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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

jueves, 27 de febrero de 2020

En las afueras de la razón




Una gran parte de la filosofía se ha presentado como adalid de la pura racionalidad. Cualquier aspecto que quedara fuera del marco especulativo, analítico, lógico, era tachado de irracional, cuando no abiertamente de supersticioso.

El caso es que la propia filosofía se origina extramuros de estos postulados.

Para empezar su denominación: filo-sofía, alude a un afecto: el amor. Amor a la sabiduría.

Ciertamente podemos afirmar que el amor es algo más que un afecto. De vocación lo califica Julián Marías. Pero la vocación tampoco surge por un razonamiento lógico, sino que es un fruto de un encuentro, de una llamada que recibimos.

Aristóteles hablaba del asombro como motor de la filosofía. Y Kant aludía a la admiración que le producía el cielo estrellado sobre él y el orden moral dentro de sí.

A mí lo descomunal del universo me sobrecoge. Y la amenaza de la muerte me produce una mezcolanza de pesadumbre, inquietud y compasión.

Así que la razón queda en una posición más humilde, aunque no por eso marginal. Es un instrumento (órganon) que trata de atender a nuestras necesidades vitales. De ayudarnos a hacer nuestra vida.

Y esta es mi reflexión de un viernes recién estrenado a las 0:28 de la noche. Me voy a la cama.

6 comentarios:

  1. Buena reflexión, Rafael.
    A mí, pensar en la muerte me impone muchísimo. Saber que es inevitable me produce una tristeza enorme.
    Feliz fin de semana.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Igualmente, Amalia. Buen fin de semana y otro abrazo grande.

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  2. El concepto de vocación para mi es difícil de asimilar. Entiendo perfectamente el sentido de las palabras, pero una llamada implica alguien que llama, me parece útil, en efecto, para describir una realidad, hay trayectorias que nos llaman, otras que no, pero pienso que aun no he encontrado la forma de asimilarlo más allá de la mera metáfora

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    1. La llamada vocacional es íntima. Es la medida de nuestras autenticidad. El cara a cara con nosotros mismos, sin meditaciones. Yo sí la veo clara, y ello me abruma.

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  3. El tema de la muerte en mi persona no me preocupa demasiado, no al menos en este momento y en estas circunstancias; dejé pronto de lado esa zozobra tan unamuniana, aunque he cambiado de ideas en tantos momentos que no sé si mañana puede que piense diferente en este aspecto...., lo que sí me preocupa es la muerte de mis seres queridos, y ese sí es un dolor real. La inmensidad del cosmos por contra me tranquiliza, hay algo gradioso en formar parte de todo aun de una forma tan minúscula y tan temporal.... Decía Lewis pensando en la muerte de su esposa (cito de memoría) "Alzo los ojos al cielo de la noche, es de todo punto evidente que si pudiera recorrer esa inmensidad de espacios y de tiempos no volvería encontrar su voz ni su tacto. Murió, está muerta... es que se trata de una palabra tan difícil de comprender" Es un doloroso contraste entre lo inmenso del cosmos y lo personal de su pérdida.

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    1. En Unamuno me siento comprendido, aunque no consolado, pues precisamente manifiesta el desconsuelo.

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