Hay una escena en Cyrano de Bergerac en la que el mosquetero
revienta una obra de teatro por considerarla tan mala como su intérprete,
Montfleury. En realidad el propio Cyrano se convierte en todo un espectáculo. Pero
aquello irrita enormemente al público que comienza a insultarle. Entonces
Cyrano retará a todos los presentes sin que nadie se atreva a aceptar el duelo.
Como colofón, arroja una bolsa repleta de monedas al escenario, para pagar las
posibles pérdidas que genere su intromisión. Más tarde, su amigo Le Bret recriminará
a un Cyrano arruinado esta última acción: “Tirar la bolsa… ¡qué locura!”, a lo
que el espadachín responde: “Sí, pero qué gesto”.
Hay gestos que no tienen precio, capaces de elevar la más
mísera existencia al cielo de la eternidad.En septiembre de 1936 la filósofa María Zambrano se casa con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave. El levantamiento de julio ha tornado rápidamente en guerra civil y España se halla dividida en dos bandos irreconciliables. María Zambrano parte con su marido a Chile, donde este ha sido nombrado secretario de la Embajada Española.
La discípula de Ortega y Gasset podía haber permanecido en
el extranjero sin dar cuentas a nadie, a salvo de la calamidad en que se hallaba inmersa la nación. Sin
embargo, a mediados de junio de 1937, cuando el norte acaba de caer en manos de
los nacionales y el fiel de la balanza se inclina definitivamente en favor de
estos, María Zambrano regresa con su marido a España. Es entonces cuando le
formulan una pregunta esclarecedora: por qué vuelve si la guerra está perdida.
Su respuesta no puede ser más elocuente: “Por eso”.
Precisamente por eso. Porque no hay botín que repartir, ni laurel, ni
gloria, ni prebendas, ni beneficio personal alguno. Porque los arribistas comienzan a abandonar el barco y sólo queda acompañar en la derrota a los que no
pueden escapar. Por eso. El 28 de enero de
1939 cruzará la frontera francesa camino del exilio para no volver durante
décadas.
[En la foto superior, Ortega con un grupo de alumnos y profesores. En el círculo azul María Zambrano, y en el círculo verde un joven estudiante llamado Julián Marías]
Puerta Grande de la Plaza del Pilar para el articulista, y Doctora Honoris Causa por las mejores Universidades del Mundo y de la Vida a Doña María Zambrano y su Familia. ¡Olé! que es expresión española y no tiene prima de riesgo.
ResponderEliminarUna gran mujer que, con su hermoso gesto, demostró lo que significa la palabra solidaridad al apoyar a los más débiles.¡¡Cuánto podemos aprender de estas personas que son todo un ejemplo!!. Desde luego, Rafael, no puedo evitar enviarte otro beso.
ResponderEliminarEn este mundo dónde el bolso es la cosa fundamental, el gesto de Maria Zambrano me parece muy formidable, (pocas personas tienen el ánimo de hacerlo). En italiano hay una agudeza qué no sabe traducir en español y que parece una trabalenguas: 'senza lillari non si lallera'. El cual significa ¡sin dinero no se puede hacer nada!
ResponderEliminarUn abrazo y una pregunta: trabalenguas es femenino o masculino?
No te rías de mi ignorancia........¡estoy todavía estudiando!
Manuel, pues mira que la puerta grande del Pilar es muy, pero que muy grande. Un abrazo.
ResponderEliminarAmalia, tú también eres una gran mujer.
Martina, trabalenguas es masculino, todo lo contrario que tú, que eres bien femenina. Un abbraccio.
Buenos días Rafael. Por estrictas razones geométricas, sanitarias y eco-lógicas me quedo con el círculo verde, sólo por eso.Un abrazo.
ResponderEliminarXtobefree, pues por razones filosóficas, históricas y éticas, te recomiento ambos círculos. (Podía haber llenado la foto de circulitos, pero tampoco es plan de que parezcan los juegos olímpicos). Un abrazo.
ResponderEliminarNo se, no se...sobre el gesto en particular, estoy de acuerdo con lo de "elevar la más mísera existencia", pero tanto como "al cielo de la eternidad"...es perdonable porque eres un poeta magnánimo ;-)
ResponderEliminarUn abrazo !!
Sin duda, entre martina y trabalenguas, hay una diferencia abismal...
ResponderEliminarMuchas gracias...
Alciato, cada acto permanece en la eternidad como lo que fue y lo que desencadenó. Eso no se lo quita nadie (o "naide", según localidades).
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
Martina, entre Martina y el resto del cosmos hay una diferencia abismal. Eres única en tu especie.
Esta mujer era de frases concisas y precisas. Creo que cuando alguien le preguntó por qué le había dado por estudiar Filosofía respondió: porque no podía dejar de hacerlo.
ResponderEliminarUn abrazo
A eso se le llama adicción (a la Filosofía, se entiende).
ResponderEliminarGracias, Mery. Un abrazo.
¡Que gesto! ¡Qué ejemplo!
ResponderEliminar.....y tu eres un gran poeta....
ResponderEliminarHe venido a leer la respuesta a mi comentario, y no está.
EliminarEste internetttttttttt!!!!
María Zambrano tiene mucho de admirable.
ResponderEliminarPero también es cierto que recién comenzada la guerra acudió junto a varios exaltados más a la Residencia de Estudiantes donde estaba refugiado su maestro Ortega y bajo fuertes amenazas y casi pistolas, le obligaron a firmar un manifiesto antifascista. Por cierto que Ortega estaba enfermo de seriedad.
Y no es menos cierto que Marías en sus memorias no la cita ni una sola vez, si no recuerdo mal.
María Zambrano tiene mucho de admirable.
ResponderEliminarPero también es cierto que recién comenzada la guerra acudió junto a varios exaltados más a la Residencia de Estudiantes donde estaba refugiado su maestro Ortega y bajo fuertes amenazas y casi pistolas, le obligaron a firmar un manifiesto antifascista. Por cierto que Ortega estaba enfermo de seriedad.
Y no es menos cierto que Marías en sus memorias no la cita ni una sola vez, si no recuerdo mal.
Es verdad, Enrique, creo que Marías no la nombra...y eso ya tiene su porqué.
ResponderEliminarPepe, la verdad es que sí, aunque por algún comentario que va apareciendo, hay nuevos elementos a tener en cuenta.
ResponderEliminarMartina, lo único que sé rimar es tu nombre con "cortina".
Tracy, me has dejado con la intriga de lo que ponías.
Enrique, no tenía idea de que participara en aquella coercitiva "petición" a Ortega. La verdad es que es una autora a la que no he seguido mucho más allá de conocer su reconocido disimulado orteguiano. Esto da un enfoque distinto a no pocas cuestiones. Como siempre, gracias por la aportación.
Mery, desde luego es llamativo.
Enrique, donde pongo "disimulado" está claro que quería poner "discipulado", lo que pasa es que el ordenador desde el que escribo "ayuda" tanto que cambia las palabras que no reconoce a su antojo.
ResponderEliminarZambrano a principios de los años 30 formó parte de un grupo político (lamento no recordar el nombre ahora) más bien de derechas, nacional y unitario. De ese grupo salieron luego conocidos políticos monárquicos y de Falange). Poco después escoró a la izquierda, salió de ese grupo y fue una activa republicana. Al comienzo de la guerra civil se radicalizó (de ahí el episodio con su maestro Ortega) y luego su postura se hizo más "Zambrano", es decir, equilibrada e inteligente.
ResponderEliminarSin duda Marías y ella fueron conocidos y amigos; pero aquel episodio con Ortega debió de etrminar con su amistad; Marías ni la cita en sus memorias o trabajos.