer su faena para atenderme a mí y darme prioridad. Y lejos de aprovechar para desplumarme, me cobró dos simples, modestos y redondos euros.

Al subir en el coche mi imaginación voló a los casos de corrupción que infestan la vida pública. Gentes a las que varios millones de euros les resultan insuficientes y aprovechan su posición ventajosa para robar más y más. Un sencillo mecánico me había devuelto la esperanza. No todo está perdido, pensé. Hay gente honesta, que no se justifica para beneficiarse a costa de los demás, hay personas que valen la pena.

Amigo lector, si alguna vez pasas por el municipio de Movera, anejo a Zaragoza, has de saber que en el número 376 de la avenida principal hay un taller mecánico del que se puede decir algo muy grande: aquí trabaja un hombre honrado.

jueves, 7 de marzo de 2013

Una charla sobre Edhukazion


Me recomendaron vivamente acudir a aquella conferencia. El tema era de lo más interesante, la educación de los hijos. Al parecer, el ponente era una autoridad en la materia. En su extenso currículum, entre otras muchas cosas, figuraba su condición de profesor en una prestigiosa universidad catalana. Con tamaña reputación no es raro que la sala se llenara.

El orador tendría aproximadamente mi edad (veintitrés o veinticuatro años… Venga, vale, cuarenta y tantos). Había venido de Barcelona y se expresaba correctamente, como era de esperar dada su ocupación pedagógica. Además, abordaba las cuestiones con general acierto y lucidez. Sin embargo, las diapositivas que mostraba estaban salpicadas de faltas de ortografía y errores gramaticales de bulto. En alguna conté hasta cuatro.

Cuando digo incorrecciones “de bulto” no exagero. Para muestra un botón, la conjunción “y” era sustituida frecuentemente por la “i” latina, con lo cual, expresiones como “estima y afecto” aparecían como “estima i afecto”. No, no era un texto escrito en catalán, sino en español.

Lo reconozco, me desconcertó. Mi hija de siete años no comete tantos errores. Entonces, ¿cómo puede ser que una persona dedicada a formar en el ámbito universitario y que imparte charlas en diversos foros muestre semejantes carencias?

No pretendo hacer norma de un caso, pero sí sospecho que la educación en lengua española que se da en Cataluña es francamente deficiente, y no es algo que venga de ayer. Lo más grave es que no se le dé importancia, que haya quien vea irrelevante descuidarla, quizá porque creen que su dominio del catalán (si es que de verdad lo tienen) les sirve de coartada. No se dan cuenta de que minusvalorar el español no ensalza el catalán, sólo les priva innecesariamente del  uso adecuado de una lengua valiosa y propia, pues tan suya es una como otra. De hecho, como he comentado, en el caso del conferenciante hablaba perfectamente español.

Por otra parte, a mí no se me ocurriría hacer una presentación en inglés y escribir, por ejemplo, “boys y girls, men y women…”, por muy satisfecho y cómodo que pueda sentirme con mi idioma. Mi exposición quedaría en gran medida desautorizada. Si sé que estoy pez en inglés pido a un amigo que corrija mi escrito.

Al final el ponente nos recordó una cuantas cosas importantes sobre la educación de los niños, que era de lo que se trataba, aunque a la par y sin pretenderlo pusiera de manifiesto las carencias que viene arrastrando la formación desde hace demasiado tiempo.

 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Una palabra mágica llamada "derecho"


"Entre esas palabras mágicas que componen el vacío de los discursos políticos, con imágenes de generosidad (solidaridad), de esperanza (progreso) y de sabiduría técnica (modernidad), hay una voz relativa a la justicia que se tiene reservada para zanjar discusiones conflictivas entre ambiciones sociales opuestas o divergentes: derecho, tener derecho. El bando que consigue designar con la palabra derecho a su ambición, y que así la llamen quienes no están comprometidos en el pleito, ha comenzado a ganarlo".

El Discurso de la República, de Antonio García-Trevijano 





martes, 5 de marzo de 2013

Pinceladas de una comida con Fernando García de Cortázar


Fernando García de Cortázar, todo un referente entre los historiadores españoles. Sólo su "Breve Historia de España" lleva vendidos más de un millón de ejemplares, que no es moco de pavo.

Y allí estaba él, el primer día de marzo, locuaz, atento, en un clima familiar que invitaba a la franqueza, como es el habitual en los Encuentros Literarios Miguel Delibes.

Hablamos mucho sobre la actual situación de España. De los retos a los que tiene que enfrentarse la más antigua de las naciones. Subrayó las dejaciones en su misión nacionalizadora de los distintos gobiernos desde la Transición.

Por supuesto, se habló de Historia. Entre las muchas cosas que comentó me quedo con una: la importancia del Concilio de Trento en la defensa de la Libertad. Según comentó García de Cortázar, el luteranismo se ha llevado los laureles, pese a caer en un determinismo poco acorde con la libertad. En Trento hubo más de un partícipe que pretendió establecer fórmulas de compromiso que permitieran tender puentes al protestantismo. Sin embargo, prevaleció como tesis Católica la de la existencia de la Libertad, integrada y compatible con la Gracia, pero no aniquilada ni menguada por esta.



Antes de marcharse tuvo la gentileza de dedicarnos los libros que le presentamos. A mí me firmó uno para mis pedugas con unas amables palabras dirigidas a ellas. Se trata de "Pequeña Historia de los Exploradores". Me lo he empezado a leer a la par que mi hija mayor, y me parece muy apropiado para niños con unas nociones básicas de Historia y geografía y para adultos con ganas de aprender cosas, es decir, ¡que estén vivos!