Estos días están apareciendo diversas noticias a propósito
de la investigación liderada por el profesor Pérez Abellán (Universidad Camilo
José Cela) sobre el magnicidio del general Prim.
Como es bien sabido, el entonces presidente del consejo de
ministros sufrió un atentado pocos días antes de la llegada de Amadeo de Saboya
a España. A consecuencia del mismo, falleció, y la monarquía recién instaurada
perdió a su mayor valedor.
Varias de las informaciones insisten en el descubrimiento
del sumario que se instruyó a raíz de aquel crimen, y en la sorpresa que ha
provocado su deterioro y la sustracción de muchas partes del mismo.
Y uno descubre, una vez más, la pobreza, cuando no manifiesto
error, de las informaciones que nos llegan.
Veamos, quien descubrió el olvidado sumario sobre el
asesinato de Prim en los años 50 del pasado siglo fue su paisano Antonio Pedrol
Rius, que sería presidente del Consejo General de la Abogacía y senador por
designación Real en las cortes constituyentes. Pedrol Rius publicó sus
hallazgos en un interesantísimo libro titulado Los asesinos del general Prim. A raíz de aquello, se procedió a una
calamitosa restauración del sumario que tuvo como consecuencia su deterioro.
Además, comenzó la sustracción de muchas de sus partes, como el propio Pedrol
Rius denunció en el prólogo a las últimas reediciones de su libro.
No pretendo quitar ningún mérito al profesor Pérez Abellán y
a sus colaboradores, que nada tienen que ver con el modo en que se vierten las
informaciones, pero sí hacer justicia a quienes ya no pueden reclamarla.
También se “aporta” como novedad la probable implicación del
Duque de Montpensier en el crimen. Lo cual me produce una mezcla de tristeza y disgusto,
por cuanto parecen haber caído en saco roto las meticulosas investigaciones de
Javier Rubio García-Mina. En su España y
la guerra de 1870 daba cuenta pormenorizada del proceso que lleva al duque
Antonio María de Orleans, cuñado de Isabel II, a promover y financiar el
atentado. Quien tenga interés, ahí tiene los tres volúmenes de la obra. Además
de aportar nuevos datos en otros libros, como El reinado de Alfonso XII: problemas iniciales y relaciones con la
Santa Sede o El final de la era
Cánovas.
Por favor, un poco de rigor, de lo contrario no hacemos más
que volver a andar el camino andado para quedarnos donde estábamos, cuando no
un poco más atrás. Y, sobre todo, cometemos una tremenda injusticia con
investigadores de gran valía.
Qué final del siglo XIX tan vivo en parte de su parte negativa en pleno s. XXI. Gracias por arrojarnos luz en las cortinas de humo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estos "misterios sin resolver" de la historia, te crean una gran confusión. Yo he leído toda la investigación sobre Federico García Lorca y últimamente parece que también salen aspectos de su vida algo diferentes a lo dicho anteriormente. Al final, creo que nunca se sabrá toda la verdad. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que hay que valorar y respetar la labor de los buenos investigadores. Se puede seguir investigando, pero sin menospreciar el trabajo de otros que, además, ya no pueden opinar. Un beso, Rafael.
ResponderEliminarRafael, la storia è piena di 'casi irrisolti'. In Italia ne abbiamo tantissimi e pensando alla giustizia tradita ed inapplicata il senso di sconforto è grande....
ResponderEliminarUn abbraccio
Muchas veces me prgunto qué pensaríamos de tal o cúal hecho si supiéramos toda la verdad sobre él y la contrastátamos con lo que nos han contado, quizás cuando pasen siglos, que no haya intereses de ocultación se sepa algo, pero para entonces... todos calvos.
EliminarUn abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarY otro gran olvidado...Amadeo de Saboya...no era tan malo el león como lo pintan.
ResponderEliminarRezo por los olvidados...
Abrazos Marxistas...(que Dios me perdone).
Manuel, lo interesante del caso es que Javier Rubio comenzó a investigar los antecedentes del Sexenio Revolucionario precisamente porque le interesaba entender el siglo XX. Ahí hay muchas claves. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarAmalia, es que con Federico García Lorca también hay más de un investigador "iluminado". Menos que ha sido abducido se ha escrito de todo. Muchas gracias.
Martina, el caso del general Prim es de novela de misterio. De hecho, pide a gritos una novela. Parece ser que el historiador Ian Gibson va a publicar una, aunque las primeras noticias al respecto no son muy halagüeñas. Un abbraccio.
Tracy, yo por si acaso ya voy adelantando la calvicie.
Alciato, ¡qué habrás puesto!
Malthus, si los abrazos hablaran...
jeje...
ResponderEliminarBuenos días Rafael. Los atentados contra los políticos y demás poderosos de este mundo les recuerda lo efímero de la vida y la importancia de vivirla bien.No hay escolta que valga y el juego a ser todopoderoso muchas veces termina con unos simples gramos de plomo y el olvido.Un abrazo.
ResponderEliminarXtobefree, en el caso de Prim, no dejaba que sus acompañantes portaran armas. Le avergonzaba. Precisamente ese fue uno de los factores que le hicieron vulnerable.
ResponderEliminarPor otra parte, el promotor del atentado, el duque de Montpensier, era la ambición personificada. Lo que pasa es que el crimen levantó tal indignación generalizada, que consiguió el efecto contrario al deseado, que se le cerrasen las puertas al trono. Un abrazo para ti también.
Estas cosas pasaron por no hacer frente a las ideas jacobinas cuando comenzaban a cruzar las fronteras del reino... ;)
ResponderEliminarAlciato, tú sí que eres jacobino. Robespierre a tu lado, un personaje de Sonrisas y Lágrimas.
ResponderEliminarQue informaciones,artículos y hasta libros estén llenos de errores y faltas, es casi el pan nuestro de cada día. Muchas veces me llevo las manos a la cabeza leyendo libros, periódicos y no digamos viendo la tele.
ResponderEliminarEl coronel es capitán, el conde es duque o el cardenal es fraile; así hasta la náusea. Y la mayoría de las veces tales errores son obra de llamados "expertos".
Signo de estos dias...
Enrique, pues ya sabes, ante algunos libros de historia, una palangana siempre a mano.
ResponderEliminarUn abrazo.