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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 12 de enero de 2025

La sustancia de los sueños

 En más de una ocasión he soñado con personas ya muertas. Cuando esto sucede no es extraño que sea consciente de que han fallecido, de que no es normal que ellos estén ahí, actuando, hablando, ¡vivos! Con no poca congoja trato de advertirles, de explicarles lo inaudito de la situación.


Lo del otro día fue algo distinto. Soñé con Javier B., quien murió durante la pandemia a consecuencia de un infarto. ¿La vacuna? Yo qué sé.


En mi sueño estaba rejuvenecido y sonriente. Vestía una camisa azul mahón algo arrugada. Yo no podía evitar mostrar sorpresa. Le decía que había oído que había fallecido, pero que afortunadamente estaba claro que no era así, que era un error. Y para cerciorarme lo tocaba y le decía que era indudable que él estaba allí, tan seguro como que yo mismo lo estaba, que no era un sueño como me había sucedido en otras ocasiones. Ahora no cabía la menor duda.


Desperté y quedé confuso. ¡Era todo tan real! Tan real como la misma realidad.


Pensé en Descartes: ¿cómo distinguir la vigilia del sueño si en ambos todo se presenta como real? ¡Pero si Javier estaba claramente ante mí, presente ante mis ojos y mi tacto; hablándome!


El Próspero de Shakespeare en La Tempestad sostiene: "Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir".


Pero, ¿y si la vida misma no es más que un dormir en el que soñamos que vivimos?


En ese caso, como dice Unamuno al final de su Vida don Quijote y Sancho: "¡Y si es la vida sueño, déjame soñarla inacabable!"






Esta foto nos la tomó Javier a Julio y a mí cuando trabajaba como fotógrafo para el desaparecido periódico El Día. Lo que ya no sé es si estuve allí o si es un retazo de otro sueño, de otra vida, del joven que creía ser y que soñaba con ser otro que yo.





2 comentarios:

  1. A saber dónde está la realidad.
    Los sueños, a veces, parecen totalmente reales.
    Es un tema apasionante.
    Igual la vida es un sueño...
    Un fuerte abrazo.

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    Respuestas
    1. Desde luego o la vida se alimenta de sueños o no es vida.

      Un abrazo, Amalia, y bien grande

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