Cada profesión tiene su sambenito. El de los escritores es que son unos vanidosos. Hay un chiste que cuenta cómo un escritor se encuentra con un conocido y después de hablar de su vida y milagros durante una hora, le dice a su amigo:
- Ya perdonarás. No he parado de hablar de mí desde que nos hemos encontrado y no te he dejado decir palabra. Anda, cuéntame tú algo. Por ejemplo, ¿qué te ha parecido mi última novela?
Pues bien, ayer tuve la oportunidad de conocer a un escritor que me sorprendió por todo lo contrario, por encajar las críticas con la misma deportividad que las alabanzas. Me refiero a Miguel Aranguren.
Pero comencemos por el principio. Se dice que los libros son como los hijos. Mientras se contemple esto como una analogía, la afirmación tiene su punto de realidad. Igual que en los hijos tratamos de volcar lo mejor que llevamos dentro, en los libros damos vida a personajes construyendo una historia que creemos valiosa. Por eso nos duele que ese “niño querido” sea cuestionado.
Con todo, el escritor se expone a la crítica del público, y ayer el público éramos los tertulianos de los Encuentros Miguel Delibes que nos juntamos periódicamente para hablar de un libro. En esta ocasión el elegido era el último de Aranguren: El arca de la isla. Y tuvimos como invitado de lujo al propio autor.
Hay que señalar que a la inmensa mayoría la obra le gustó, pero eso no quiere decir que no salieran a relucir opiniones que pusieron en cuestión algún aspecto de la novela. Miguel atendía, se interesaba, vamos, que hacía algo tan inusual en España (y más en un escritor) como es escuchar. En algunos momentos incluso ¡animaba a la crítica!
Aranguren, que desbordó cordialidad continuamente, nos expuso los motivos para escribir esta obra; a saber, el deseo de ofrecer al público historias de aventuras a la par de denunciar algunos abusos que se producen en el campo de la investigación biológica.
Fue una velada muy agradable y, desde luego, para mí ha sido un regalazo conocer personalmente a Miguel Aranguren. Ojalá tenga nuevas ocasiones de charlar con él.
Es que la humildad hace grande a las personas.
ResponderEliminarEl chiste buenísimo.
Un abrazo.
Se nota al buen escritor. leer la primera frase del sambenito y ya sabia que disfrutaria de la entrada hasta la última linea. Bueno, habré que leer la novela, que ya nos haces que nos pique el gusanillo.
ResponderEliminarun abrazo. Besitos para la familia.
Me llama la atención que con el frío y viento que hacía ayer fuera a cuerpo gentil...un valiente, sin duda.
ResponderEliminarRezo por nuestros enemigos...
Abrazos, hoy sin etiquetas.
Capuchino, el chiste, además, es real como la vida misma. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarMento, y no te pierdas "La hija del ministro". Es casi un clásico. En el reparto de besos, procuro llevarme la mayoría de los que envías.
JA Manonegra, tú que estuviste en la Legión cuidando de la cabra, sabes bien lo que es ir a pecho descubierto. Por cierto, ¿de dónde has sacado esa trenca de piel de borreguillo?
Buenas tardes Rafael. Lo leeré, me ha caído bien el tipo sólo por lo que apuntas. Un abrazo
ResponderEliminarGran tipo este Aranguren.
ResponderEliminarUn abrazo
Grandes los dos!!
ResponderEliminarBBBBSSSSSSSS!!!
Lo mejor del Encuentro, encontrarse con las personas. Con todas. Un lujazo.
ResponderEliminarAbrazos
NIP, desde luego es un hombre majísimo. De verdad que sí.
ResponderEliminarAlciato, tú también lo eres.
María del Rayo, los míos desde luego los atrapo sin dejar irse ni uno.
Pepe, en el último Encuentro se ha enriquecido el panorama de contertulios. ¿No te parece? Un abrazo para ti también.