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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO
viernes, 6 de noviembre de 2015
Equívocos simpáticos
Mi amigo y compañero de entrenamientos Carlos ha empezado a dar clase de aikido en su pueblo. A la misma acude un nutrido grupo de niños. Al comenzar, puestos de rodillas saludan, como es preceptivo, al retrato del fundador que está en el lugar de honor, luego repiten la misma inclinación hacia el maestro, en este caso el propio Carlos, y finalmente, al ir a practicar las técnicas entre ellos, se saludan de igual forma.
El caso es que Carlos se encontró con la madre de uno de aquellos rapaces y le preguntó si el chico le había dicho algo de las clases; qué tal iba, si estaba contento. La mujer le respondió que sí, que el chico estaba encantado, aunque la buena mujer estaba bastante extrañada pues el muchacho les había dicho que al principio de cada clase lo primero que hacían era "saludar al yayo de Carlos".
- ¿Pero tu abuelo no estaba muerto?
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El encanto de la inocencia de los niños provoca estas situaciones realmente divertidas.
ResponderEliminarQuién pudiera volver atrás!!...
Un fuerte abrazo
El encanto de la inocencia de los niños provoca estas situaciones realmente divertidas.
ResponderEliminarQuién pudiera volver atrás!!...
Un fuerte abrazo
Amalia, desde luego son la monda. Y lo más gracioso es la inocencia y naturalidad con que lo hacen.
EliminarUn abrazo para ti
espero que no invoquen su espíritu antes de ponerse en faena....porque menuda faena sería....
ResponderEliminarA tanto me parece que no llegan. Educación sin efusiones.
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