sábado, 12 de septiembre de 2015

Lince, oso panda, orangután... escritora (especie protegida)



Me detengo a mirar una lista de concursos literarios, los hay de todos los géneros: poesía, ensayo, novela, guiones, terror, humor, deconstructivismo… El que no encuentra el suyo es porque no quiere. En las bases se fija el perfil que deben reunir los participantes; a unos se les exige ser naturales de una localidad o un país, otros tienen que ser mayores o menores de cierta edad, o funcionarios.  De esta última discriminación (“distinción”, si es que a alguno lo de discriminación le suena despectivo) hay una que no entiendo, y mira que le he dado vueltas, me refiero a los concursos literarios exclusivos para mujeres. La verdad, no le encuentro el sentido.

Comprendo que no se quiera hacer competir a un niño de siete años con un adulto de sesenta y dos, que una empresa (aunque sea tan descomunal como el Estado) convoque un concurso para sus empleados, que una región anime a los lugareños a escribir, o a hacer el pregón de sus fiestas, o a vestirse de cabezudo. Lo que no alcanzo a entender es que se hagan concursos literarios (no es uno ni dos ni tres) exclusivos para mujeres.

Hoy día puede haber tantas escritoras como escritores; desconozco su número, pero desde luego no me resulta raro encontrarme con lo uno o con lo otro. Si en algún ámbito no existe discriminación es precisamente el literario, donde la excelencia se demuestra en soledad frente a una hoja en blanco, se pinte uno los labios o se pase la maquinilla cada mañana. ¿Hay algún escritor que no envidie el éxito de J.K. Rowling, la profundidad de Teresa de Ávila o el manejo de situaciones de Jane Austen?

No puedo ni imaginar la que se armaría si un concurso literario tuviese entre sus requisitos que los partícipes fueran “sólo hombres”; no digamos ya si fuera financiado con dinero público. ¿Por qué entonces se trata a las mujeres como menores, o como una débil especie que no puede medir su capacidad literaria con un varón? Me parece que algunos defensores (y defensoras) de las mujeres o no se enteran o les hacen un flaco favor.

6 comentarios:

  1. Pues una mas de las contrariedades y paradojas de esta sociedad que no hay quien la entienda . Tú a lo tuyo que lo haces muy bien. Un abrazo

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    1. Ángelo, tienes razón, vivimos en una contradicción permanente. Un abrazo.

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    2. Jeje, quise decir contradicciones. Contrariedades son las que me surgen para realizar mi viaje a tierras donde alguien me espera. A ver si las eludo.

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  2. Me parece que aún hay muchas cositas que arreglar en esta sociedad.
    No sé si lo conseguiremos algún día.
    A este paso...

    Un abrazo. Feliz domingo

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  3. Me parece que aún hay muchas cositas que arreglar en esta sociedad.
    No sé si lo conseguiremos algún día.
    A este paso...

    Un abrazo. Feliz domingo

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    1. Amalia, no sé si lo conseguiremos, pero que no sea por no intentarlo.

      Un abrazo fuerte

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