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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO
lunes, 6 de junio de 2011
Una de caballos
Estábamos junto a la barra del bar, él delinquiendo satisfecho con un cigarrillo en la mano, y yo asaeteándolo a preguntas. Enrique trabaja en una hípica y posee una vocación contagiosa. Reconozco que no sé ni apoyar un pie en el estribo, pero todo lo que tiene que ver con los animales, me entusiasma.
Por lo que me contó, la primera relación de los seres humanos con los caballos fue gastronómica; los hombres comían y ellos ocupaban el plato. Grupos de cazadores acorralaban la manada de equinos para hacer que se despeñaran en algún cortado, de este modo obtenían carne para una larga temporada.
Luego llegó la doma. Y aquí es donde arrancaban mis reflexiones. En principio el caballo era un animal salvaje, pero algunos seres humanos decidieron someter esa realidad indómita para emplearla como medio de transporte o fuerza de tiro. Tuvo que ser una gesta dificilísima y prolongada a lo largo de mucho tiempo. Me comentó Enrique que hoy en día se ha tratado de domar a las cebras, pero que es prácticamente imposible, y cuando lo consiguen es a base de palos porque enseguida vuelven a asilvestrarse. En su instinto tienen marcado que la presión sobre el cuello equivale al ataque de un león, así que tan pronto les oprimen las bridas o el abrazo del jinete, se revuelven y tratan de escapar espantadas.
A menudo se habla de la necesidad de adaptación al medio, pero si algo ha hecho el ser humano es transformar el medio para acondicionarlo a sus proyectos, a veces para bien, otras para mal. La doma del caballo es un grandioso ejemplo de ello. La relación del hombre con un animal que se adentra, incluso, en nuestra esfera afectiva.
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Cuanta variedad en la naturaleza, en los animales y en sus comportamientos. Me fascina.
ResponderEliminargracias¡
El caballo y sus primos mulos y burros lo han sido casi todo en la defensa, el cultivo y acarreo de materiales y transporte de bienes,más cercano integrado en la civilización que un perro.
ResponderEliminarSi alguna vez te encuentras con uno no domado suelto en un monte o camino y se intranquiliza por miedo o muestra alguna agresividad inicial hay que darles la espalda; girarse despacio y acabar dándoles la espalda, "confianza" entienden y seguridad "te cuido" interpretan.
Un abrazo.
Miriam, a mí el mundo cada día me parece más milagroso. Todo me causa asombro. Gracias a ti.
ResponderEliminarNIP, tomo nota para el día en que me encuentre un caballo salvaje. De momento a los salvajes que me encuentro, mejor no darles la espalda.
Otro abrazo para ti.
Me llamó la atención sobre lo que dices de los caballos y las cebras.
ResponderEliminarVienen a mi mente muchos pensamientos acerca de estos dos animales.
Gracias!
Dios te bendice.
Un animal tan hermoso y fuerte.
ResponderEliminarGracias por la información.
Dios te bendiga.
María del Rayo, Ceremoniero, muchas gracias a los dos y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarEl emperador Carlos I de España amaba mucho a los caballos y les hablaba en alemán (y ellos por lo visto le entendían),y a Dios se dirigía en español (y eso no está mal para nuestra lengua). A mí me encantan los caballos pero no sé hablarles ni en alemán ni en ninguna otra lengua, pero siempre tendré el español y si hasta a Dios me puedo dirigir con ella ...
ResponderEliminarSaludos Polizón, ah y ya me compré el libro
mjbo, empiezo por el final dándote las gracias por la confianza. Espero de corazón que te guste el libro.
ResponderEliminarYo creo que los animales son muy "listos", y por el tono de la voz y los gestos son capaces de percibir perfectamente lo que se les transmite: aprecio, reproche, felicitación...
A las personas nos pasa lo mismo. Cuando estamos en un entorno en el que se habla otro idioma, se nos agudiza la sensibilidad para detectar las actitudes de quienes nos rodean, a pesar de no entenderlos.
Un abrazo, mjbo. Y lo dicho: muchas gracias.