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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

martes, 21 de octubre de 2025

La vida te da sorpresas




Contemplo la iglesia de San Martín (Martinikerk) de Groninga (Países Bajos) acompañado de mi ángel de la guarda. La solemnidad gótica del edificio impone su presencia en la ciudad.

Buscamos una entrada abierta y no la hallamos. Un bar con encanto se incrusta en uno de sus laterales. Mi mujer me dice que preguntemos allí. Me resisto sin convicción. ¿Qué van a saber?

Claudico pronto y reguntamos en el bar de marras y resulta que son los que venden las entradas (2 euros por cabeza) y que se accede al templo por una portezuela junto a los baños. Al atravesarla uno se siente inmerso en una novela de Harry Potter.

El templo es hermoso y desnudo. En el siglo XVI la fiebre iconoclasta de los protestantes arrasó con altares, retablos y estatuas, y cubrieron con cal los frescos de paredes y techos.

En la girola nos topamos con una exposición inesperada. Se trata de unas grandes pinturas que aluden a distintos pasajes bíblicos.




El buen samaritano.




El hijo pródigo.




El profeta Jonás disgustado junto a la planta muerta.




El paralítico llevado por sus amigos frente a Jesús.




San Pedro cautivo.




La viuda de Naín.


Me informo del artista y me entero de que se trata de un joven pintor natural de la propia Groninga, aunque asentado fuera. Se trata de Egbert Modderman. Un talento excepcional.





Un par de días más tarde, aprovechando nuestra estancia, visitamos el Museo de arte moderno y contemporáneo de Groninga (Groninger Museum). La exposición principal se titula La casa de los sueños, un interior posmoderno de Marloes y Wikke. En la misma, distintas estancias domésticas están "decoradas" con objetos desordenados de vivos colores.

Algunas de ellas son todo un poema. Como ejemplo, la obra del cuarto de baño no tiene desperdicio.





Me recuerda a algunos bares que podía frecuentar con diecisiete años a las tres de la madrugada.

Quizá con lo de "sueños" se refiera a eso.



domingo, 12 de octubre de 2025

La Hispanidad vista desde Zaragoza (España-El Salvador)



En El Salvador hay una ciudad llamada Zaragoza y ahora son sus fiestas patronales: las Fiestas de Nuestra Señora del Pilar. El escudo es un león rampante, pero en vez de rojo y amarillo como el de la Zaragoza de España es azul y blanco, como los colores de la bandera de El Salvador.




Al principio me chocaba que los salvadoreños en vez de la forma condicional habitual, frecuentemente usan el pretérito imperfecto de subjuntivo. Así, por ejemplo, en vez de decir: "yo me quedaría más rato", dicen "yo me quedara más rato". Pensaba que era una "desviación" de la forma originaria; hasta que un día me dio por releer el Quijote y descubrí que Cervantes utiliza los verbos como ellos: "a no depararme el cielo a mi señor don Quijote, allí me quedara hasta el fin del mundo". Es decir, en algunos aspectos un salvadoreño dialoga con el manco de Lepanto mejor que un español.


Y ya si hablamos de las palabras, saltan las sorpresas a la menor ocasión. Por ejemplo, allí nadie dice "cajón" sino "gaveta", como podían usarlo Mateo Alemán ("Abrieron la gaveta y sacaron el gato" - Guzmán de Alfarache) o Tirso de Molina ("Una gaveta sola hallé con llave" - Los hermanos parecidos).


Y así muchas más cosas que son una maravilla para quien está dispuesto a maravillarse de lo maravilloso.


Claramente un español no es extranjero allí, ni un hispanoamericano lo es en España, si acaso forastero, que decía Julián Maráis. Unamuno sostenía aquello de que mi patria es mi lengua. Y Wittgenstein lo de los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Yo lo ampliaría al corazón, que es el que reza y ama. Mi mundo es el mundo hispánico y en mi casa se comen pupusas y tortilla de patata tan ricamente, de modo que cada día estoy más "repuestito" (la talla de la ropa me delata).


¡Feliz día de la Hispanidad!