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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

miércoles, 8 de junio de 2011

Volando en una pelota


Era una mañana tan luminosa y apacible que permanecer en casa se me antojaba un pecado contra la creación. Así que eché mano de un libro y me encaminé al Parque de Doña Casilda, en pleno centro de Bilbao. La serenidad del día parecía haberse contagiado a la gente que, desterrando cualquier atisbo de prisa, se dedicaba a pasear o a charlar en las concurridas terrazas.

Encontré un banco solitario, me acomodé en él y comencé a leer. La indolencia matinal me llevaba a distraerme con frecuencia, hasta el punto de que en un momento dado arqueé totalmente la espalda contra el respaldo mientras me desperezaba. Fue entonces cuando sucedió. Ante mis ojos, un grupo de niños jugaba a la pelota junto a una gran fuente. La escena se me presentaba invertida, pues los pequeños correteaban malabarísticamente por el techo terráqueo mientras la pelota que se pasaban botándola con fuerza se precipitaba al vacío para regresar una y otra vez a aquel techo sin soportes. También los chorros del surtidor caían al principio, retornando después hacia arriba sin dejar escapar ni una sola gota. ¡Era el milagro de la gravedad terrestre desplegado poéticamente ante mis ojos! Newton se me presentaba no como el físico sesudo inmerso en libros repletos de fórmulas numéricas, sino como un trovador que nos descubría el prodigio permanente de un mundo sobrecogedor. Las razones teóricas por las que no caemos al espacio las sabía desde hacía tiempo, pero el hecho lo saboreaba por vez primera en aquel instante.


Recientemente me ha acaecido una experiencia similar. En televisión ponían una preciosa película documental llamada Tierra. En la misma se muestran algunas imágenes aceleradas que nos permiten contemplar en unos segundos el desarrollo completo de una flor o la sucesión de las estaciones. También vemos cómo las estrellas “se desplazan” por el espacio a lo largo de una noche. Sentado frente al televisor observé, conmovido, otro hecho extraordinario: el movimiento de nuestro planeta. Al igual que en el tren el paisaje se mueve conforme avanzamos, la gran ventana celeste muestra cómo nuestro planeta recorre el espacio impulsado por fuerzas invisibles y magníficas. La Tierra avanza a 106.000 kilómetros por hora en torno al Sol, a la par que el propio sistema del que forma parte gira en la periferia de una enorme galaxia que tampoco permanece estática.

Somos argonautas, tripulantes de una esfera azul y única, que a menudo olvidamos nuestra condición de viajeros providenciales.

15 comentarios:

  1. A veces, como te ocurrió a ti, no nos dice tanto el libro como lo que ocurre a nuestro alrededor.
    Preciosa entrada. Gracias

    Feliz día para todos.

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  2. Muy buenas, vengo desde el blog de Angelo.
    Su blog es lo que esperaba, que bueno, un sitio donde aprender mucho si me lo permite.
    Un saludo.

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  3. Buenas tardes Rafael. Que buena defición de un científico:"un trovador que nos descubría el prodigio permanente de un mundo sobrecogedor".Nos olvidamos de muchas cosas y recuerdo esa canción que decía ..."me olvidé de vivir". Otro mundo es posible; uno obediente y amante de la creación.Un abrazo.

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  4. Somos una obra hermosa de Dios un gran misterio de amor somos perigrino de paso somos obra inacabada de dios mil gracias por este compartir y por tu sencillez de mirar las cosas y contemplar la belleza de todo lo creado gracias por darnos a conocer ese Dios que se esconde dentro de ti y de alguna manera se te revela gracias por TODO muy unidos en oración y un abrazo muy fuerte que Dios te ilumine y te de su GRACIA

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  5. Es verdad como dices en el comentario, otro mundo es posible.
    Dios en su providencia nos regala cosas grandiosas en la sencillez de la vida ordinaria.
    Me alegra que vivas tan intensamente.
    Gracias por compartir.

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  6. Maravillosos los pensamientos que a veces una simple escena cotidiana puede arrancarnos cuando simplemente dejamos las prisas y no paramos a observar...
    En cuanto a esta nave en la todos estamos metidos... ¿seguro que somos tripulantes?...
    Un abrazo...

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  7. Capuchino, como decían los clásicos, la naturaleza es el mejor libro que existe (lo que no excluye los otros). Gracias a ti.

    Mento, encantado de la vida por tenerte aquí. He visitado tu blog y me ha conmovido la experiencia personal que cuentas. Y por favor, no me trates de usted. Si me vieras no me echarías más de... ¿16, 18 años? (mentalmente la mitad). Otro saludo para ti.

    NIP, qué canción tan bonita. ¡Y qué a menudo nos olvidamos de vivir atrapados en los afanes del día a día! Otro abrazo.

    Lourdes, tú desde luego eres una obra hermosa de Dios. Gracias por tus gracias. Un abrazo.

    María del Rayo, gracias a ti, que eres más maja que las pesetas.

    Gran Visigoda, me has dejado petrificado. ¡Tienes toda la razón!, no somos tripulantes, sino pasajeros sin mando en nave. No lo había visto desde ese punto de vista que, desde luego, es el acertado. Eres muy perspicaz, ¿sabes?
    Mil gracias y otro abrazo para tí.

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  8. Hola! esta entrada me ha recordado muchisimo a una frase que decia mi padre frecuentemente durante las noches estrelladas de verano en plena Sierra Morena, y es que ¡vamos montados en esta "pelota" a una velocidad de bala de cañón! y ya nos reiamos de la de veces que lo nombraba.
    me ha gustado visitarte. saludos.

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  9. Hola Rafael, me imagino que mi hija te lo agredecerá, pero también yo quería darte las gracias por ser la primera persona que deja un comnetario en su blog. Seguro que estará encantada.
    Por cierto que las últimas entradas me han gustado mucho pero no se me ha ocurrido nada ocurrente que decirte. Un abrazo. Fernando.

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  10. Qué mareo, lo 1º.

    Qué agobio, lo 2º.

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  11. LAH, pues a mí me parece que tu padre en el fondo estaba en lo cierto (por cierto, también en casa me dicen que me repito, por la desmemoria más que nada, así que me identifico con tu padre curioso... e incomprendido). Saludos y gracias.

    Fernando I de Navarra, el encantado soy yo de poder escribir a alguien situado varias décadas más adelante. Me ha gustado mucho.
    Por cierto, no te sientas obligado a escribir comentarios. Si lo haces, fenomenal por saludarte; pero si no, con que sigas con tus crónicas de Cristina y Leyre estoy más que satisfecho. Otro abrazo para ti.

    Fernando II de Castilla, igual en un primer momento sí se produce cierto "descoloque" en el cambio de perspectiva, como el del encadenado en la caverna platónica al escapar, pero luego la contemplación de un nuevo aspecto de la realidad produce más bien satisfacción. Sólo pruébalo y me cuentas. Ya sabes, sentado, arquear la cabeza y mirar del revés (no vale en casa, que no es tan divertido). Un abrazo.

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  12. Recuerdo que me hablaste de esta escena en un comentario de mi blog y realmente da gusto experimentar algo así (también que nos lo cuentes).
    Nuestros días están hilvanados con pequeños actos que pueden resultar encantadores.
    Un abrazo

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  13. Miriam (de caminar)10 de junio de 2011, 8:21

    A mi lo de las fuentes de agua me fascina. Las gotas, formando una bolita, vuelan, quedan suspendidas un ratito en el aire, para volver a caer.
    Y cuando son surtidores, preparados para realizar obras de arte con los saltos de agua... Es impresionante
    Realmente mágico
    Gracias, me ha gustado¡

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  14. Si te gustó Tierra, te recomiendo "Deep Blue". Es del mismo estilo pero centrada en el mar. Y ya si tienes ganas, la serie a partir de la cual hicieron el documental se llama "Planeta Azul", unos reportajes maravillosos. Es que desde pequeño he sentido un amor terrible por los tiburones, las ballenas y los delfines, así como por el resto de formas de vida submarina. Cuando me pregunto por qué siento esta fascinación por los mares pienso que, al fin y al cabo, parece ser de ahí de donde venimos. Un abrazo!

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  15. Mery, lo cierto fue que tu escrito me trajo a la memoria aquella experiencia, y a partir de ahí me animé a escribir esta entrada. Así que te la debo a ti. Otro abrazo para ti.

    Miriam, sí que es mágico. Sobre todo si lo ves del revés, caes en la cuenta de que en el espacio no hay arriba ni abajo, y ves cómo no escapa ni una sola gota a la gravedad terrestre. Muchas gracias a ti.

    Galip, me tomo buena nota de las recomendaciones. De hecho, la de Tierra nos ha gustado tanto que se la vamos a regalar a una de mis hijas para su cumpleaños. Además de la hermosura de las imágines, nos redescubre que todavía quedan amplios espacios donde la vida salvaje continúa su curso, y que hemos de hacer todo lo posible por preservarlos. Tenemos un planeta increíble. Otro abrazo para ti.

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