
Creo que el humor es un bien tan precioso como el aire. Es más, ahora que está tan de moda, igual deberían declararlo “Patrimonio de la Humanidad”. Cuando llevo una temporada sin reírme a gusto, lo echo de menos y me digo: “algo está fallando en mi vida”. No me parece un mal termómetro.
En esto el cine puede ser un gran aliado. Todos tenemos algunas películas capaces de arrancarnos algo más que una sonrisa, porque está claro que a cada cual nos hacen gracia cosas distintas. Todavía recuerdo una película a la que acudí con mi hermana hace un par de eras glaciares (creo que donde estaba el cine ahora hay un volcán). Estaríamos unos ocho espectadores y, según qué broma aparecía en la pantalla, la risa emergía de un lugar distinto de la sala. Naturalmente, a mi hermana le hacían reír los
golpes médicos; me parece recordar que era la única.

Hay algunas películas que han estimulado mis músculos risorios de una forma más vivaz; por ejemplo,
Los visitantes no nacieron ayer. Se trata de una cinta francesa que, pese a ello, no consiste en una sucesión interminable de diálogos existenciales entre personajes asqueados de la vida; ya sólo por esto, merecería una mención especial. Siempre he dicho que esta película no podrían haberla hecho en Estados Unidos, porque el acierto está en traer a nuestro tiempo a dos hombres medievales con mentalidad medieval (y aire cómico, claro está). Es decir, lo contrario a
Kate & Leopold y similares, en las que el hombre del pasado lo es porque va disfrazado y emplea el presente de subjuntivo.
Uno de los mecanismos del humor es introducir un elemento disparatado en una situación cotidiana, del contraste entre lo “natural” y lo descabellado surge la comedia. En esto los hermanos Marx eran unos genios. Si los personajes que los rodeaban hubieran sido tan excéntricos como ellos, no se habría producido esa tensión cómica y aquello habría derivado en un absurdo sin chispa. Pero ver cómo escandalizan, incomodan o ponen en apuro a personas “normales” es lo que dispara nuestra carcajada. Precisamente ese contraste es el que se da en
Los visitantes no nacieron ayer (1993).

También vemos esa oposición en
¿Qué pasa con Bob?(1991), en la que un enfermo mental se cuela en la vida familiar de su psiquiatra. He de confesar que, en general, Billy Murray me hace mucha gracia. Vi la mencionada película cuando se estrenó, debido a la insistencia del amigo con el que había quedado. El título ni me sonaba, y entré al cine a regañadientes convencido de que no me iba a gustar. Al cabo de media hora sólo se me oía a mí.

Por último, algo de cine español:
Se infiel y no mires con quién (1985). Comedia de enredo, de esas que se nos dan tan bien. Con un Resines en el papel de Resines, que es el que borda. También Ana Belén guapísima; Verónica Forqué simpatiquísima y muy atractiva; y Guillermo Montesinos, salado como él solo. La comedia es picante y de Fernando Trueba, pero en ningún momento cae en la chabacanería. En el embrollo de la trama hay momentos antológicos.
Bien, y hasta aquí llegan las recomendaciones. Les deseo que ustedes lo pasen bien.