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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

sábado, 3 de septiembre de 2022

Augusto Pérez en "Abre los ojos"



Acompañando a mi mujer, que todavía no la había visto, he vuelto a contemplar la película Abre los ojos, de Alejandro Amenábar.


Más allá del asombro que me produce que un joven de unos veinticinco años sea director, guionista y compositor de una película de este calibre, una de las cosas que más me han llamado la atención es el personaje de Antonio, el psiquiatra interpretado por Chete Lera.


La película discurre alrededor del diálogo que mantienen Antonio y el recluso César, acusado de un crimen terrible. El psiquiatra trata de desentrañar los motivos por los que un joven apuesto y brillante puede padecer una distorsión de la realidad tal que lo lleve a verse a sí mismo como un monstruo y a pensar que su amada es una impostora.


A lo largo de la narración vamos conociendo la vida del exitoso César, y cómo un accidente provocado (valga el oxímoron) quiebra su vida, abriendo la puerta a episodios en apariencia absurdos y aterradores.


Finalmente César llegará a la conclusión de que todo lo que está viviendo no es sino una sueño. Sus temores se confirmarán cuando en la azotea de un edificio el responsable de la empresa que lo hibernó le revele toda la verdad.


Es entonces cuando Antonio, el psiquiatra, tras negar ser sólo un personaje alojado en la mente de César acabe por rendirse ante la evidencia. Entonces caerá en la angustia y la desesperación. Y ahí tenemos redivivo al personaje Augusto Pérez de Niebla, el clásico de Unamuno, pidiendo a su hacedor que lo mantenga con vida. "Quiero vivir, vivir, vivir..."


Es la forma más acabada de este personaje que he visto en el cine. Impresionante.


No sé si el interés de Amenábar por Unamuno viene de entonces, aunque no me extrañaría, y eso explicaría que se aventurara años más tarde a hacer una película como Mientras dure la guerra. Pero eso, como diría Michael Ende, es otra historia.

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