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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO
jueves, 18 de noviembre de 2010
Epidemia de huérfanos
Carlos fue compañero mío de clase desde los seis años. Tenía un hermano y una hermana y eran huérfanos de padre. Nunca hablábamos de eso porque, aunque niños, todos comprendíamos que era una cuestión muy sensible; una privación que el destino había impuesto a sus vidas.
A Ricardo lo conocí bastantes años después; algo más joven que yo, compartía con Carlos la temprana orfandad paterna. Todavía cuando nombra a su progenitor lo hace con respeto, cariño y manifiesta admiración. Pese a su ausencia, tienen en su vida un modelo de conducta.
Hoy nuestra sociedad se ha llenado de huérfanos. Con una orfandad adulterada, como tantas otras realidades que nos acompañan, pero orfandad al fin y al cabo. Matrimonios y sucedáneos se rompen por doquier para reagruparse en distintas parejas que pueden quebrarse nuevamente y pasar a formar nuevas combinaciones. No es extraño que los niños queden de facto huérfanos, aunque teóricamente cuenten con multitud de “padres” y “madres” con los que pueden tener algún tipo de trato.
A esto hay que añadir las llamadas “familias monoparentales” en las cuales, por ejemplo, una mujer queda embarazada intencionadamente sin el menor propósito de darle un padre a su hijo. Aquí no hay una orfandad sobrevenida e indeseada, sino buscada y desprovista en origen del menor referente paterno. Esto, en vez de presentarse como una carencia, se muestra como una opción tan deseable como otra cualquiera.
Sin duda las víctimas principales de todo ello son los niños, desposeídos de su padre o su madre y carentes con frecuencia del referente personal que deberían tener en sus progenitores.
La demolición afectiva es brutal y su propagación se ha convertido en una auténtica epidemia.
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Existen también los huérfanos fantasmas . Aquellos que tienen padres, pero nunca están. Su sonrisa también ha desaparecido.
ResponderEliminarLos niños son las grandes víctimas de estos dos último siglos.
Felicidades por la reflexión.abrazos
Cuanta tristeza me produce la pérdida de valores que estamos sufriendo en nuestra sociedad. Y no me refiero a valores impuestos por ninguna religión o filosofía; me refiero a los valores morales que guian nuestra conducta de acuerdo a la condición del ser humano. Vamos con rumbo perdido; creemos que esto es progreso pero nos equivocamos y sucede todo lo contrario. Y como siempre quien paga esto son los más desfavorecidos.
ResponderEliminarHola Rafael, ¡cuánta razón llevas!, por eso es importante suplir la paternidad como tíos o extender la que se tiene como "el padre que necesitan", en la medida que Dios nos deje, no sé como, pero Él nos pone a esos chiquillos en el camino por algo, intuyo por la entrada que ya te ha tocado ser padre de ajenos ó has tenido ese fuerte impulso que brota de las entrañas.
ResponderEliminarÁngelo, ¡cuántos casos como los que comentas! Y la tele convertida en suplente.
ResponderEliminarJavier, así es. En el núcleo de todo ello la persona, y ésta, desahuciada.
NIP, suplir, suplir, no se puede, pero echar una mano, seguro ;D