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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 28 de diciembre de 2014

Parte 2: Roma para náufragos



Llega la segunda parte de nuestro desembarco romano. En esta ocasión nos adentramos en la Universidad Gregoriana con alevosía y nocturnidad, descubrimos con sorpresa la fuente que engalana la entrada del Panteón y contemplamos Roma desde el techo de la curia de los Jesuitas (y es que no se podía subir más alto).

¡Bienvenidos a una nueva entrega de Roma para náufragos!

miércoles, 24 de diciembre de 2014

La gloria de mi padre... y de la escuela pública



Acabo de leer "La gloria de mi padre", de Marcel Pagnol, y he de decir que me he ha hecho pasar un rato muy grato con sus andanzas infantiles.

Los hechos acaecen a principios del siglo XX, cuando el agua corriente era un bien escaso y la luz eléctrica un sueño al alcance de unos pocos.

Quiero traer aquí una cita que muestra lo que era la escuela pública en Francia, patria del autor, una escuela que buscaba la excelencia y la redención social de los alumnos a un alto precio, el del sacrificio personal. Ahí no valía el halago al alumno ni su disculpa victimista, sólo la exigencia. Y el maestro sabía que el logro de su misión pasaba por la acrisolada ejemplaridad.

«He conocido gran número de estos maestros de antaño.
Tenían una fe absoluta en la belleza de su misión, una confianza radiante en el porvenir de la raza humana. Despreciaban el dinero y el lujo; rechazaban un ascenso para que se le concediera a otro, o sólo por continuar su tarea en una aldea abandonada.
Un viejo amigo de mi padre, que obtuvo el número uno en la Escuela Normal, debido a esta hazaña inició su tarea en un barrio de Marsella. Era una barriada piojosa, habitada por maleantes y por la que nadie se arriesgaba a transitar de noche. Allí estuvo desde el principio hasta que se retiró. Cuarenta años en la misma escuela, cuarenta años en la misma silla. Mi padre le preguntó un día:
-¿No has tenido nunca ambiciones?
-Claro que las he tenido –le contestó-. Y creo que he triunfado. En veinte años, mi predecesor vio guillotinar a seis de sus alumnos. Yo, en cuarenta, no he visto cortar la cabeza más que a dos. Tuve otro que fue indultado justamente. ¡Valía la pena mantenerse allí!
Porque lo más notable es que aquellos anticlericales tenían alma de misioneros. Para llevar la contraria al señor cura (cuya virtud se suponía falsa), vivían como santos y su moral era tan inflexible como la de los primeros puritanos. El inspector de la Academia era su obispo; el rector, arzobispo, y su ministro un papa al que había que escribir en papel sellado y con las fórmulas de rigor.
“A semejanza de los sacerdotes –comentaba mi padre-, trabajamos para la vida futura; sólo que en nuestro caso se trata de la vida futura de los demás”.»

domingo, 21 de diciembre de 2014

Roma para náufragos. Parte 1



En sus marcas, listos... ¡ROMA!

Por fin el vídeo de la llegada a "nuestra ROMA", madre de Occidente. Salimos de la Zaragoza de Palafox, pasamos por la Barcelona de Joan Manuel Serrat y ponemos pie en Roma... y en algún que otro enclave extraterritorial.

¡Bienvenidos a ROMA para náufragos!

jueves, 18 de diciembre de 2014

235, mi turno. ¡Me ahogo!



Acudo a la oficina principal de Correos para recoger un envío. Pulso el botón del expendedor y cojo mi número. Veo que tengo para un rato, así que me siento en uno de los bancos. En la amplia sala hay tres grandes paneles llenos de dibujos infantiles. La verdad es que nadie les hace caso. Supongo que formarán parte de alguna campaña organizada por la RENFE o como quiera se llame ahora.

De repente una voz recia rompe la desidia ambiente: “¡Señora!, ¡señora! Está prohibido hacer fotos”. Levanto la cabeza sorprendido y veo cómo el guarda jurado, en el que hasta entonces no había reparado, se acerca enérgico hasta una pobre mujer que estaba a punto de hacer una foto a alguno de aquellos dibujos ignorados. Con gesto hosco el vigilante insiste en su apercibimiento y la mujer balbucea avergonzada una disculpa: "yo no sabía..."

¿Prohibido hacer unas fotos a unos dibujos infantiles? ¿Y para qué los tienen expuestos en un lugar público? ¿Qué son, obras inmortales realizadas con materiales fotosensibles?

Me invade una ola de indignación y me acuerdo de algo que hace unos días comentaba mi amigo Pepe. “¡Esto es asfixiante!”, se lamentaba. “Todo está prohibido. Veo a un padre en bici con su hijo de ocho años jugándose el tipo por la calzada porque por muy ancha que sea la acera un niño no puede ya ir por ella. Y si un niño en bici no lleva casco, multa, y así con todo”. En aquella tertulia otros discrepaban: “Es que puede atropellar a alguien. Es que puede pasar algo…” Pero Pepe, el más maduro del grupo, se reafirmaba: “Yo de niño jugaba en la calle, y nuestros padres sabían que nos podía pasar algo, pero asumíamos riesgos. Ahora todo está controlado y cuando pasa cualquier cosa lo primero que se hace es buscar un culpable. ¡Esto es asfixiante!" -insistía.

Sí, Pepe, estoy contigo, aunque igual sólo seamos dos. Los dos últimos. Esto es asfixiante. Todo normalizado, todo bajo control. No se puede. Prohibido. Normas, normas y más normas. Y luego dos crías de quince años se pegan un lote ostentoso en mitad de la calle buscando hacerse ver y todos tenemos que callar, hacer como que no pasa nada, y yo con mis hijas hacerme el tonto y buscar otro camino para evitar chocarnos de frente con esa exhibición de impudicia impuesta como otra norma. Bien saben las protagonistas que no hay autoridad ninguna, sólo norma, potestas, coacción. Se lo repiten a diario en el cine, la radio, la escuela, la televisión..., imponte sobre los demás al amparo de la norma. Por eso su gesto proclama un dogma inapelable: no hay virtud, sólo ley coactiva. No discrepar, no hablar, obedecer, aguantarse, mimetizarse con el rebaño.

Miro la pantalla digital y luego el papelito que sostengo entre mis dedos. Va a ser mi turno. No te des mal. Coge el sobre que has venido a buscar y vete. Olvida lo sucedido con los dibujos de los niños. Seguro que ellos se habrían sentido orgullosos de saber que hay quien ha querido fotografiarlos, pero alguien estúpido ha dictado una norma tan estúpida como él, otra más, y aquí el capricho se hace ley mientras sobre el sentido común pesa la sospecha de fascismo.


“235”, mi turno. Firmo, recojo mi sobre y salgo a la calle. Necesito respirar. Esto es asfixiante.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Presentación de "Roma para náufragos"



"Polizón y Náufrago" ha desembarcado en Roma, corazón de la Historia y de la Iglesia, para descubrir algunos de los secretos de esta ciudad única.

Embárcate con nosotros y disfruta de este singular viaje.

¡Bienvenidos a ROMA PARA NÁUFRAGOS!

jueves, 11 de diciembre de 2014

La nueva docencia y la vieja indecencia



Dice Ortega y Gasset, creo recordar que en La deshumanización del arte, que cada época guarda una sorprendente fidelidad consigo misma. Idéntico espíritu anima el arte, el pensamiento y la vida ordinaria de los pueblos en cada periodo de la Historia.

Nuestra época no es una excepción. Sólo si reparamos en ello comprenderemos lo que nos sucede.

Recientemente leía en el estimulante blog El café de Ocata de Gregorio Luri una entrada en la que se mostraba un anuncio que proponía el arquetipo del “nuevo docente del siglo XXI”. La característica primera de este nuevo(?) docente era que “no explica, enseña destrezas y habilidades”. A partir de ahí don Gregorio ponía cabalmente al descubierto el oxímoron que supone enseñar sin enseñar. Todos los supuestos sobre los que se asienta ese nuevo docente(?) son, a lo que parece, verdades de fe inexplicables, o a lo menos inexplicadas.

Resulta que el modelo educativo del siglo XXI (largo lo fían) aspira a hacer desaparecer los contenidos en pos de unas herramientas que permitan al alumno hallarlos. Claro que como no se indica qué han de encontrar difícilmente pueden saber qué buscar. La educación desprovista de una meta, de un fin extrínseco a la propia metodología, lo único que ofrece es un camino a ninguna parte. No hay verdad, no hay fin, no hay nada que aportar. Es como si a Viernes le entregáramos los restos del naufragio sin la asistencia de Robinson Crusoe. "Toma Viernes, aquí unas vergas, un calcetín del revés, una especie de tierra llamada pólvora, un tubo de hierro anclado a un trozo de madera, un barril donde pone ron con un líquido dentro, una caja con unas cosas que igual son galletas que comida para perros..., sé innovador, progresa hasta el infinito y más allá".

Si nos fijamos bien esto mismo sucede en el campo político. La democracia ha dejado de presentarse como una fórmula instrumental de gobierno para transformarse en un fin en sí misma. "Nosotros los demócratas". ¿Qué fin debe perseguir la sociedad? Ser cada día más democrática, nos responden.  Eso está muy bien, pero para ir a dónde. "Ser más abierta, más plural, bla, bla, bla, bla..." Qué sí, que está muy bien, pero para ir a dónde, en torno a qué proyecto estamos toda esta panda juntos. Una pluralidad infinita aniquila la sustancia de la que forma parte, hará falta un elemento aglutinante.


Así que visto lo visto, los distintos grupos de intereses particulares se ponen en marcha en forma de lobby tratando de llevar el ascua a su terreno, pues ellos sí tienen claro a dónde nos quieren llevar. Faltos de metas que nos ayuden a trascendernos nos proponen una: la suya. Y en nombre de una libertad carente de brújula acabamos arrastrados por la marea de los demagogos que prometen libertad sin responsabilidad, vamos, la cuadratura del círculo.