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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

lunes, 20 de diciembre de 2010

¿A quién esperas estas navidades?


Este breve relato me lo publicaron en la revista Atresvete en diciembre de 2008. He introducido alguna pequeña corrección de estilo:


"Elías atizó la lumbre. Pronto llegaría un cliente muy especial y no era cosa de que la estancia estuviese fría. Acurrucado frente a la chimenea dejó volar sus pensamientos al compás del crepitar de la hoguera.

Por fin un poco de buena suerte, se dijo. Tantos años rezando porque las cosas le fueran bien y cuando todo parecía perdido, el edicto de Augusto le había caído como llovido del cielo. No sólo se había llenado la posada sino que, para colmo, se iba a hospedar el más importante proveedor de caballos del rey Herodes. ¡Increíble fortuna!

Belén ya no era lo que antiguamente. Mucha gente había emigrado y la que quedaba era pobre de solemnidad. Si Elías y su esposa subsistían era gracias a las ovejas que tenían en propiedad, pero su explotación tampoco representaba un gran negocio; entre otras cosas porque los insufribles pastores eran gente aprovechada y siempre que moría alguna res decían que era de Elías y no una de las de ellos. Tampoco valía la pena discutir; con ese extraño dialecto que hablaban no había manera de sacar nada en claro.

Toc, toc.

- ¿Llaman a la puerta? –gritó Sara desde el dormitorio.

- Ya lo he oído. Pero estate tranquila.

Elías se levantó para abrir. Su mujer tenía ciática y con el embarazo apenas se podía mover de la cama. Convenía que reservase sus fuerzas hasta el último momento.

Probablemente sería Rajab, su inquilino “especial”. Sin perder un momento, se dirigió a grandes zancadas hacia la entrada.

Con contenida excitación abrió la puerta. Pero la sonrisa se le desdibujó apenas vio ante sí a un ojeroso peregrino paupérrimamente ataviado.

- La paz contigo, posadero. Por amor de Dios, necesitamos hospedaje. Mi esposa está en cinta y ha comenzado a sufrir algunas contracciones. Llevamos todo el día viajando y…

Elías no se molestó en mirar a la mujer que, montada en un asno, aguardaba a su marido. Las encallecidas manos de aquel hombre lo decían todo: pobreza, vil pobreza.

- Está completo- atajó sin dejarlo acabar. Y cerró la puerta a su espalda.

- ¿Quién era? –preguntó su esposa lejanamente.

- Nadie. Ya te avisaré cuando venga.

Avivó de nuevo el fuego y echó otro leño. Una mueca de satisfacción le asomó en los labios. Sí, Yahvé había oído sus plegarias. “Mi Señor, ¡permite a tu siervo acoger a alguien importante!”, le había suplicado una y mil veces. Y ahora al fin iba a hospedar a toda una personalidad. Quién sabe si podría llegar a oídos del propio Herodes su buena acogida. ¿Por qué no? Estas cosas nunca se saben. A lo mejor el rey mandaba para allá a alguno de sus hombres antes de lo que cabía esperar; seguro que para entonces ya habría nacido su primogénito..."

8 comentarios:

  1. Hola Rafael, he de reconocer que a mí me pasaba a menudo, desde que me abrí a la realidad del Otro, he encontrado a Jesús en mucha gente, en algunos de forma tan intensa que he llegadpado a dudar si era él en persona. Tienes muy buena pluma Rafael, una narración breve pero con profundidades marianas, realmente abisales.

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  2. Leía hoy:«La primera manifestación de la caridad es la ejercita con el prójimo.El don de Dios, debe hacernos siempre mejores. Porque el recibir más es señal de que está en nosotros y con nosotros.»
    Elías, viejo egoísta, se perdió la gracia de ser caritativo.
    Un fuerte abrazo
    Claudio

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  3. Muy bueno el relato Rafael. Enhorabuena ¡¡¡ deberiamos recapacitar sobre la moraleja. Un saludo ¡¡¡

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  4. ¡Hola Rafael!
    Esto nos (me) pasa seguido, no reconocemos a Dios.
    Tu entrada me invita a estar alerta y despierta cuando llegue.
    Besos

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  5. Muchas gracias, NIP, estoy casi abrumado.

    Efectivamente, Claudio. La oración de Elías había sido escuchada: "Mi Señor, ¡permite a tu siervo acoger a alguien importante!" Dios, que da la medida colmada, mandó a hospedarse a su propio Hijo para que fuera allí donde viera la luz el Rey del Universo. Pero Elías miraba con ojos mundanos, no vio más que pobreza. Así su aspiración se quedó en algo mucho más mediocre, igual Herodes mandaba a alguno de sus hombres a su posada para cuando hubiera nacido el primogénito de Elías. En realidad así fue, Herodes mandó a muchos hombres a Belén, pero la "visita" la hicieron a espada. La suerte que corrió el hijo de Elías fue la misma que la de los otros inocentes de Belén...

    Muchas gracias, Kara.

    María del Rayo, así es. Jesús es pobre, hambriento, peregrino, pacífico... Así no hay quien lo reconozca.

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  6. Así es, Rafael.... esperamos y esperamos su llegada entre luces de colores, fiesta y fuegos artificiales..... y no nos damos cuenta que Jesús llega sigiloso y callado.

    Corremos el riesgo de hacer de las Navidades una "fiesta" hueca y entre tanto ruido, tanta comilona, tanta imbecilidad... se nos escapa su verdadero significado. También corremos el riesgo de hacer de las Navidades un conjunto de ritos que "cumplir" sin más. Navidades huecas en ambos casos.

    Y mientras tanto Jesús viene a nosotros desde el silencio, desde la pobreza, desde el anonimato. Sólo sabremos reconocerle si antes lo hemos hecho en nuestro interior.

    Un abrazo y feliz Navidad.

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  7. Hola Rafael, me ha gustado mucho el relato. Y da qué pensar, las veces que habremos hecho lo mismo. Un abrazo y Feliz Navidad para ti y tu familia. Fernando.

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  8. Muchas gracias, Teresa. Ojalá sepa dejarme transformar tal y como dices.

    Fernando. Imagino que lo habremos hecho más de una vez. Yo desde luego sí. Os deseo a ti y a tu familia también unas muy felices navidades.

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