viernes, 25 de diciembre de 2015
Marcando la presa
La fórmula es sencilla. Se busca una frase, un gesto, una expresión llamativa, si es preciso, se puede tomar lo metafórico como literal para sacarlo de su quicio. Entonces se encienden los focos alumbrando dicha expresión para convertirla en el centro de atención; todo lo demás queda en la penumbra. Por arte de magia (la magia de la distracción) lo adjetivo se ha transformado en sustantivo.
Ahora la frase, despojada de su contexto, se ve tan fuera de lugar como un barco en el desierto. Ya sólo falta agitar la carnaza, estimular los bajos instintos del público para que se arroje sobre quien osó proferir un discurso ajeno a las consignas de la corrección política. Adjetivar a la futura presa puede ayudar. Por ejemplo: "el polémico obispo de Córdoba ha dicho esto o lo otro".
Si uno se informa bien, lo que convierte en polémico al susodicho obispo es defender lo que señala la doctrina de la Iglesia, que es lo que se debería esperar de un obispo; pero en este caso tachar a la propia Iglesia de polémica podría despertar la adhesión de muchos católicos, y lo que se pretende es justo lo contrario, aislar a nuestra víctima, convertirla en un caso estrafalario y repulsivo con el que nadie desee tener que ver.
miércoles, 23 de diciembre de 2015
¡Feliz Navidad!
Queridos náufragos:
Os deseo una feliz Navidad y que encontremos pronto el camino de vuelta a casa.
Atentamente.
Un polizón y náufrago.
lunes, 14 de diciembre de 2015
El votante invisible
Veo
en las redes sociales a amigos, conocidos y extraños apoyando a unos y otros
partidos. Derrochan entusiasmo, anatemas, advertencias a veces. Y yo lo contemplo
con un punto de tristeza; no por su apasionamiento, sino por mi destierro. Es
una fiesta a la que me invitan a pasar, pero en cuanto me asomo me siento un
extraño.
No
es la primera vez que me sucede, ni la segunda, ni será la última, me temo.
Quizá
haya quien piense que es por cinismo o desengaño. Tal vez por ser muy
puntilloso y pretender que un programa consiga el imposible de recoger
fielmente mis ideas (como si estas fueran totems de una nitidez meridiana).
Nada de eso.
Lo
cierto es que ya pido muy poco a alguien que se presenta a unas elecciones (y
no porque no ansíe muchas más cosas): que defienda la vida humana, toda vida
humana. Que respete la libertad y no juegue a aprendiz de mago con las vidas
ajenas.
Miro,
escucho, y se me cae el alma a los pies. Hay
que cambiar, para llegar más lejos. Nosotros o el desastre. Votanos que ahora sí que sí.
Más
de cien mil abortos anuales reconocidos en España (con factura e IVA, para que
nos entendamos. Los pagados en B no salen en las estadísticas) me pesan como una
losa. Aquí ha gobernado derecha e izquierda (términos que, por cierto, me resultan particularmente antipáticos), y los aires nuevos que han llegado a la política han dejado claro que no
tienen intención de frenar la escabechina. Matar bebés es un derecho
consagrado, casi una obligación moral en según qué casos. Y los ancianos y
enfermos graves pueden ir haciendo cola, que pronto les darán la vez. Y si no,
al tiempo.
Queda
la opción de los partidos testimoniales. El llamado voto ético. Sí, alguna vez
lo he ejercido cuando no me abstenía; y me siento como el niño apartado en un
rincón al que se da un juguetito para que no moleste mientras los adultos
organizan su fiesta. Tú estate aquí calladito, mirando lo bien que se lo pasan
los mayores. Es un voto invisible, inútil (sí, inútil), tan inútil como un cuerpo intangible. La expresión de una
opción política que en ningún lugar queda manifiesta.
No
sé en qué casilla me encuadrarán las estadísticas. ¿Indecisos? Más bien
fantasmales.
domingo, 13 de diciembre de 2015
Maratón de Cuentos
El sábado 12-12-15 fue el Día Mundial de la Discapacidad. Yo me lo pasé en grande en un Maratón de Cuentos organizado por la Asociación Utrillo y la Fundación Lacus.
Nos juntamos unos cuantos cuentistas para narrar nuestras historias fantásticas que han quedado recogidas en un libro titulado "Déjame que te cuente".
domingo, 6 de diciembre de 2015
Algunas reflexiones (al menos sobre España)
1. Si la malvada Europa no nos hubiera salvado de nosotros mismos, la solución que se aplicaba a una crisis provocada fundamentalmente por un exceso endeudamiento habría sido... ¡endeudarnos más! (de hecho se animó a ello invitando a las familias a gastar más comiéndose sus ahorros en los albores de una crisis brutal. De paso se decidió rebañar las extenuadas arcas públicas con planes E dignos de estudio).
2. En España lo que se ha rescatado no han sido "los bancos", sino "las cajas de ahorro", entidades en cuya gestión intervenían las administraciones públicas. Por cierto, gracias a esta "gestión política" las cajas de ahorro como entidades orientadas a fines sociales prácticamente han desaparecido.
3. La organización más solidaria que conozco se llama "familia". No entiendo políticas "sociales" que no la pongan en el centro. Por cierto, toda familia sabe que no se debe gastar más de lo que se ingresa, cuando uno ocupa un cargo público tiende rápidamente a olvidarlo.
4. Financiar con dinero público la ineficiencia lo que consigue es perpetuarla. No hablo de necesidades sociales fundamentales, como disponer de atención sanitaria, por ejemplo; pero sí de cosas como que un señor haga una película y haya que pagársela porque no interesa ni al vendedor de palomitas.
5. A mi entender, la mayor estafa que sufrimos es la degradación de la educación, una estafa perpetrada principalmente contra las personas más desfavorecidas que tienen en ella el único recurso para promocionar. La exigencia educativa no es un ataque contra los alumnos, sino una oportunidad de llegar a más. Por favor, dejen de jugar con ella.
lunes, 9 de noviembre de 2015
Historia de la Filosofía (Viajando a través del tiempo)
La Filosofía, nacida hace más de 2.500 años, no una simple anécdota en la historia de la humanidad; no es un conocimiento reservado a un grupo de eruditos y ajeno a la inmensa mayoría de los hombres. La Filosofía es la piedra angular de eso que llamamos Occidente, el suelo sobre el que caminamos.
Si quieres saber cómo esto ha sido posible, lo contamos en este vídeo de "Polizón y Náufrago". Y de paso nos damos una vuelta por el tiempo con sentido del humor.
¡Bienvenidos a bordo una vez más!
viernes, 6 de noviembre de 2015
Equívocos simpáticos
Mi amigo y compañero de entrenamientos Carlos ha empezado a dar clase de aikido en su pueblo. A la misma acude un nutrido grupo de niños. Al comenzar, puestos de rodillas saludan, como es preceptivo, al retrato del fundador que está en el lugar de honor, luego repiten la misma inclinación hacia el maestro, en este caso el propio Carlos, y finalmente, al ir a practicar las técnicas entre ellos, se saludan de igual forma.
El caso es que Carlos se encontró con la madre de uno de aquellos rapaces y le preguntó si el chico le había dicho algo de las clases; qué tal iba, si estaba contento. La mujer le respondió que sí, que el chico estaba encantado, aunque la buena mujer estaba bastante extrañada pues el muchacho les había dicho que al principio de cada clase lo primero que hacían era "saludar al yayo de Carlos".
- ¿Pero tu abuelo no estaba muerto?
miércoles, 28 de octubre de 2015
Parménides de Elea... la vida sigue igual
Julio Iglesias cantaba aquello de que "la vida sigue igual". Si alguien ha sido fiel a esa idea ha sido Parménides de Elea, para quien el cambio no existe. ¿Cómo pudo llegar a esa conclusión y condicionar el futuro de la filosofía? Si quieres saberlo no te pierdas este vídeo de...
¡FILOSOFÍA PARA NÁUFRAGOS!
jueves, 22 de octubre de 2015
Falacias y sofismas... al descubierto
Los engaños del lenguaje. ¿Qué "trucos" emplea la publicidad, los políticos, los vendedores, incluso nuestros amigos para llevarnos a su terreno? Aristóteles y otros pensadores los estudiaron y se siguen aplicando con igual intensidad.
Si quieres saber más sobre este interesante tema y pasar un rato divertido, no te pierdas el nuevo vídeo de "Filosofía para náufragos".
Además, esta vez contamos con la ayuda de los amigos del canal "Fieras TV".
Espero que lo disfrutéis.
domingo, 11 de octubre de 2015
¡Feliz Día de la Hispanidad!
Amigos, hoy es un gran día. Es la fiesta de más de quinientos millones de personas que compartimos unas raíces, un idioma y un proyecto histórico. Por eso hay que celebrarlo por todo lo alto.
¡Feliz Día de la Hispanidad a todo el mundo!
lunes, 5 de octubre de 2015
Entrevista a Guillemo Urbizu (poeta). Parte 2 y última
Aquí os ofrezco la segunda parte de la entrevista a Guillermo Urbizu. Un poeta de los pies al alma.
Le pediremos que nos recomiende un libro, una película, un cuadro... y cómo mirar el mundo.
¡Bienvenidos a un nuevo vídeo de "Entrevistas para náufragos"!
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Entrevista a Guillermo Urbizu (poeta). Parte 1
En Polizón y Náufrago hemos entrevistado a un ensayista de la talla de Gregorio Luri; a una gran novelista, tal que Ángeles de Irisarri, y a un eminente historiador como es Luis Suárez.
Sin embargo teníamos pendiente una deuda con uno de los grandes géneros, la poesía. De modo que hemos ido en busca de otro grande, Guillermo Urbizu. Quédense con este nombre, amigos, y disfruten de la entrevista, yo ya lo he hecho... y de qué manera.
¡Bienvenidos a bordo una vez más, polizones!
viernes, 25 de septiembre de 2015
Manifiesto
Muy breve. Casi a golpe de titular. Lo que ha pasado en Cataluña (y pasado mañana puede suceder en el País Vasco, en Galicia, o por un efecto contagio en cualquier parte de España), creo que debería llevarnos a sacar alguna lección. De lo contrario mereceremos lo que nos venga, es decir, nuestra disolución como sociedad y, por tanto, nuestro encanijamiento como individuos:
1) Urge cambiar el sistema electoral. No puede ser que partidos nacionalistas con aspiraciones secesionistas se conviertan en partidos bisagra a los que hay que hacer concesiones cada vez mayores tras cada proceso electoral.
2) Urge una reforma en la educación consensuada por los grandes partidos pero no al servicio de los mismos, sino de la nación. No puede entregarse la educación en manos a quienes se han propuesto romper la nación desde posiciones particularistas, igual que nadie en su sano juicio delega la instrucción de un ejército a la oficialidad del enemigo.
3) El fundamental, sin el cual todo lo anterior carece de sentido. No existe nación sin un proyecto nacional. Habrá estado, habrá administración, pero no será sino un mecanismo ciego en manos del mejor postor o del más hábil manipulador.
Por tanto, urge un proyecto nacional ambicioso, aglutinante y con sentido histórico, que tenga en cuenta la realidad española (desde su génesis) y posea el afán necesario para llevarnos a la mayor plenitud como sociedad. Esto pasa por renunciar al halago, las excusas, la mentira y la comodidad. No valen los lamentos y echar la culpa a unos o a otros. Debemos ponernos a la faena de exigirnos más, o somos los dueños de nuestro destino y lo tomamos en nuestras manos, o renunciamos a nuestra libertad.
Apostilla: Cataluña no es un apéndice de España que se puede amputar sin mayores consecuencias. Cataluña es una de las piezas constituyentes y constitutivas de la Nación Española. Además, posee una sexta parte de la población del país.
El problema del nacionalismo no quedaría resuelto con la secesión, sino consagrado y, por tanto, impulsado a cotas todavía mayores.
Llegados al punto en que estamos, un cierre en falso sería nefasto.
jueves, 24 de septiembre de 2015
Ramón Menéndez Pidal entra en el debate catalán
A
don Ramón Menéndez Pidal le tengo simpatía. Entre otras cosas, le estoy
agradecido por varios de sus libros que leí con sumo agrado; además, fue él
quien puso a nuestro alcance la joya del Cantar
del Mío Cid.
Hombre
liberal e íntegro, tuvo una disputa a través de la prensa con Antoni Rovira
Virgili, uno de los prohombres del catalanismo. La misma se produjo cuando se
estaba debatiendo la Constitución de la II República. A raíz de un artículo de
don Ramón, Rovira Virgili publicó una agria refutación. Entonces Menéndez Pidal
contestó al anterior en el diario El Sol
con otro artículo titulado “Sobre la nación española:
respuesta a Rovira Virgili”, era el 27
de agosto de 1931.
Lo traigo aquí por su “rabiosa
actualidad”, y porque ahora que se alegan razones históricas para determinadas
iniciativas, no está de más atender a las razones que daba alguien que de
historia sabía un rato:
"[...]
No entretendría yo al lector con estos dimes y diretes si los vivos ataques del
Sr. Rovira y Virgili no fueran enseñanza y meditación. Tocan al nervio de
nuestra nueva estructura nacional. ¿Qué he podido decir yo en mi anterior
artículo molesto a un catalán para que así arremeta contra mí? Pues simplemente
decía que Cataluña no vivió un momento sola, sino siempre unida a las regiones
centrales, a Aragón, a Castilla, no sólo política, sino culturalmente. Esto es
lo que molesta; con una pertinancia tan ciega como hemos visto, se trata de
negar todo lazo espiritual; ésta es, en su fachosa desnudez, la verdad de las
cosas.
Y
ahora, ¿no ven ustedes que estoy cargado de razón cuando digo que el desamor
perdura y que si su signo prevalece no es posible estructurar una España sino
peor que la pasada, en que ese desamor se engendró? Si esa psicología rencorosa
fuese general, si el ensimismado exclusivismo del genial Prat de la Riba fuera
a seguir de moda mucho tiempo, no habría sido inclinarse y decir tristemente
adiós cuanto antes a esos hermanos que reniegan la fraternidad.
Pero
todos tenemos experiencias en contra y podemos afirmar que esos sentimientos,
aunque dominantes entre los luchadores del régimen antiguo, no son generales,
ni parecen ser los de las generaciones nuevas. Pero si por transigir de momento
con el viejo desamor, por una componenda para salir del paso, tomasen las hojas
de la nueva Constitución cualquier pliegue funesto, ¡qué grave deformidad
vendría en el cuerpo de España! La que siempre fue una nación, se convertiría
en un simple Estado; compartimentos estancos, nacioncillas aisladas,
cultivadoras del hecho diferencial, empeñadas en negar obcecadamente, como
vemos, los lazo ideales, para quedarse sólo con los lazos materiales que
convengan. Peor que un Imperio austrohúngaro.
No
nos hagamos ilusiones. Si bajo esta psicología del resentimiento, el Estado
Español no tiene respecto de la región una prenda de unión espiritual en la
enseñanza, la generación del desamor acabará por raer, con pertinaz trabajo de
zapa, todo sentimiento de unidad espiritual; la fuerza moral de la nación, la
única fuerza de los pueblos, será arruinada y la disgregación del nuevo Imperio
austrohúngaro será rápida.
Pero,
dentro del terreno de la cultura, no toda la culpa es de los que en la
periferia roen, como carcoma, la unidad espiritual, sino de los que en el
centro debieran cuidar de afirmarla.
¡Qué
pobre es la literatura en este campo! Nos hacía falta, por ejemplo, un
penetrante estudio sobre el concepto nacional de España, partiendo de San
Isidoro o, para pedir poco y lo más importante, limitándose a la época en que,
con la invasión árabe, la Península dejó de ser un Estado, hasta que volvió a
serlo en el siglo XV, bajo el imperio de grandiosas ideas nacionales.
En
esa Edad Media bastaría estudiar el maravilloso siglo XIII, sus literatos,
sobre todo sus cronistas que, desarrollando viejísimas ideas, expresan a España
como unidad operante, realizadora de una misión histórica, común a todos sus
reinos. En una región propugna esta idea el obispo de Tuy; en otra, aquel gran
navarro, el arzobispo Jiménez de Rada, el hombre que más inspiradamente sintió
a España y más doctamente enseñó a comprenderla como un conjunto nacional;
después, Alfonso el Sabio, que, al planear la Crónica General fundiendo en su
relato las hazañas de León y Castilla con las de Navarra y de Aragón, dice que
escribe «del fecho de España», el «fecho» en singular, el hecho unitario de una
nación que, por su mal, se fraccionó en Estados varios: «et del daño que vino a
ella por partir los regnes».
En
ese mismo siglo XIII, la crónica de D. Jaime el Conquistador. Abrimos el libro.
El rey aragonés decide ir en ayuda del rey castellano contra una inquietante
rebelión de los moros de Murcia; pero los nobles catalanes y aragoneses le
niegan su concurso con desabridas respuestas, continuamente reiteradas; tenían
rencor de agravios pasados y no pensaban más que en afirmar sus privativos
fueros, su Estatuto. Pero al fin los catalanes renuncian a su fuero y se
avienen a conceder la ayuda pedida para que D. Jaime, «pueda servir a Dios y
auxiliar al Rey de Castilla». No en vano habían nacido en la región que D.
Jaime tenía por «la plus honrada terra d'Espanya». Y las razones supremas que
el Rey proponía (después de agotadas las de carácter práctico, ineficaces) para
que los irreductibles dejasen a un lado el Estatuto en que obstinadamente se
parapetaban eran tres razones de orden ideal primera, por servir a Dios;
segunda por salvar a España; tercera, porque él y ellos ganasen el prez y el
honor de salvarlas: «que Nos e vos haiam tan bon preu e tan gran honor que per
Nos e vos sia salvada Espanya». Es decir, los propone el lema «Dios, España y
Prez».
Al
recordar esta nítida precisión con que el Rey Conquistador percibe, en lo
material y en lo ideal, todos los motivos de solidaridad hacia una patria más
ancha que su particular patria, y que su reino propio, al ver cómo inculca esos
motivos a sus vasallos, no sabemos abandonar las elevadas naves del alcázar
historial para salir a la calle. ¡Despierta, Rey Don Jaime; habla otra vez de
España a los que no piensan sino en su propio Estatuto! ¡Yergue otra vez tu
frente cubierta con ese yelmo de grandes alas avezadas a los vuelos aguileños!
A
los muchos catalanes que, como D. Jaime, sienten su nación catalana intimada en
la española, a las generaciones nuevas que pueden leer sin torvo desamor las
épicas crónicas de su tierra, me dirijo con fervorosa esperanza. ¡Salud!"
Nota: La foto es muy posterior al escrito de don Ramón, pero
como aparece Julián Marías a quien también profeso simpatía, pues me he dicho: “vamos
a ponerla”, y eso he hecho.
lunes, 21 de septiembre de 2015
Entrevista a Luis Suárez Fernández (Real Academia de la Historia)
Con él hablaremos de figuras tan interesantes como los Reyes Católicos, Carlos V, Richelieu, o el propio Francisco Franco. ¡No te lo puedes perder!
¡Bienvenidos a un nuevo vídeo de "Entrevistas para náufragos"!
martes, 15 de septiembre de 2015
El estruendo de las plañideras
Cuando estudiaba empresariales tenía un compañero que
acostumbraba a salir de los exámenes en estado de pesimismo total: “Fatal. Me
ha salido fatal. Se me cargan”. Yo, que no era precisamente Keynes, me dedicaba
a darle ánimos. Le decía que no sería para tanto, que ya vería cómo le habría
salido mejor de lo que esperaba. Aquello llegaba a resultarle ofensivo; quién
iba a saber mejor que él el desastre de examen que había hecho, ¡tenía derecho
a lamentar su desgracia! Así que yo agachaba la cabeza y lo acompañaba
compungido en vista de su estado de postración. Luego salían las notas, y la
más baja de las suyas era un ocho, mientras que yo nadaba en las procelosas
aguas del aprobado raspado.
Traigo esto a colación porque últimamente se ha
intensificado el estruendo de las plañideras. Veamos, resulta que “España”
viene oprimiendo, explotando, jorobando en suma a no pocas regiones desde
tiempos del sursuncorda (de hecho la tal España
tiene una “deuda histórica” con casi todas), pero como viene a resultar que a
estas alturas sólo se reconocen como españolas Soria, Calatayud y Teruel, porque
el resto tienen singularidades históricas irreductibles a cualquier categoría humana,
sucede que estas tres cimas de la prosperidad constituyen una metrópoli que
somete a la tiranía a comunidades que, ¡válgame el cielo!, tienen hasta metro y
aeropuerto.
Por lo visto en Calatayud tenemos más derechos civiles que
en Tarrasa o en Irún. Por ejemplo, aquí podemos, estoooo, podemos… ¡bueno, podemos
hacer cantidad de cosas que allí es imposible porque les detendrían! ¡Cómo no
van a protestar de semejante avasallamiento si los tratamos peor que a una
mujer taxista en Arabia Saudí!
Luego está el tema de la carga fiscal, que no hay derecho. Ellos con un IVA del 58% y aquí, a orillas del
Jalón, barra libre y tax free. Claro
que yo hasta ahora pensaba que los impuestos los pagaban los ciudadanos no los entes históricos, y que como algunos impuestos
son progresivos, tal que la renta, los que más tienen pagan más, así que donde
hay más ricos se recauda más, pero esta mayor recaudación es un síntoma de bonanza,
aunque escueza el bolsillo. Lo sé, hay otros factores (ya me gustaría a mí
estar empadronado en Navarra), pero el que he señalado no es precisamente
desdeñable. De todos modos, como he indicado al principio, yo en temas de
economía ya era un desastre en la universidad y la cosa no ha mejorado.
Puedo entender que Juanita se quiera separar de Bartolo, que
ya no sienta nada por él y que cada cosa que hace o dice le resulte cargante,
lo que no digiero bien es que la culpa la tenga que tener Bartolo sí o sí; que
Juanita no repare en que si Bartolo habla es un parlanchín, si calla un muermo,
si sonríe un idiota, si está serio un cenizo. A ver, que Bartolo tiene sus
virtudes y sus defectos, como todo hijo de vecino, pero el pobre hombre ya no
sabe cómo ponerse para que Juanita no le diga lo mal que no está haciendo en
todo momento y lo damnificada que se siente y que por eso se quiere separar.
Tenemos una crisis de proyecto histórico. Tenemos una crisis
de liderazgo. No es algo nuevo, viene de atrás (no de Franco, sino ya de antes; aunque
parezca mentira entre Franco y el Big Bang había “algo”). Pero precisamente por
eso, lo que tenemos ante todo es un COMPROMISO de exigencia, o más exactamente
de autoexigencia. Hay que ver qué tenemos que hacer y no qué nos deben a
nosotros, lo demás son aspavientos de dama ofendida bastante cargantes, por
cierto.
sábado, 12 de septiembre de 2015
Lince, oso panda, orangután... escritora (especie protegida)
Me detengo a mirar una lista de concursos literarios, los hay de todos los géneros: poesía, ensayo, novela, guiones, terror, humor, deconstructivismo… El que no encuentra el suyo es porque no quiere. En las bases se fija el perfil que deben reunir los participantes; a unos se les exige ser naturales de una localidad o un país, otros tienen que ser mayores o menores de cierta edad, o funcionarios. De esta última discriminación (“distinción”, si es que a alguno lo de discriminación le suena despectivo) hay una que no entiendo, y mira que le he dado vueltas, me refiero a los concursos literarios exclusivos para mujeres. La verdad, no le encuentro el sentido.
Comprendo que no se quiera hacer competir a un niño de siete
años con un adulto de sesenta y dos, que una empresa (aunque sea tan descomunal
como el Estado) convoque un concurso
para sus empleados, que una región anime a los lugareños a escribir, o a hacer
el pregón de sus fiestas, o a vestirse de cabezudo. Lo que no alcanzo a
entender es que se hagan concursos literarios (no es uno ni dos ni tres)
exclusivos para mujeres.
Hoy día puede haber tantas escritoras como escritores;
desconozco su número, pero desde luego no me resulta raro encontrarme con lo
uno o con lo otro. Si en algún ámbito no existe discriminación es precisamente
el literario, donde la excelencia se demuestra en soledad frente a una hoja en
blanco, se pinte uno los labios o se pase la maquinilla cada mañana. ¿Hay algún
escritor que no envidie el éxito de J.K. Rowling, la profundidad de Teresa de
Ávila o el manejo de situaciones de Jane Austen?
No puedo ni imaginar la que se armaría si un concurso
literario tuviese entre sus requisitos que los partícipes fueran “sólo hombres”;
no digamos ya si fuera financiado con dinero público. ¿Por qué entonces se
trata a las mujeres como menores, o como una débil especie que no puede medir
su capacidad literaria con un varón? Me parece que algunos defensores (y
defensoras) de las mujeres o no se enteran o les hacen un flaco favor.
martes, 25 de agosto de 2015
La cajera y el burócrata
Voy a un supermercado, compro el doble de lo que pensaba
(para no perder la costumbre) y me coloco al final de la fila. Estamos bastante
gente. La cajera va a toda velocidad, pero por un momento se detiene, agarra un
micrófono y su voz suena por la megafonía: “señorita Patricia, señorita
Patricia, acuda a caja”. En menos de un minuto aparece la señorita Patricia
que estaba reponiendo yogures y se pone a
atender en otra de las cajas. “Por favor, vayan pasando en orden”. Duplicadas
las fuerzas todo fluye para alivio de los clientes aunque los yogures tengan
que esperar.
Voy a una gran biblioteca pública. Hay varias
ventanillas, una para préstamo de libros, otra para devolución de libros, otra
para alta de socios, otra para solicitudes de archivo y otra para que no sean
pares. Encuentro el libro que buscaba y me coloco en la fila de préstamos. Es
bastante larga y el señor que va primero está haciendo una consulta al
que atiende. Las otras ventanillas están completa, absoluta y radicalmente
vacías. Al frente de cada una de ellas una persona con cara del más completo,
absoluto y radical aburrimiento. A ninguno se le ocurre decir que pasemos por
su ventanilla, iría en contra de la excelencia de la especialización. En su día en aquella biblioteca recogieron firmas para solicitar que no se amortizaran dos puestos pues se
resentiría el servicio. Es lo que tiene la falta de personal…
Acudo a las oficinas de Tráfico, se repite la escena de la
biblioteca pero sin libros. En la interminable cola de “Información” un único señor con edad de
estar jubilado atiende con santa paz. No se lo reprocho, si todos los días es
así tiene tajo ininterrumpido desde el punto de la mañana hasta el día del
Juicio Final por la tarde. Por lo visto todo pasa por ahí salvo las citas
previas. Incluso para pedir un triste impreso hay que incorporarse a la fila
del ciempiés y ver girar el tiovivo de las agujas. Miro a mi alrededor, tres ventanillas vacías, otra con una persona
y otra con dos. Está claro, los usuarios no sabemos hacer las cosas bien, ni tenemos el mínimo sentido para adaptarnos a los procesos burocráticos establecidos.
El día que resuelvan gestiones administrativas en los
supermercados no tengo la menor duda de adónde acudiré.
domingo, 16 de agosto de 2015
¿Adónde vamos y a dónde nos llevan?
Aquí hay algo que no encaja. Acabo de leer un titular que ABC que dice: «Javier Arenas: "Los próximos comicios serán los más importantes desde 1977"», no he seguido, estoy cansado. Hace días que desde el nacionalismo catalán se plantean las próximas elecciones regionales como un plebiscito secesionista (también tuvimos en su día un Plan Ibarretxe y otras iniciativas igualmente "creativas").
Vamos a ver, por edad (aunque sé que no lo parece ya cumplí los veintidós) he vivido las primeras elecciones de este último periodo constitucional, y las segundas, y las terceras... y así hasta las últimas. Con contadísimas excepciones cada una de ellas se ha planteado en términos de emergencia nacional, en las que nos jugábamos el ser o no ser. Si es así, ¿qué han estado haciendo los partidos políticos en los últimos 40 años? ¿Cómo un cambio de gobierno puede plantearse una y otra vez como un cambio de régimen? Cuestiones meta-partidistas, como la educación, la estructura territorial o la política exterior de la nación, van dando bandazos sin cesar, no hablemos ya el cuestionamiento de la propia existencia de la nación desde muchas de las instancias que deberían sostenerla.
El reclamo electoral recurrente es éste: «vota (a tal o cual) porque si no esto se va a pique». ¡No puede ser! No podemos estar así continuamente, sometiendo TODO a debate una y otra vez; pretendiendo hacer borrón y cuenta nueva, borrón y cuenta nueva... ¿Cómo vamos a avanzar? ¿Hacia dónde? ¿Cómo no va a acabar sacrificándose el interés colectivo en favor del de grupos o individuos si carecemos de un proyecto común mínimo? ¡Qué pena y qué pena!, así, por duplicado, o por triplicado mejor: pena, penita, pena.
jueves, 13 de agosto de 2015
Método, método, método
Mi padre me repetía a menudo una consigna a modo de lema o guía
de vida: «Método, método; sin
método no se puede hacer nada verdaderamente valioso». Método, método, volvía a
insistir. Y yo lo oía, pero no lo escuchaba. Para mí era como los mantras que
pronuncian los tibetanos mientras dan vueltas a unas ruecas, un sonido
monocorde y previsible que como un ruido de fondo acaba por pasar inadvertido.
Ahora que él ya no está sus palabras cobran una densidad
inusitada: método, método, y tras ellas escucho otras cosas
que él no pronunciaba pero que adivino implícitas: hijo mío, porque me importas te repito esto a pesar de tu indolencia,
de tu sonrisa desdeñosa, de la sucesión de síes que pronuncias buscando sólo que te deje en paz. Si no eres disciplinado, sistemático,
metódico, no harás nada que merezca la pena. ¡Aprovecha tu vida!
Jesús dijo a los suyos: “Os conviene que yo me vaya; porque
si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo
enviaré”. Por lo visto el precio que hay que pagar para aprender algunas
lecciones es la ausencia. Sólo cuando el sello no está aparece la huella.
Papá, lamentablemente no he sabido ser mejor de lo que era antes, pero
al menos ahora soy consciente de que tenías razón. Sin método no hay fecundidad.
Quizá aún no es tarde para empezar a aprender.
sábado, 25 de julio de 2015
España, ¿lastre o motor del cristianismo?
Procesión del Señor de los Milagros (Lima)
Me interesa puntualizar una idea muy extendida, y a mi
juicio errónea, que lamentablemente forma parte de nuestra leyenda negra y que
a fuer de repetida ha cobrado carta de naturaleza. En concreto la que muestra
el descubrimiento y conquista de América como una acción criminal prolongada a
lo largo del tiempo que tiene como colofón libertador los levantamientos independentistas
portadores de justicia, progreso y paz.
Veamos; la presencia de España en América tiene un componente evangelizador inapelable. Y es que el proyecto medieval de cristiandad, que en España se ha desenvuelto a través de la reconquista, se extiende allende los mares para implantarse en las nuevas tierras recién descubiertas.
Habrá un factor clave en la definición de esta política (si se la quiere llamar así), la presencia en el trono de Isabel la Católica que concebirá la labor en el nuevo continente como fundamentalmente evangélica. Véanse no sólo las leyes de indias, que ahí es nada, sino las continuas instrucciones que la reina va implementando para que esto sea una realidad, y ello hasta el final de sus días. En su propio testamento vuelve a insistir:
“y encargo y mando a la Princesa mi hija y al dicho Príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan, y que este sea su principal fin [se refiere a la evangelización], y que en ello pongan mucha diligencia, y no consientan y den lugar a que los indios vecinos y moradores en las dichas Indias y tierra firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes; mas mando que sean bien y justamente tratados. Y si algún agravio han recibido, lo remedien y provean, por manera que no se exceda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha concesión nos es impuesto y mandado”.
¿Quiere esto decir que en los navíos que transitaban el Océano Atlántico sólo iban frailes y religiosos? No, sin duda no. También iban gentes de armas (no “el ejército”, sino milicias financiadas por particulares), y se hizo una conquista que no quiso llamarse así, sino pacificación. Ninguna conquista en la historia de la humanidad ha sido incruenta, y esta tampoco lo fue. Dicho lo cual, de ahí a que buscase exterminar los pueblos americanos media un abismo, el mismo que hay entre la mentira y la verdad. Otra cosa es que surgiese el demoledor e indeseado efecto del traspaso de enfermedades.
Conviene no olvidar que diversos pueblos indígenas sometidos por otros pueblos actuaron como aliados de los españoles en los que veían unos libertadores.
¿Y no hubo abusos en el ejercicio de esa incorporación a España? Sí, los hubo, y precisamente la historia de la presencia española en América gravita en torno a las tensiones que creaba el ideal evangelizador (bajo la tutela real y las leyes de indias) y las ambiciones, ruindades y debilidades que emergen donde hay hombres y bienes. Pero es que la historia del ser humano sobre la tierra tiene este componente de grandeza y miseria.
Pasada la primera generación, que vive el trauma de esa conquista, se implanta una estructura pareja a la que Aragón había instaurado en el Mediterráneo, me refiero al modelo de virreinatos. No son colonias; repito, no son colonias. Gozaban de una amplia autonomía con un marco jurídico propio bajo la potestad de un virrey, quien actuaba en nombre del rey. A nadie se le ocurriría decir que el virreinato de Nápoles era una colonia de España, pues tampoco lo eran Nueva España, Nueva Granada o el Perú.
En la América hispánica se produce lo que Julián Marías ha llamado “injerto”. Ni desaparece la sociedad previa ni se instala la nueva al margen de aquella, sino que lo español se injerta en la sociedad precolombina apareciendo una realidad nueva. A mediados del siglo XVI se imprimen numerosos libros en México; ese mismo siglo después del Estudio General de Santo Domingo se fundarán las universidades de México y San Marcos de Lima, la Escuela Cuzqueña en los tres siglos de Virreinato producirá en torno a ¡600.000 cuadros!
Si algo caracterizó a la llamada Monarquía Católica Española fue su estabilidad, y eso a pesar del hostigamiento a que la sometían las potencias emergentes, como la Gran Bretaña. Dicha estabilidad y su fidelidad a la Iglesia, fue una de las principales razones para que los movimientos ilustrados más anticatólicos la tuvieran por enemiga.
La crisis interna que sufre España con la invasión napoleónica y la quiebra de legitimidad de la corona por la torpeza de Fernando VII debilitaron aquella vigorosa sociedad, desencadenándose, con el apoyo de las logias, los movimientos secesionistas. Pero esa crisis no afecta sólo a América, sino a la propia Península que entra en una deriva de guerras civiles y pronunciamientos que arrastrará a lo largo del siglo XIX.
De hecho está más que estudiado el frecuente apoyo (no automático) de los indios nativos a los ejércitos reales frente a los insurrectos líderes procedentes de la burguesía criolla adoctrinada por la masonería.
La secesión de la América hispana fue una guerra civil en toda regla, pues la mayor parte de las tropas y oficiales eran naturales de esas tierras, y no ejércitos peninsulares. Historiadores nada sospechosos, como L. Navarro, afirman que fue la prosperidad y no la miseria la que alentó las ansias de hacerse con el poder político por parte de los criollos.
Bien pagaron los indios su apoyo a la corona “y a la fe católica”, por ejemplo en el Perú, pues con la independencia en gran medida se les despojó de sus tierras.
Los “poderosos de turno” no estaban sólo en el bando realista, que también, sino en el independentista, aunque la épica libertadora exija hacer silencio sobre esta realidad.
España no es una nación con más ni menos pecadores que el resto, pero sí que es la nación que puso sus cartas (grasientas, manchadas, como se quiera, pero todas las que tenía) a la empresa de extender la fe de la Iglesia una, santa y católica, en ocasiones con santidad y otras escandalizando, de todo hubo. En cualquier caso sólo hace falta echar un vistazo a un mapa de la presencia de la Iglesia en el mundo para constatarlo.
¿Quiere esto decir que en los navíos que transitaban el Océano Atlántico sólo iban frailes y religiosos? No, sin duda no. También iban gentes de armas (no “el ejército”, sino milicias financiadas por particulares), y se hizo una conquista que no quiso llamarse así, sino pacificación. Ninguna conquista en la historia de la humanidad ha sido incruenta, y esta tampoco lo fue. Dicho lo cual, de ahí a que buscase exterminar los pueblos americanos media un abismo, el mismo que hay entre la mentira y la verdad. Otra cosa es que surgiese el demoledor e indeseado efecto del traspaso de enfermedades.
Conviene no olvidar que diversos pueblos indígenas sometidos por otros pueblos actuaron como aliados de los españoles en los que veían unos libertadores.
¿Y no hubo abusos en el ejercicio de esa incorporación a España? Sí, los hubo, y precisamente la historia de la presencia española en América gravita en torno a las tensiones que creaba el ideal evangelizador (bajo la tutela real y las leyes de indias) y las ambiciones, ruindades y debilidades que emergen donde hay hombres y bienes. Pero es que la historia del ser humano sobre la tierra tiene este componente de grandeza y miseria.
Pasada la primera generación, que vive el trauma de esa conquista, se implanta una estructura pareja a la que Aragón había instaurado en el Mediterráneo, me refiero al modelo de virreinatos. No son colonias; repito, no son colonias. Gozaban de una amplia autonomía con un marco jurídico propio bajo la potestad de un virrey, quien actuaba en nombre del rey. A nadie se le ocurriría decir que el virreinato de Nápoles era una colonia de España, pues tampoco lo eran Nueva España, Nueva Granada o el Perú.
En la América hispánica se produce lo que Julián Marías ha llamado “injerto”. Ni desaparece la sociedad previa ni se instala la nueva al margen de aquella, sino que lo español se injerta en la sociedad precolombina apareciendo una realidad nueva. A mediados del siglo XVI se imprimen numerosos libros en México; ese mismo siglo después del Estudio General de Santo Domingo se fundarán las universidades de México y San Marcos de Lima, la Escuela Cuzqueña en los tres siglos de Virreinato producirá en torno a ¡600.000 cuadros!
Si algo caracterizó a la llamada Monarquía Católica Española fue su estabilidad, y eso a pesar del hostigamiento a que la sometían las potencias emergentes, como la Gran Bretaña. Dicha estabilidad y su fidelidad a la Iglesia, fue una de las principales razones para que los movimientos ilustrados más anticatólicos la tuvieran por enemiga.
La crisis interna que sufre España con la invasión napoleónica y la quiebra de legitimidad de la corona por la torpeza de Fernando VII debilitaron aquella vigorosa sociedad, desencadenándose, con el apoyo de las logias, los movimientos secesionistas. Pero esa crisis no afecta sólo a América, sino a la propia Península que entra en una deriva de guerras civiles y pronunciamientos que arrastrará a lo largo del siglo XIX.
De hecho está más que estudiado el frecuente apoyo (no automático) de los indios nativos a los ejércitos reales frente a los insurrectos líderes procedentes de la burguesía criolla adoctrinada por la masonería.
La secesión de la América hispana fue una guerra civil en toda regla, pues la mayor parte de las tropas y oficiales eran naturales de esas tierras, y no ejércitos peninsulares. Historiadores nada sospechosos, como L. Navarro, afirman que fue la prosperidad y no la miseria la que alentó las ansias de hacerse con el poder político por parte de los criollos.
Bien pagaron los indios su apoyo a la corona “y a la fe católica”, por ejemplo en el Perú, pues con la independencia en gran medida se les despojó de sus tierras.
Los “poderosos de turno” no estaban sólo en el bando realista, que también, sino en el independentista, aunque la épica libertadora exija hacer silencio sobre esta realidad.
España no es una nación con más ni menos pecadores que el resto, pero sí que es la nación que puso sus cartas (grasientas, manchadas, como se quiera, pero todas las que tenía) a la empresa de extender la fe de la Iglesia una, santa y católica, en ocasiones con santidad y otras escandalizando, de todo hubo. En cualquier caso sólo hace falta echar un vistazo a un mapa de la presencia de la Iglesia en el mundo para constatarlo.
lunes, 20 de julio de 2015
Feliz verano a los del hemisferio norte (ya falta menos a los del sur)
Desde "Polizón y Náufrago" os deseamos feliz verano.
domingo, 19 de julio de 2015
Una verdad tan estremecedora como inapelable
Una verdad tan firme como el "cogito" cartesiano pero mucho más inquietante.
Entrada del cementerio de Cue (Asturias)
Entrada del cementerio de Cue (Asturias)
sábado, 11 de julio de 2015
Notas al vuelo sobre un libro fascinante: "¿Matar a Sócrates?" de Gregorio Luri
Si dijera que cuando leo un libro de un amigo lo miro con buenos ojos, no mentiría.
Si dijera que Gregorio Luri es amigo mío, tampoco mentiría.
Si afirmara que el libro "¿Matar a Sócrates?" de Gregorio Luri no ha necesitado ni de lo uno ni de lo otro para cautivarme, tampoco mentiría.
¡Qué gozada! Una obra no "sólo" para leer y aprender (lo cual no sería poca cosa), sino también para pensar, debatir, descubrir nuevas vías para indagar. Su secreto: haberse tomado completamente en serio a Sócrates.
No es apto para taxidermistas, sino para amigos del diálogo vivo, fresco, estimulante. Porque va de eso, del diálogo continuo en que está inmersa la filosofía desde el momento de su nacimiento. Aquí no se encuentra el Sócrates que fue (que se fue, si se prefiere), sino el que nos sigue conminando hoy a ti y a mí.
Mientras lo leía ha habido momentos verdaderamente reveladores, como cuando me he topado de bruces con Ortega y Gasset, a quien no se menciona, y eso sin salir del siglo IV a.C. "¿Cómo es eso? Explícate", diría Sócrates. Y yo le respondería:
- ¿Acaso no participa plenamente Ortega de un párrafo como éste: "Sócrates pretende conocer las cosas humanas, pero sin jibarizarlas, por eso encontramos en su proyecto filosófico una constante voluntad de observar las cosas humanas desde sus posibilidades más altas. Estaba convencido de que si no las contemplaba así, se nos oculta su verdadera naturaleza" (Pg 16-17)?
Entonces reparo en que todo pensador que se tenga por tal nada en las aguas de Sócrates, como ya adivinó Nietzsche y Luri nos señala, porque fue Sócrates quien se propuso comprendernos antes de que nosotros mismos nos viéramos en tamaña necesidad.
Pero Ortega andaba por más rincones, como cuando se plantea la dicotomía entre las ideas y las creencias. Las ideas las tenemos, mientras que en las creencias estamos (nos tienen a nosotros). Las creencias son precisamente aquello que no nos cuestionamos, el paisaje sobre el que nos movemos sin reparar en él. Mas, ¿qué sucede cuando se vuelven problemáticas, cuando se cuestionan? Entonces dejan de operar como tales creencias y empiezan a precisar justificaciones.
Pero dar razón de algo es reconocer que ese algo ya no es seguro, precisa contrafuertes que lo soporten; por eso es peligroso Sócrates, porque empieza a preguntar por lo que hasta poco antes parecía claro, tan claro que no se veía. Y cuando los cimientos de la ciudad tiemblan porque pierde el suelo firme de las creencias, entonces necesita un nuevo apoyo. Será Platón quien se lo proporcione en forma de ideas, mas ya nada será lo mismo.
Los dioses ya no dictan, porque se mueven al dictado de unas instancias superiores: la bondad y la verdad. Y la verdad se vincula al pensamiento: sapere aude! "En el origen de la cultura filosófica europea encontramos un único mandamiento: atrévete a pensar. Esta es, a mi parecer, la quintaesencia del socratismo" (Pg 43).
Y aquí aparece con claridad un problema que tradicionalmente se vinculaba al medievo, pero que Sócrates ya está arrojándonos: "¿Lo piadoso es amado por los dioses por ser piadoso o es piadoso lo que en cada caso es dictado por los dioses?" (Pg 88). Tomás de Aquino se pone en pie para decir que lo primero, y Scoto y Occam se revuelven y dicen que no, que los dioses no conocen límites y actúan a capricho. Y aquí seguimos, enfrascados en la polémica, negando géneros y protegiendo la naturaleza.
"Nietzsche decía que el cristianismo es platonismo para el pueblo. ¡Claro! ¡Y el humanismo! ¡Y la Ilustración! ¡Y el marxismo! Toda aquella ideología que acepte una idea superior a la que los mismos dioses deben obediencia es, estrictamente hablando, platonismo" (Pg 182).
El libro no escatima ningún reto, ni siquiera el espinoso asunto del daimon que acompaña al pensador ateniense. Yo me pregunto: ¿Y si Sócrates fuera el hombre más sabio no sólo por la conciencia de su ignorancia sino por la conciencia misma? Es decir, por su obediencia al daimon, a ese soplo del Espíritu que le dicta cuándo obra bien y cuándo no. ¿No será el más sabio porque cumple fielmente su vocación, la llamada que le ha hecho el dios?
Luego está la sociedad, la Politeia, esa comunidad de vida que a la par que nos hace, nos coarta con sus leyes. ¿Se deben acatar aun siendo injustas? "El mensaje final de la Politeia parece claro: no hay que respetar las leyes porque ellas sean buenas, sino porque nosotros podemos ser buenos gracias a que hemos sido educados en nuestras leyes" (Pg 203) Yo más bien diría que somos sociales, y en tanto que tales nos regulamos por las leyes. Contravenir las leyes es subvertir nuestra condición social y, con ella, nuestra humanidad.
Mas ¿qué hacer ante la ley inhumana si no está en nuestra mano cambiarla?... ¿Quién dijo que Sócrates es cosa del pasado?
Hay una parte del libro que a mí me ha resultado particularmente estimulante, la referida a la necesidad de sentido. La naturaleza que actúa ciegamente y el hombre que precisa ver y ha de sobreponerle un sentido, una segunda naturaleza. No me puedo extender en ello, haría falta un nuevo libro. Tendré que plantearme seriamente secuestrar a Gregorio Luri y pedir de rescate 48 horas más. ¡Cuánto jugo en este fruto! (Mi único temor es que no sé si sus nietos me lo perdonarían).
"Nunca percibimos estrictamente algo, sino algo que está relacionado con otras cosas. El hombre percibe relacionando y comparando. Cuando decimos que algo es grande ya lo hemos situado en el contexto de una relación (grande-pequeño)" (Pg 232). Y se me vuelve a aparecer Ortega (¿por qué me persigues?) y me habla desde su reflexión sobre Kant diciéndome aquello de "... llegamos a una actitud radicalmente liberada de todo «subjetivismo» y que, sin embargo, da de pronto un significado imprevisto a la sentencia más desacreditada de todo el pasado filosófico: la frase de Protágoras «el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son» (...) Debería haber bastado con meditar un poco sobre lo que es «medida» para que resplandeciese su soberbia verdad. Las cosas por sí no tienen medida, son desmesuradas, no son más ni menos, ni así, ni del otro modo, en suma, ni son ni no son. La medida de las cosas, su modo, su ni más ni menos, su así y no de otra manera, es su ser y este ser implica la intervención del hombre".
¿Y la cuestión de la muerte, piedra de toque de toda filosofía? ¿No escribió Santayana aquello de "una buena manera de probar el calibre de una filosofía es preguntar lo que piensa acerca de la muerte"? La muerte como referencia del sentido (o sinsentido) y, por ello, de la consistencia última de la propia filosofía. "Los que se dedican rectamente a la filosofía no hacen otra cosa que prepararse para la muerte. Por lo tanto, sería absurdo rechazar aquello para lo que se ha estado preparando toda la vida" (Pg 230).
Por último recogeré un párrafo del libro que dice así "Nietzsche tiene razón cuando observa que es imposible aferrarse a ilusiones útiles para la vida cuando ya las hemos desenmascarado como tales. Lo que no sabe es que de esto también era consciente Platón, porque lo ha aprendido de Sócrates. Platón es el gran creador de ilusiones útiles para una ciudad que ha tenido a Sócrates en sus calles. Políticamente, el platonismo es la vacuna contra la infección política del socratismo. Nadie ha creado ilusiones con más verosimilitud que él" (Pg 276).
Yo me atrevo a lanzar la siguiente duda al autor: ¿Acaso no aqueja también la duda al escéptico sobre su escepticismo? ¿No le sobrevuela un "y si fuera verdad", "y si estamos hechos a la escala de estas ilusiones porque en el fondo esos fines últimos (amor, perdurabilidad, comunidad...) son reales? ¿No es el absurdo un parásito del sentido (o, como diría Hegel, no se mueve en el elemento del sentido)?
El libro da para más, para muchísimo más. Por eso yo me detengo y hago lo que me parece más sensato, invitar vehementemente a su lectura y reflexión. Es una joya de demasiados quilates para dejarla escapar.
viernes, 19 de junio de 2015
La flor en el desierto
Todos los años en una comarca hacían un concurso para ver qué campesino cultivaba los mejores garbanzos. Indefectiblemente ganaba Tomás, que cada cosecha iba mejorando la calidad de su producción. De triunfo en triunfo llegó a la ancianidad. Así que un día unos hombres quisieron saber el secreto de su éxito.
- ¿Qué cómo lo hago? Me limito a regalar las mejores simientes a mis vecinos.
- ¿A sus vecinos? Pero entonces tendrán mejores plantas.
- Bueno, sí, cada año son mejores. Pero son ellas las que polinizan mis cultivos, así que gracias a eso consigo tan buenas cosechas.
Si nuestro entorno es fecundo, estimulante, próspero, nosotros podemos nutrirnos de él y ser más (justamente en eso consiste el verdadero progreso, en ser más). Por el contrario, en un mundo árido, estéril, nos atrofiamos. Difícilmente podremos dar grandes frutos en un ambiente hostil al mérito.
Cuando se aprobó la polémica asignatura de "Educación para la ciudadanía" algunos centros escolares tranquilizaban a los padres diciéndoles que allí iban a hacer un apaño para impartir la asignatura de otra manera y que, por tanto, no debían objetar.
No es mi intención abordar la problemática de esta asignatura (tampoco me siento cualificado), pero sí señalar que aparte del componente egoísta que este planteamiento tiene (los míos se salvan, allá los demás), olvidaban que el día de mañana esos muchachos van a moverse en un mundo de personas conformadas con esos planteamientos que a ellos se les han evitado... temporalmente.
Igual sucede en los demás órdenes de la vida. La tentación es buscarnos Arcas de Noé para ponernos a salvo, pero en tanto que seres sociales no hay vía de salvación fuera de la de la comunidad a la que pertenecemos.
miércoles, 17 de junio de 2015
El fracaso del profeta
Yo no sé si cuando un profeta ve cumplidos sus negros vaticinios ríe o llora. Yo pienso que llora, y además amargamente, porque atisbar el fuego y tocar la campana para avisar y que dicho repique no sirva para que las gentes se pongan a la tarea de extinguirlo representa el más penoso de los fracasos.
Por eso creo Ortega y Gasset se debe estar revolviendo en su tumba. Hoy uno lee La rebelión de las masas y encuentra que es infinitamente más actual que cuando se escribió. En la era de la "mundialización", ese hombre heredero del esfuerzo de siglos por construir estructuras culturales y sociales complejas sobre las que sostener la prosperidad, como le vienen dadas, como estaban ahí cuando llegó, actúa irresponsablemente creyendo que son tan naturales como las hierbas del campo o las nubes del cielo. Se siente con derecho a todo, a jugar con ellas, a retorcerlas, pues en el fondo cree que nunca han de fallar. Es la actitud del niño mimado: todo son derechos y éstos llueven del cielo.
Ahí está el especialista bárbaro, conocedor de su minúscula parcela del saber que consciente de su cualificación en dicho reducto tiene la desfachatez de decidir sobre cualquiera de los órdenes sobre los que lo ignora casi todo.
Lo más angustioso es que frente a este panorama que acelera nuestra caída, parece no haber nadie para hacerle frente.
Escritores que parecían haber conservado un grado de sensatez, comunicadores, formadores... más pronto que tarde acaban repitiendo el discurso dominante, con alguna pose, eso sí, para que no parezca.
Se dice que la batalla de las ideas está perdida. ¿Pero es que se está librando alguna batalla de ideas? Yo no la veo. Lo que veo es la fuerza de la propaganda y de la "doxa" que se lleva todo por delante sin apenas resistencia.
¿Quién se atreve hoy a decir en la plaza pública que el rey está desnudo? Hacemos chanza del geocentrismo medieval y luego nos creemos que somos el centro de la Historia, que la última ocurrencia que nos ha venido a la mente es el súmmun del pensamiento, que estamos aquí para corregir los errores de toda la humanidad que nos precedió (y ya de paso de la Naturaleza, esa "estúpida" que un día decidió perpetuar las especies a través de la disyunción sexuada y de la protección del ser viniente en el seno materno).
Sí, don José, tenía usted razón, somos los nuevos bárbaros. Nos diferenciamos de los antiguos en que éstos no tenían a la espalda una cultura que les redimiese de su condición, mientras que nosotros hemos decidido miccionar sobre ella.