Correo electrónico

BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

miércoles, 22 de enero de 2014

La firma de Julián Marías

La revista "Cuenta y Razón" en su número de Otoño 2013 ha tenido a bien publicar el siguiente artículo escrito por un servidor:


La firma de Julián Marías

El pensamiento que quiera hacerse merecedor de tal nombre debe estar presidido por la claridad. A este respecto el caso de Julián Marías resulta paradigmático. En una entrevista afirmaba lo siguiente:

«Una estudiante americana le preguntó al gran filósofo Whitehead: “profesor, ¿usted por qué no escribe más claro?”. Y él contestó: “porque no pienso más claro”.
Cuando las cosas no se ven muy claras es difícil explicarlas claramente. Y hay también una tentación, y eso me preocupa mucho, que es la de oscurecer las cosas para que parezcan más importantes. A mí eso me repugna. (…) me produce malestar y procuro ser claro».

La verdad es aletheia, desvelamiento de lo que estaba oculto, emergencia de la realidad. Pero para poder llevarla a cabo es preciso un determinado estado del espíritu, un temple que en el caso de Marías se definía por su veracidad y efusividad. Sus escritos se desenvuelven en una búsqueda constante de inteligibilidad.

Esa ligazón entre estilo y personalidad la supo plasmar certeramente el director de cine José Luis Garci en un artículo que publicó días después de la muerte del filósofo:

«... ha escrito páginas memorables (...), están repletas, y trato de elegir muy bien cada palabra, de inspiración, de valentía, de alegría, de perspectiva, de mesura, de conocimiento; y vacías de pedantería y fanatismo. Están redactadas con soltura, con una curiosidad que adivinas inacabable, son libres, nada envaradas. Julián Marías jamás ha pertenecido a ningún ghetto excluyente ni al cinturón de capillitas (...). En aquellos años en que los textos de los críticos febriles y, supuestamente, entendidos, salían oscuros y arrugados, a Julián Marías los párrafos le brotaban de su máquina de escribir lisos y luminosos». (ABC de las artes y las letras, 24-12-2005)

Manifestamos nuestro modo de ser en cada uno de nuestros actos. Desde la inflexión de la voz hasta la forma de sentarnos expresan ese quién que somos. Como decían los clásicos, el obrar sigue al ser. Por eso me resulta interesante la firma de Marías, clara, sencilla, perfectamente legible, con el nombre completo sin abreviaturas ni extensiones innecesarias, huérfana de florituras, las tildes categóricas, los trazos diestros y levemente inclinados hacia la derecha, como orientados hacia lo por venir con entusiasmo y curiosidad.

Pero lo más llamativo es la estabilidad que mantuvo esa rúbrica desde su juventud hasta el fin de sus días. Pese a la inevitable variación que acompaña al paso de las edades, se adivina la misma fidelidad a la verdad y a sí mismo que poseen todos sus escritos. Si tuviéramos que sintetizarlo en una palabra esta sería “coherencia”.



En su ficha universitaria vemos ya esa luminosidad. A sus diecisiete años el subrayado es más prolongado, con esa necesidad de reafirmación que se tiene en la juventud. No obstante ya está ahí Marías, mostrando, sin saberlo, lo que va a ser el resto de su vida.

Con seis años se comprometió con su hermano a decir siempre la verdad. Cumplirá la palabra dada hasta el último aliento. Por eso su letra no puede mentir.

Cuando rellena la ficha universitaria se acaba de matricular en Químicas. A fin de cuentas ha obtenido el premio extraordinario de bachillerato en la rama de Ciencias. En la de Letras había ido a parar a Dolores Franco, quien con el correr de los años acabaría por ser su esposa. No obstante, en 1931 Marías todavía no tiene decidido su futuro, así que ha optado por matricularse también en Filosofía. En esta última Facultad conocerá a Ortega y Gasset, a quien había leído con fruición. También recibirá el magisterio de Zubiri, Gaos, García Morente... y ya nada será igual. La letra del formulario y la que figura en la rúbrica es idéntica, con una nitidez sincera carente de pretensiones. No, no miente, se presenta tal cual es.



Casi sesenta años después su firma permanece esencialmente la misma. La de la imagen corresponde a una carta que tuvo la gentileza de enviarme en julio de 1990. El subrayado se ha acortado, mientras las letras finales se han despojado del leve rabito que poseían en su juventud. Hay una mayor madurez, aplomo y sobriedad. Con todo, persiste inalterable el ilusionado despegue hacia la derecha que se apuntaba en su juventud. El hombre es futurizo, le gustaba decir. Somos una realidad proyectiva, disparada hacia el futuro. Y el filósofo a sus setenta y seis años mantiene intacta la ilusión por una realidad que ve valiosa y repleta de posibilidades.



La última de las rúbricas data de abril de 2005, año de su muerte. Su estado de salud se ha deteriorado significativamente. Ya ni siquiera usa las gafas al haberse convertido en un objeto inútil. Tal es así, que no puede leer y ha de dictar sus artículos. La fatiga le obliga a emplear frases breves cuando habla. Siente que ha perdido gran parte de su providencial memoria, lo cual le pesa, aunque mantiene una perfecta lucidez.

Ahora el trazo es más picudo. Carece de destreza. La más pequeña acción le supone un esfuerzo. Se ve obligado más a adivinar más que a ver. Y pese a todo conserva la claridad. Los acentos irrenunciables. El nombre perfectamente legible: “Julián Marías”. Ahí está, fiel a sí mismo.


En un mundo poblado de máscaras e imposturas, Marías pudo afirmar sin rubor lo que su querido Don Quijote: “yo sé quién soy”.


Rafael Hidalgo Navarro
Revista "Cuenta y Razón", página 43 y siguientes.

15 comentarios:

  1. Buenos días Rafael. ¡Enhorabuena por la publicación! La firma parece ser que transparenta mucho, sin ser ocultistas, es cierto que conviene ser cautos y en muchas ocasiones, las más importantes de la vida, aprender aquel método didáctico empleado por Jesús; las parábolas y meditar la explicación de su uso dado por el Maestro. Yo no digo mi cantar, sino al que conmigo va. Los videos explicativos sobre diversos filósofos que has realizado son una joya y filosofía para peatones una gran perla, me gusta la divulgación y el esfuerzo por dar a conocer a la Amada. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Hola Xtobefree. Tampoco creo que yo en la adivinaciones y posos del té. Lo que sí es cierto es que expresamos nuestro modo de ser en cada uno de nuestros actos, cómo movemos las manos, qué tipo de libros leemos, de quién nos enamoramos... y cómo escribimos. La firma no es sino un elemento más, que, en el caso de Julián Marías, deja entrever muy bien cómo era. Por eso le he dedicado alguna atención.

    Muchas gracias por los piropos. Bien es cierto que cuando en casos como el presente son inmerecidos muestran más la liberalidad de quien los prodiga que las bondades de su destinatario.

    Un abrazo para ti.

    ResponderEliminar
  3. Un buen artículo, Rafael. Un gusto leerte.

    Gracias por compartirlo.

    Un abrazi

    ResponderEliminar
  4. Respuestas
    1. Amalia, la queimada va a acabar contigo... ;D

      Un abraiziño para ti también.

      Eliminar
  5. Proprio stamattina leggevo un articolo come il tuo sulla firma di san Giuseppe Moscati il medico santo di Napoli. Una firma chiara, leggibile così come il suo cuore ed il suo pensiero. Bel post. Un abbraccio

    ResponderEliminar
  6. Me gusta descubrir que hay alguien que se fija en esas cosas.....estoy totalmente de acuerdo contigo.....demuestra una total integridad.

    ResponderEliminar
  7. Me gustan esas personas que son fieles a si misma a pesar de la adversidad.....son tan dificiles de encontrar ,¿ no ?.

    ResponderEliminar
  8. Me ha gustado tu artículo. Muchas veces me he preguntado sobre mi propia firma, que viene de mi adolescencia, y que es un poco extraña. Me parece que dice poco o nada de mí. Quizás la sencillez sea lo mejor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Anónimo, yo creo que plasmamos ese quién que somos en todos los actos de nuestra vida, aunque algunos nos "delatan" de forma más clara. Tampoco es que yo sepa de grafología, aunque un poco sí sé de don Julián Marías.

      Eliminar
  9. Estoy de acuerdo contigo: todo lo que hacemos nos "delata". Precisamente por eso me ha gustado tu comprensión de la firma de Julián Marías, que haces, según dices, desde su conocimiento previo, al no saber de grafología (yo tampoco). En el anterior mensaje me he explicado mal, porque justo cuando estaba escribiendo se despertó llorando a pleno pulmón mi hija de dos meses y quise acabarlo rápido...Lo que quería decir es que mi firma de adolescente precisamente me delata: delata la actitud confusa, de búsqueda de identidad que se tiene muchas veces en la adolescencia y que yo tenía. Al no haberla cambiado desde entonces, por lo menos en sus rasgos generales, ahora me sorprendo al hacerla, porque no se corresponde con quién quiero ser. Lo increíble es que Julián Marías ya intuía bastante bien quién quería ser desde su juventud.
    Un abrazo. Ahora ya pongo mi nombre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Maite, decía Julián Marías que para madurar había que pasar la crisis de la adolescencia que es cuando nos cuestionamos las convicciones recibidas y nos planteamos cuáles sí y cuáles no vamos a hacer nuestras. De lo contrario se vive desde la visión acrítica de la infancia demasiado endeble. Así que esa confusión, inseguridad y búsqueda de identidad adolescente por muy dolorosa que sea es de lo más sano (como todo en esta vida, en sus justos límites).

      Enhorabuena por ese angelito "cantarín".

      Un cordial saludo.

      Eliminar
  10. Uno de los libros que más he disfrutado y que releo con frecuencia es tu retrato de un filósofo enamorado.
    Con esto lo digo todo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Enrique, comprenderás que lo que me dices me parece estupendo.

      Un abrazo.

      Eliminar