Correo electrónico

BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

lunes, 14 de enero de 2013

¿Qué es el hombre?


En el siglo VI Boecio afirma que el hombre es una “sustancia individual de naturaleza racional”. Santo Tomás en el XIII hará suya esta definición, y será la que prime hasta que Descartes la reelabore y nos diga que yo soy “una sustancia que piensa”.

Cuando hablamos de razonar o de pensar, aludimos a la capacidad de conceptualizar, de abstraer, relacionar, derivar consecuencias. Julián Marías decía que la razón es “la aprehensión de la realidad en sus conexiones”.

Pues bien, supongamos que un día conseguimos un ordenador capaz de “razonar” de forma autónoma, de aprender y comprender. Con ello, ¿habríamos fabricado una persona? Está claro que no.

Por eso, sin menospreciar lo que de valioso tienen las definiciones mencionadas, me parece más acertado el acercamiento de Julián Marías a esta cuestión.


Nuestro filósofo da dos definiciones de persona; la primera es la de “alguien corpóreo”. Nada asimilable a una “cosa”, nada de “sustancia”, sino “alguien”, una realidad abierta, relacional, proyectiva, intrínsecamente personal. Y además no etérea, sino encarnada, corpórea.


La otra es esta: persona es una “criatura amorosa”. Criatura en el sentido de que es radicalmente novedosa. Una persona no se deriva de una realidad previa, como el agua lo hace del hidrógeno y el oxígeno,  no “procede” de unos compuestos que la constituyen, sino  que consiste en un proyecto innovador. Cada persona supone una nueva creación. No somos tornillos intercambiables, sino alguien insustituible e irrepetible.


Una cosa es nuestra condición corpórea, que sí deriva de la materialidad de nuestros padres y del cosmos, y otra nuestra vocación personal única lanzada al futuro.


No somos cosa alguna, pues estamos inacabados, siempre haciéndonos. Además, nos configuramos y comprendemos sólo amorosamente. Únicamente amando conocemos, y sólo siendo amados asoma nuestro núcleo personal.



Fotos: En la del encabezado, un servidor con Julián Marías en su piso en abril de 2005.

La foto del final es la de una niña con parálisis cerebral. Puede tener mermada su capacidad racional, sin embargo su condición amorosa permanece intacta, conservando íntegro su carácter personal.

24 comentarios:

  1. Jose Antonio Manonegra14 de enero de 2013, 9:52

    Algunos y algunas se pasan el verbo amar por la bisectriz...no se si me explico...

    Rezo, hoy más que nunca, por nuestros enemigos...

    Abrazos correlativos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. JA Manonegra, es que hay acciones que personalizan y otras que despersonalizan. A diferencia de las cosas, nosotros estamos incabados, siempre haciéndonos (o deshaciéndonos). Por eso, se podría decir que en función de nuestro obrar somos más o menos personas.

      Abrazos transaccionales...

      Eliminar
  2. "el hombre es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (Gaudium et Spes, 24,3)." algunos no se han enterado aún de lo que es una persona. La segunda definición de Julian Marias, me parece genial. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ángelo, yo creo que la mayoría olvidamos más veces de la cuenta lo que es una persona. O, para ser más precisos, de "quien" es una persona.

      Otro abrazo para ti.

      Eliminar
  3. Se va uno a dormir con una sonrisa después de leer tu artículo y de ver las dos fotos que lo acompañan. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Manuel, muchas gracias por tu sonrisa y por compartirla.

      Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  4. Increíble, realmente un artículo de los que si quieres, dejan huella, enhorabuena, yo también me quedo con una sonrisa, como Manuel. Gracias

    ResponderEliminar
  5. Hola Rafa!!

    Aunque no lo creas, sigo tu blog muy de cerca y no dejo de leer ninguno de tus artículos.

    Estoy de acuerdo contigo, pero en mi humilde opinión, creo que la crítica que haces a la definición de Boecio es matizable. Está claro que la definición es muy pobre e insuficiente, pero no creo que ni Boecio ni Santo Tomás entendieran la razón como la entienden los modernos. Para Boecio, razón no es sinónimo de inteligencia (como pensamos hoy día), sino que es un concepto bastante más amplio. La racionalidad implica estar "abierto al ser", tener acceso a la realidad y poseerla no sólo con la inteligencia sino también con la voluntad. Es decir, la voluntad está implícita en la razón. Entendiéndolo así, podemos afirmar que la razón es la condición de posibilidad de la capacidad de amar de la persona, ya que no es posible amar sin ser libre, ni ser libre sin tener voluntad, ni tener voluntad sin ser racional.

    Aún con todo, la definición de Julián Marías me parece bastante más acertada.

    Un abrazo muy fuerte!!

    Javi.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Javi, tu comentario es oportuno y necesario. Muchísimas gracias. A ver si te dejas ver más.

      He podido ver tus charlas de este verano en Valladolid gracias al CD. Estás hecho un crack.

      Un abrazo bien fuerte para ti también.

      Eliminar
  6. ¡Qué buena entrada, Rafael!
    Un abrazo, Javier.

    ResponderEliminar
  7. Buenos días Rafael. Resulta apasionante cuando el hombre se pone a definir la humanidad de Dios.Meditaré: "Únicamente amando conocemos, y sólo siendo amados asoma nuestro núcleo personal." de esta gran entrada. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Xtobefree, de hecho cuando alguien nos deja de resultar amable es cuando le podemos decir: "no te conozco".

      Un abrazo a ti también.

      Eliminar
    2. A veces, no amamos por lo que conocemos, sino que buscando la perfección amamos naturalmente y al hacerlo conocemos mucho mejor. El Señor, Hijo del Hombre, llegará a decir a algunos que aporrean la puerta mandada cerrar y hablan de expulsiones y milagros y todo lo que hicieron con Él; "En verdad, no te conozco" más, creo, no dejará de amarlos.

      Si Me amáis cumpliréis mis mandamientos, es decir, que hay que amar para poder cumplirlos y no cumplirlos pensando que así amamos.Muchos matices hay para conocer bien la verdad siempre amable.

      Eliminar
    3. Xtobefree, como derivación Teológica, por ahí va la cosa. En la medida en que no amamos, nos despersonalizamos. Dejamos de ser imagen y semejanza del Amor, y, por tanto, nos hacemos irreconocibles. No somos.
      Un abrazo.

      Eliminar
  8. Rafael, yo te felicito por un escrito tan estupendo.

    Me gustan mucho las fotografías que lo acompañan y quiero decirte que a mi me encanta la expresión "criatura amorosa".

    Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amalia, pues eso es lo que somos. O, al menos, sólo en la medida en que nos adecuamos a esas expresión, somos.

      Un abrazo para ti.

      Eliminar
  9. Un apunte, Rafa: bastantes animales también son capaces de "razonar" de forma autónoma, de aprender y de comprender. Y también son "criaturas amorosas" (con sus congéneres, claro; no vayamos a pretender que lo sean con otras especies cuando nosotros mismos tampoco lo somos y ni siquiera nos lo planteamos). O sea, que el concepto de persona iría más allá de los límites de la humanidad, con todas sus implicaciones. ¡Un abrazo sesentayochero!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nicolás, no me atrevo a meterme con la afectividad animal. Me parece complicadísimo, y más cuando, como indirectamente apuntas, hablamos de "los animales" como si fuera lo mismo una termita que un cisne.

      Con todo, sí veo que hay diferencias significativas entre la persona y un animal superior. Las personas tenemos que sacar adelante un proyecto vital, personal, que dé sentido a nuestra existencia. Además, está nuestro carácter histórico. Si yo estudio un tigre del siglo X, veré que en lo fundamental sus pautas son idénticas a las de uno actual. En el hombre esto no sucede. Las vigencias históricas, urbanismo, usos lingüísticos y sociales, alimentación, medicina, formas de religiosidad, etcétera, han sufrido y siguen sufriendo variaciones enormes.

      Otro factor es nuestro sentido de trascendencia. Nos resulta inconcebible la extinción de alguien a quien hemos vivido personalmente. No hablo de gente, hablo, por ejemplo, de tu hijo o de mis hijas.

      Dicho todo esto, tampoco coincido con los que identifican un león con un florero. Por expresarlo de algún modo, podríamos decir que los animales poseen una dignidad superior a las cosas. En ellos, efectivamente, se apunta de un modo operante lo amable (digno de ser amado) de la creación entera. Además, existe una suerte de individuación, que no se da en una piedra, carente de capacidad para relacionarse y singularizarse.

      Nicolás, Internet se nos queda pequeño. Hay que quedar con una caña bien fría delante (en mi caso, con gaseosa).

      Otro abrazo sesentayochero para ti.

      Eliminar
  10. Te felicito,tanto por la entrada como por los comentarios ¡¡¡genial!!!


    Un cariñoso saludo :)

    ResponderEliminar
  11. Rafael, suscribo tu entrada, me ha gustado mucho. Efectivamente, la dignidad de la persona tiene una profundidad que jamás entenderán los que se quedan parados ante su 'utilidad'.

    Felicidades y un abrazo!

    ResponderEliminar