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BITÁCORA DE RAFAEL HIDALGO

lunes, 29 de junio de 2020

La ikurriña de Misisipi



El Estado de Misisipi va a cambiar su bandera para despojar de la misma el emblema confederado al considerar que en su origen tiene connotaciones racistas.

Mientras, estatuas de diversos personajes históricos son "evacuadas" cuando no pintadas y derribadas por la furia iconoclasta. Así, la estatua de Roosevelt a caballo escoltado por un negro y un indio ha sido retirada del Museo de Historia Natural de Nueva York, la de Colón que habitaba un parque en San Luis desde hace 134 años parte rumbo desconocido a bordo de un camión, y la de Churchill en Londres ha tenido que ser emparedada como don Mendo para protegerla de la furia de las turbas.

Pero la ola de indignación puritana no ha quedado contenida dentro del mundo anglosajón. También en nuestras latitudes los símbolos del pasado son atacados por no cumplir los exigentes cánones de nuestra excelencia moral. Así, la estatua de Colón en Barcelona, uno de los símbolos de la ciudad desde que fuera colocada en 1888 con motivo de la Exposición Universal, ha sufrido diversos ataques físicos y verbales, materializados en la solicitud de su retirada por parte de líderes de grupos políticos contrarios al colonialismo español ¡¡y norteamericano!!

Si el machismo, el racismo y la discriminación nos resultan tan insoportables hasta el punto de no tener en cuenta consideraciones de carácter histórico o cualquier otra circunstancia relevante, ¿cómo es que sigue ondeando la ikurriña araniana? ¿No profería don Sabino, su inventor, perlas como aquella de que el simple roce con los maketos producía inmoralidad, de que la raza euskeriana (sic) era sustancialmente distinta a la española y por supuesto superior, laboriosa, y no perezosa y vaga como la otra? "¡Cuándo llegarán todos los bizkainos a mirar como enemigos suyos a todos los que les hermanan con los extranjeros y enemigos naturales suyos!", exclamaba doliente en el número 22 de Bizkaitarra. "El bizkaino es de andar apuesto y varonil; el español o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenino".


Ofrenda a Sabino Arana

Tampoco en Cataluña, donde como se ha señalado los nacionalistas quieren borrar reminiscencias impías como las de Cristóbal Colón, tienen mucha intención de cambiar nombres de calles y monumentos erigidos en honor a personajes no tan pretéritos y sí recalcitrantemente racistas como Pompeu Gener, Bartelomeu Robert y tantos otros.

Llegados a este punto a uno le asaltan algunas dudas. Por ejemplo: ¿racismo es discriminación a una raza sea cual fuere, o sólo se da para ciertas razas específicas? ¿Lo correcto y lo incorrecto depende de la bondad del hecho juzgado o de si quien lo realiza es de los míos?


A veces, qué miedo dan "los buenos".

martes, 23 de junio de 2020

El fascista... que no lo fue



Esta tarde he acompañado a mi madre y a mi hermana a misa. Se cumplían ochenta y dos años del fallecimiento del mi tío Ángel y han querido pedir por él.

Ángel era el mayor de los hermanos de mi padre y el más brillante. Fue el único que cursó una carrera superior, Derecho. Su mayor afán era licenciarse para trabajar y así poder pagar los estudios a sus otros ocho hermanos, pues cada curso cambiaban de centro escolar debido a la precaria situación económica de mis abuelos.

Mi padre recordaba su congoja de niño tímido deambulando curso tras curso de un colegio a otro. Él siempre era el nuevo, el último en llegar.

El último año de carrera Ángel sufrió un contratiempo inesperado. En el Heraldo de Aragón apareció un artículo firmado con su nombre crítico con un profesor del que era alumno predilecto. Mi tío nada había tenido que ver con aquel escrito, pero el docente, herido en su amor propio, tomó represalias y lo suspendió. Fue la única asignatura que aquel estudiante brillante suspendió en toda la carrera y la que le impidió completarla. 




Los amigos de mi tío lo animaban a cambiar de universidad. "Con don .... nunca aprobarás". Pero Ángel, consciente de su valía y tenacidad, les contestaba que haría un examen tan impecable que no le quedaría otro remedio que aprobarlo. Tenía todo el verano por delante para prepararlo.

Sin embargo aquel verano de 1936 no iba a ser un verano normal. El crispado clima social y político que vivía el país se fue agravando y a mediados de julio se consumó la tragedia. España se desgarró en dos desatándose una guerra fratricida.

Ángel se alistó como alférez provisional. Nunca había militado en ningún partido ni sindicato. Sus únicas preocupaciones se habían dirigido a cuestiones académicas. Mas su generosidad y arrojo lo llevó a incorporarse a uno de los cuerpos más duros y castigados, los regulares. Siempre en primera línea del frente.

La guerra siguió su curso y a la vuelta de Asturias le dieron unos días de permiso en que pudo regresar a casa. Mi padre, todavía niño, recordaba que lo notó apagado, desprovisto de esa alegría serena que lo había caracterizado. Lo acompañaban algunos moros a sus órdenes a los que mi abuela sumó a la mesa familiar.

Unos días después Ángel se despidió de todos por última vez. Falleció en el frente de Teruel. Era el veintitrés de junio de 1938. Tenía veintitrés años.




Su esquela reza:

"Don Ángel Hidalgo Velázquez. Alférez provisional del 4º Tabor de Regulares de Alhucemas número 5. Estudiante del último curso de la carrera de Derecho. Dio su vida, a los 23 años de edad, por Dios y por la Patria..."

Mi tío no era un fascista, ni un niño bien, ni ningún otro tópico parecido de los que emplean quienes pintan la historia de pasquín. Mi tío era un muchacho de su generación que en medio de una crisis nacional terrible a la que él no había contribuido puso en juego nada menos que su vida.

Quiero pensar que a pesar de la indeseable experiencia de la guerra el odio no anidó en su corazón. Desde luego no lo reflejaba en sus cartas, y me consta que ni mi padre ni ninguno de sus hermanos lo sintieron nunca a pesar de la pérdida de Ángel y de otro hermano, Pepe, que moriría de una tuberculosis cogida en el frente.

Por el contrario todos ellos sostenían que algo así no debía repetirse. Que azuzar los odios era una impiedad. Y que esa lección había tenido un precio demasiado como para tirarla por la borda.

La política que no busca la concordia y el bien común es el seguro camino a la perdición. Sobre todo a la perdición de los demás.

Ángel, descanse en paz.



domingo, 21 de junio de 2020

10

Un comentario de un sobrino me ha alertado sobre ello. El 16 de abril de 2010, hace algo más de diez años, inauguré esta bitácora (me suena más romántico que "blog").

Mirando para atrás he de reconocer que ha tenido una vida mínima, menuda, de pocos acompañantes pero perseverante, y quiero pensar que con calor humano, pues aquí he volcado inquietudes, vivencias, opiniones propias, retazos de mi vida.

Al principio prácticamente sólo conocidos, luego entraban unos y se iban otros. La puerta siempre abierta.

No sé si los temas tratados han tenido interés alguno o carecen de él. Supongo que de todo habrá habido y que la modesta repercusión, por no decir testimonial, es señal de escaso alcance. También es cierto que una pajarita tintada en un océano es poca cosa, pero es mi pajarita, mis trazos, mis pálpitos. Seguramente en lo grande y notorio no estaría yo. La tarima no me sienta bien; me dan vértigo las alturas.

En cuanto al canal de Youtube ha superado los nueve años. Lo abrí para publicitar un libro, Julián Marías, retrato de un filósofo enamorado. Quedó apabilado hasta que salieron un par de libros infantiles dos años más tarde, Crispín y el dragón Agamenón, y Mabel, la princesa de Íncaput. Había oído decir a un hombre sabio que Internet era el medio de difusión de los pobres, y ahí estaba yo.

Ya en octubre de 2013, hace casi siete años, me decidí a convertirlo en un canal de divulgación filosófica, nuevamente con minúsculo alcance y torpe realización, eso sí, terapéutica para mí y siempre cargada de ilusión (y, por ello, de más de un chasco). Con el tiempo llegarían otros canales dedicados a similares menesteres y con mucho mejor acogida. Afortunadamente el corazón no se me enquistó y disfruté de su éxito. A veces las entrañas nos juegan malas pasadas; no fue este el caso.




En fin; que hemos cumplido diez años desde la clandestinidad que otorga la insignificancia, pero seguimos aquí, con ganas de vivir nuevos proyectos. Soñar es vivir.

Gracias por estar aquí.


viernes, 19 de junio de 2020

A cabezazos con el mundo

A menudo mi padre me conminaba a ser metódico y práctico. Sin ambas cosas a uno no le podía ir bien en la vida, o, al menos, todo lo bien que debiera. El tiempo le ha dado a él la razón mientras a mí continuaba privándome de ambas facultades.

Sólo una gran capacidad de entusiasmo me ha permitido superar muy limitadamente mi falta de método a la hora de emprender proyectos. Por eso cuando aquella mengua todo peligra.

Respecto del sentido práctico lo más que conozco son las penurias que acarrea carecer de él. Afortunadamente queda el consuelo de las almas románticas: el embelesamiento por lo inútil.

Pondré un ejemplo reciente. Para un tema que me gustaría desarrollar necesitaba el libro Amor y pedagogía de don Miguel de Unamuno. Cuando trabajo un libro, siempre, siempre, siempre hago anotaciones, abundantes subrayados, comentarios en los márgenes. Pues bien, resultó que me puse a buscar en ediciones de coleccionista y he acabado por adquirir la primera edición, la de 1902. Lo cual no deja de ser una maravilla, por eso lo he hecho, pero me imposibilita para trabajar al modo que lo hago yo. (Yo no soy un iconoclasta de esos que tanto abundan estos días dedicados a derribar monumentos).



Lo grave es que no es la primera vez que me sucede. La Antropología metafísica de Marías que tengo esta despanzurrada de tanto manejarla. Lo bueno es que la tengo firmada por su autor. Decidí comprar un nuevo ejemplar para tratar de salvar lo que quedaba de mi baraja encuadernada y no se me ocurrió otra cosa que comprar... ¡la primera edición inmaculada! Y ahí está, tan virginal como cuando salió de las entrañas de la imprenta, como lo estará el libro de Unamuno mientras de mí dependa.

Hay gente que no tenemos remedio; sólo somos felices soñando despiertos. ¡Y así nos va! 



miércoles, 17 de junio de 2020

¿Dónde colocar un muerto?



Hay algo en lo que estoy ¿trabajando...? Disfrutando es la palabra. No sé si llegará a buen puerto, de hecho todavía estoy cargando provisiones antes de soltar siquiera amarras. El hecho es que entretenido con estas faenas he descubierto un principio muy sencillo, pero que me resulta fecundo,a saber:

Una novela existencial concluye con un cadáver, mientras que una de intriga arranca con él. Simetría especular.

Las posibilidades que ofrecen algunos clásicos...

Y hasta aquí puedo leer, que diría Mayra Gómez Kemp.

miércoles, 10 de junio de 2020

PLATÓN RAPEANDO (Juanje Albalá)


Más de una vez he dicho que si algo bueno me han proporcionado tanto el blog como el canal de Youtube es la posibilidad de conocer personas a las que de otro modo difícilmente hubiera podido acceder.

Tal es el caso de Juanje Albalá. Granadino, licenciado en filosofía que compone raps para comunicar sus inquietudes. La fortuna es que entre las mismas se cuenta el dar a conocer lo que los grandes pensadores han escrito. Así tiene canciones cantadas desde la piel de Platón, Aristóteles, Descartes o Nietzsche.

La verdad es que ha sido un verdadero placer poder charlar con él. Espero que también vosotros disfrutéis de este encuentro.

Me ha dado problemas colgar el vídeo aquí, de modo que os facilito en enlace: CLICA AQUÍ.






viernes, 5 de junio de 2020

Coronavirus, o nada nuevo tras la Niebla



"Pues verá usted; fue cuando la epidemia aquella, ya sabe usted. Todo el mundo estaba alarmadísimo, a mí no me dejaron ustedes salir de casa en una porción de días y hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía a alguien de luto reciente era como si estuviese apestado. Pues bien: a los cinco o seis días de haber enviudado el pobre don Emeterio tuvo que salir de casa, de luto por supuesto, y se encontró de manos a boca con ese bárbaro de Martín. Éste, al verle de luto, se mantuvo a cierta prudente distancia de él, como temiendo el contagio, y le dijo: «Pero, hombre, ¿qué es eso? ¿Alguna desgracia en tu casa» «Sí -le contestó el pobre don Emeterio- acabo de perder a mi pobre mujer...» «¡Lástima! Y, ¿cómo, cómo ha sido eso?» «De sobreparto» -le dijo don Emeterio-. «¡Ah, menos mal!» -le contestó el bárbaro de Martín, y entonces se le acercó a darle la mano".

Miguel de Unamuno, capítulo 15 de Niebla (1914)