Decía Julián Marías que todo lo humano admite grados. Nadie es listo en grado superlativo (siempre se puede ser un poco más), ni absolutamente tonto (aunque siempre hay alguno que parece empeñado en demostrarnos que él sí puede). La palabra “amigo” es una de esas que admiten grados. Llamamos amigo tanto al compañero de copas ocasional como a la persona a la que confiamos nuestra intimidad, pero todos tenemos claro que no son lo mismo.
En mi vida he gozado de la inmensa fortuna de tener unos pocos amigos en el sentido pleno de la palabra; de esos con los que sabes que puedes contar siempre, incondicionalmente; amigos con los que toda conversación se hace escasa, pues los temas que se abordan revisten un interés inagotable; son personas que buscan el bien de uno sin reparar en el propio. En fin, un amigo, como decía Elbert Hubbard, es el que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere.
En la fotografía que encabeza esta entrada aparecen dos de mis mejores amigos, sin paliativos. Jovi celebrando su primera misa en Santa Engracia, todavía sin canas (ahora tiene la cabellera del abuelito de Heidi, aunque carece de barba y de cabras). Y el que le ayuda es Miguel Ángel.
Ambos se propusieron hace tiempo ir al cielo. Miguel Ángel ya ha ido para allá. La otra opción era Madrid, pero parece que Dios prefería tenerlo más a mano, aunque a mí me hizo polvo.
Por su parte Jovi sigue en carne mortal, empeñado en llevarse para arriba al mayor número de personas posible. Como es un tozudo de tomo y lomo (aragonés con denominación de origen) puede que incluso consiga que los que usamos desodorante de azufre acabemos allí también. Más nos vale tener un enchufe como este.
Precisamente hoy se cumplen veinte años de su ordenación. Así que además de felicitarlo, aprovecho para pedir a los lectores que lo encomienden (ahora mejor que luego). Y a él, qué le voy a decir, que un abrazo muy fuerte y que siga como hasta ahora, a ser posible con el cigarrillo apagado, que por mucho que mueva el incensario el olor a tabaquina no se va ni a tiros.