En cierta ocasión leí una entrevista a Álvaro Marías en la que decía que muchas personas decían conocer a su padre, el filósofo Julián Marías, pero que quienes lo trataron con posterioridad a la muerte de su esposa, Lolita, realmente no lo habían conocido.
Don Julián llegó a escribir que cuando alguien se enamora sufre un cambio ontológico, pues el centro de gravedad de su vida pasa a ser la persona amada; es ella la que ilumina toda su realidad.
Cuando murió Lolita, confiesa Marías en sus Memorias, "Para mí fue el fin. No por desgracia de mi vida, como hubiera deseado, sino de todo lo que tenía sentido. (...) No puedo explicar el hundimiento que sentí, la impresión de que todo había acabado. Me quedé sin proyecto".
El fin de "todo lo que tenía sentido". El sinsentido, antítesis de la filosofía, invadiéndolo todo. La vida humana definida como proyecto en vista de una circunstancia, vaciada de proyecto.
¿Y si al final resulta que el sentido de la realidad está en el amor? ¿Y si los verdaderos sabios son los enamorados?
(Foto de Dolores Franco -Lolita- leyendo... y siendo amada).
Esa sensación de que todo ha terminado para siempre, es tristísima. Se ve la realidad totalmente diferente.
ResponderEliminarSeguro que el amor es muy importante y, cuando pierdes a la persona amada, las ilusiones y proyectos se destruyen.
Un fuerte abrazo, Rafael.
En realidad, Julián Marías creía en la vida perdurable. De hecho esta esperanza y su fe religiosa lo pusieron a salvo de la tentación de la desesperación.
EliminarComo siempre, mil gracias, Amalia. Un abrazo
Es de alabar, que en la ultima pregunta utilices el verbo ser y no estar, no basta estar, muy transitoria, muy poco, se necesita ser, que el amor sea en uno y uno en el amor, estabilidad, perennidad, exclusividad, hacernos parte del amor. Termino con san Agustin ¡AMEMOS Y HAGAMOS LO QUE QUERAMOS!
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