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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

domingo, 25 de marzo de 2018

¿Son responsables?




Cuando he estudiado nuestra guerra civil, una de las cosas que más me ha llamado la atención ha sido la enorme irresponsabilidad de muchas de las personas que tenían, precisamente, alguna responsabilidad en la España previa a su estallido. Se enfrentaban cuestiones graves con un grado de insensatez escalofriante.  Discursos inflamados, amenazas, ajustes de cuentas, mentiras conscientes y sistemáticas, sectarismo, odio alimentado a conciencia, exclusión, búsqueda del enfrentamiento.

La generación de mi padre, de la que ya muy pocos quedan, vivió aquel trauma nacional en primera persona y en su inmensa mayoría sacaron una lección: aquello no podía volver a repetirse. Entiéndaseme bien, no es que fuera imposible que se volviera a repetir, al contrario, como lo que parecía imposible se había dado y en un grado catastrófico, no era tolerable que se volviera a las andadas, a alimentar la discordia, al conmigo o contra mí, a la polarización programada.

Da la sensación de que con la desaparición de esa generación se extingue parte de la memoria de España (de la real, no de un marco legal hemipléjico), y con ella cobran vigor los aprendices de brujos. Nuevos iluminados creen que pueden hacer lo que les plazca: alimentar dragones, sembrar el enfrentamiento, emplear la mentira como arma política, en el fondo nada es grave, piensan, la pose vende; lo que ha pasado en otros sitios (las guerras, los conflictos) no puede suceder aquí; los que dicen lo contrario son unos catastrofistas, unos pusilánimes de cuyo miedo nos podemos servir.

Pues bien, habéis conseguido la fractura; ahora se puede ahondar más en ella o tratar de restañar las heridas, pero habéis dejado la sociedad peor que la encontrasteis. El daño causado es gravísimo y, me temo, que perdurable si no se actúa con acierto.

Se habla de la economía catalana. Ciertamente la fuga de empresas ha sido espectacular, un serio aviso, pero con ser grave, no es lo peor.

“Tengo dos hijos y hoy usted tiene el poder de decidir si los veo crecer”, ha dicho al juez que lo procesa uno de los encausados por sedición en Cataluña. ¿Ni siquiera ahora despierta? Traslada su responsabilidad al juez, como el conductor que va a doscientos por hora en mitad de la ciudad y advierte al policía que le ha detenido que por su culpa va a llegar tarde al trabajo.

¿Todavía no ve el daño que han causado y la catástrofe que podían haber provocado (o en la que puede derivar esto)?  El menos estar en el banquillo de los acusados le ha hecho descender de las grandes causas ideales que se llevan todo por delante sin pestañear a la realidad personal, que a fin de cuentas es la única que de verdad existe.

Decía Ortega y Gasset en La rebelión de las masas que el hombre-masa, ese ser mediocre e irresponsable que pretende regular todo el orden social, “no atiende a razones, sólo aprende en su propia carne”.

No le deseo el mal a nadie, reitero, absolutamente a nadie, y no es “buenismo”, es que de verdad no se lo deseo (y menos aún lo celebro); pero sé que consentir según qué cosas puede ser  el más flaco favor que se haga a una persona. Decía Hegel que el castigo es un derecho de quien ha cometido un crimen, pues a través del mismo es tratado como un hombre, como un ser adulto, como alguien responsable, es decir, que puede responder de sus actos, y no como un niño incapaz de gobernarse. (No lo decía con estas palabras pero es la idea, en este preciso instante no tengo al bueno de Hegel a mano). A veces uno siente que vive en un mundo de menores de edad incapaces de arrostrar sus propios actos.

En fin, quiera Dios que prevalezca la cordura y que nosotros sepamos contribuir a ella.



2 comentarios:

  1. Tampoco le deseo nunca mal a nadie pero me gustaría un poquito de sentido común.
    Por el bien de todos.
    Feliz semana.
    Un abrazo

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    1. Sentido común a veces parece un oxímoron, pero como bien dices, buena falta nos hace.

      Muchas gracias, Amalia, y un fuerte abrazo para ti.

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