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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

miércoles, 3 de noviembre de 2010

¡Que viene, que viene, psss, psss...!



Cuando éramos pequeños si algún adulto nos advertía de que se iba a producir un acontecimiento importante, mostrábamos nuestro nerviosismo alborotándonos. Corríamos, gritábamos, saltábamos. Yo no sé si con la próxima visita papal hay quien ha entrado en una fase pueril extrema que le lleva a hacer cosas bastante extrañas, hasta el punto perder el más elemental sentido del ridículo.

En concreto pienso en el hecho de que algunos prohombres de esos a los que se les llena la boca con la libertad de los pueblos, los derechos lingüísticos y el Sursum Corda han advertido al Papa de que tiene que dirigirse a los fieles en catalán o en gallego, según se tercie; que para algo su territorio es un país, un continente, o incluso una galaxia provista de sus propias leyes físicas; ¡ojito! Por supuesto, estas mismas personas si van al pueblo natal del Papa (Marktl, impronunciable para mí) no hablarán en bávaro, básicamente porque lo desconocen. Probablemente tampoco en alemán, por la misma razón, así que apañaditos y gracias si chapurreando en inglés consiguen hacerse entender por los nativos del lugar.

Pero a la hora de exigir. ¡Ah, amigo, a la hora de exigir! El Papa no sólo ha de hablar bien alemán, inglés, francés, español, italiano, latín, griego... sino también el catalán y el gallego (a ser posible con acento de Orense); aunque el cincuenta por ciento de la población de Cataluña y Galicia no lo empleen por mucho que se empeñen los comisarios lingüísticos de los respectivos territorios.

Conste que las dos lenguas me son simpáticas a pesar de los iluminados que las enarbolan como bandera política. Si me agradan es fundamentalmente por las personas brillantes que históricamente las han utilizado, como Alfonso X el Sabio, rey de Castilla, quien glosaba sus poesías en gallego (qué decir de la extraordinaria Rosalía de Castro), mientras el genial filósofo Raimundo Lulio lo hacía en catalán. (Otras geniales figuras también lo hicieron, como Joan Maragall, Eugeni D´Ors, etc.)

Pero a lo que iba, a esas luminarias que advierten al Papa de que se dirija a los fieles en catalán o gallego les importa un comino el cielo al que señala el Santo Padre. Para ellos lo relevante es si lo hace con el dedo índice o con el anular, "porque aquí se hace con el anular, y si no, no lo queremos". Se irá el Papa y seguirán sin haberse enterado de la cúpula celeste que les cobija. ¿Para qué, si su ombligo es el universo?

Por cierto, si acudieran Nelson Mandela, Woody Allen, o Bono de U2, ¿también les exigirían que hablaran en catalán o gallego? Alguno ya ha estado por allí y no he oído nada parecido. Curioso, muy curioso.

3 comentarios:

  1. Hola Rafael,
    desde luego la visita del Papa no deja indiferente a nadie... o lo acojen con los brazos abiertos o ponen todos sus esfuerzos en que no pise el país. Personalmente, me entristece (y me da coraje también)la falta de respeto que están demostrando estos grupos anti-papa.
    Un saludo!

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  2. Hola Rafael,¡Vaya chispa para meterles digitus medius del corazón en toda la llaga! sólo lo quieren del Papa, mostrándose tan fieros y en cambio, una sola frase en catalán de Obama, por ejemplo, los conquistaría hasta la pandereta.¡Cuánta debilidad, enfermedad, miseria, envidia, ira, deseos de ser dioses y manipular conciencias tienen esos del ombligo en ese curioso necionalismo que pudre sus cuadernas y muestra sus vergüenzas!

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  3. Ana Belén, NIP, cuando escrito estas líneas ya se ha producido la visita del Papa y creo que estaremos todos de acuerdo en que ha sido un regalazo. La luz que ha traído ha dejado en nada cualquier atisbo de rechazo. Que Dios lo bendiga.

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