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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

miércoles, 31 de enero de 2024

Curso de empoderamiento femenino ¿Entro o me quedo fuera?

 Hace un tiempo que la dirección de mi empresa asumió los postulados del feminismo sectario (valga el pleonasmo) que nos custodia. Por supuesto, en esto la dirección no está sola; cuenta con su camarilla de entusiastas de la virtud.


Así, disponemos de "catequesis" (voluntarias, a Dios gracias) de empoderamiento femenino. En horario laboral, eso sí; de modo que los que no nos sumerjamos en esos caminos de plenitud (y deconstrucción) seamos productivos y podamos coadyuvar a sufragar todas estas veleidades.


A día de hoy tenemos el catálogo completo: feminismo, agenda 2030, inmersión lingüística y suma y sigue... y los miércoles 3x2.


Todavía recuerdo a uno de los viejos fundadores, ya todos muertos, hablando en un homenaje que les dio la Universidad de Zaragoza. Contaba cómo siendo jóvenes el sacerdote que les dirigía en la Acción Católica, pues todos ellos pertenecían a este grupo, les alentó a levantar una serie de empresas que se han convertido en referentes de eso que se ha dado en llamar economía social. Aquellos muchachos no estudiaban a los teóricos alemanes sino la doctrina social de la Iglesia. "Nos proponíamos nada más y nada menos que cambiar el mundo". ¿Dónde ha quedado ese sueño? El mundo nos ha cambiado a nosotros. Nuestra voz suena tan parecida al discurso dominante que cuesta diferenciarlo cada vez más.


¿Se puede no ser feminista hoy? Pienso que sí. Si feminismo es que la mujer imite o rehúya al hombre, mejor no serlo. Si feminismo es ventajismo, mejor no. Si feminismo es discriminación legal, mejor no. Si feminismo es victimismo grupal, mejor no. Que todo eso se haga en nombre de la igualdad me parece una burda manipulación.


Acabo con una confesión personal. Sin duda alguna, de las cosas que me gustan la que más es hacer reír a mi mujer; me produce una felicidad difícil de explicar. Por otro lado, las cinco personas a las que más quiero en este mundo son mujeres.


No necesito ni rivales ni imitadoras, lo que tengo me plenifica.


Prescindo del cursillo, gracias.



3 comentarios:

  1. (he empezado a comentar y me ha salido una V y encima anónima, bórrrala si puedes porque a mi no me deia) Yo me he formado mucho por motivos laborales en lo que llaman "perspectiva de género" (me hace gracia el uso del término tan orteguiano de perspectiva) lo que los detractores llaman ideología de género. Era necesario para acceder al ejercicio de determinadas materias jurídicas. Creo que Ortega decía que hay más en la mujer de historia que de biología, y curiosamente ese aserto podría ser compartido por los perspectivistas de género. No tengas miedo en hacer esa formación, es bueno conocer los argumentos que se usan por quienes piensan diferente (la hiedra crece en oposición a la pared, y hasta Marías discrepaba en algunos aspecto con Ortega) personalmente te lo recomendaría aunque haría mío aquello de ver, oir y callar (art. 16.2 de la CE) para no "significarse" como decían en aquellos años duros de la dictadura (da que pensar esto del renacer del ostracismo griego y la muerte civil, hoy llamada cancelación). A veces no temo la polémica pero es mejor no polemizar con quien no quiere ser convencido y puede tomar represalias incluso laborales. Marías reprochaba a los falangista que juraban hacer oídos sordos al que pensara diferente, y al hacerlo daba por sentado que al menos hay que escuchar al distinto. Hans Hermann Hope decía que cuando dialogas con alguien estás reconociendo que la otra persona es un igual que merece ser escuchado, es dueño de sus ideas sean correctas o no, y es libre de cambiar de ideas por eso argumentas con esa persona y ella contigo. Más allá del contenido de una conversación con algo de calado, hay implícito en ella tres valores mutuamente aceptados: igualdad en la dignidad, propiedad privada y libertad, que son la base del orden liberal. Un abrazo de letrado a filósofo

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    1. Hola, Joaquín: Lo primero y fundamental, gracias por compartir en este más que humilde recóndito blog y por la paciencia de leerlo.

      En cuanto al curso, algunas de las razones que me llevan a no ir las mencionas tú.

      Ver, oír y callar en un tema más que opinable es en el peor de los casos ser adoctrinado y en el mejor aguantar una chapa, y me coge ya mayor para eso. Siento que se me escapa la vida en ser regado como una planta... sin serlo.

      Los argumentos fundamentales los conozco, por la sencilla razón de que forman parte del discurso público dominante. Es como acudir a un discurso de maoísmo en la China de 1966. Voy bien servido.

      Seguro que entre las cosas que dicen algunas tienen su valor, pero supuesto de partida las perturba. Ser hombre es estar referido a la mujer, ser mujer es estar referida al hombre. Si la idea de mujer gira en torno al empoderamiento... buf.

      En fin, que seré más productivo y feliz trabajando.

      Lo dicho, Joaquín, gracias y un saludo cordial.

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