Estoy enfrascado en "El reino del hombre" de Rémi Brague y hay unas cuantas cosas que me llaman la atención. Una de ella es la distinción que hace de la idea de "proyecto" del pensamiento antiguo-medieval respecto al del hombre moderno-contemporáneo. Para el primero el hombre tiene una "tarea", se encuentra ante un "quehacer" que le viene dado, a veces en forma de fatalidad. Sin embargo el moderno habla de "proyectos" que él mismo establece; es artífice de sus propias metas.
Visto así, el pensamiento de Ortega entroncaría con el clásico-medieval. Efectivamente, para el pensador madrileño la vida humana es un proyecto que se tiene que realizar en vista de unas circunstancias, pero no de cualquier proyecto, sino de una vocación que le viene dada y a la que puede ser fiel o no. El nivel de autenticidad de su existencia dependerá del grado de lealtad que guarde con respecto a dicha vocación.
Y pensando, pensando, me doy cuenta de una de las razones por las que Julián Marías animaba a realizar una teología desde la razón vital. La existencia de un mundo de los fines, de una teleología, apunta a su supuesto, a un Logos que lo articule. Mientras que si esos fines son puro artificio, sueños que se saben tales, no dejan de ser brújulas sin polo magnético que los guíe.
Autenticidad de la existencia, Taylor ya denunciaba la autenticidad moderna muy del auto, del uno mismo, de aquello que conquisto, gano, realizo, etc. Vocación, vocare, llamado, para que halla llamado debe haber alguien que llama y alguien que escucha, si es uno mismo el que se llama, caemos en lo del modernismo. Descubrir ese Logos, no construirlo, es una gran empresa. Pero como pasa con el amor, no se trata de amarse uno mismo ¿qué gracia tiene? el amor para que transforme mi existencia debe haber encontrado al amado. Que tranquilidad saber que lo auténtico no es lo ególatra ni el hedonismo. Feliz Navidad Rafael, saludos desde Perú.
ResponderEliminarDe hecho hay un caso claro de vocación, que pone como ejemplo el propio Julián Marías, y es el enamoramiento. Uno no elige de qué persona se va a enamorar, de hecho puede llegar a enamorarse de la persona más inconveniente que quepa imaginar. Se "descubre" enamorado. Es una vocación, una llamada. Luego a esa llamada se le puede ser fiel o no.
EliminarA menudo se dice que los matrimonios concertados funcionaban razonablemente bien, y puede ser cierto, como lo es que tampoco se les pedía demasiado, no se ponía la existencia entera en ello. Bastaba con que cada uno cumpliera su papel. Pero ahí no hay una existencia radical (en el sentido de ir a la raíz).
Gracias, Tomy. Feliz Navidad para ti también desde España.
Pues pienso que debe de ser una lectura de gran valor.
ResponderEliminarTendré en cuenta este título.
Un fuerte abrazo.
Otro para ti, Amalia. Y justo a tiempo: ¡¡Feliz 2019!!
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