Me detengo a mirar una lista de concursos literarios, los hay de todos los géneros: poesía, ensayo, novela, guiones, terror, humor, deconstructivismo… El que no encuentra el suyo es porque no quiere. En las bases se fija el perfil que deben reunir los participantes; a unos se les exige ser naturales de una localidad o un país, otros tienen que ser mayores o menores de cierta edad, o funcionarios. De esta última discriminación (“distinción”, si es que a alguno lo de discriminación le suena despectivo) hay una que no entiendo, y mira que le he dado vueltas, me refiero a los concursos literarios exclusivos para mujeres. La verdad, no le encuentro el sentido.
Comprendo que no se quiera hacer competir a un niño de siete
años con un adulto de sesenta y dos, que una empresa (aunque sea tan descomunal
como el Estado) convoque un concurso
para sus empleados, que una región anime a los lugareños a escribir, o a hacer
el pregón de sus fiestas, o a vestirse de cabezudo. Lo que no alcanzo a
entender es que se hagan concursos literarios (no es uno ni dos ni tres)
exclusivos para mujeres.
Hoy día puede haber tantas escritoras como escritores;
desconozco su número, pero desde luego no me resulta raro encontrarme con lo
uno o con lo otro. Si en algún ámbito no existe discriminación es precisamente
el literario, donde la excelencia se demuestra en soledad frente a una hoja en
blanco, se pinte uno los labios o se pase la maquinilla cada mañana. ¿Hay algún
escritor que no envidie el éxito de J.K. Rowling, la profundidad de Teresa de
Ávila o el manejo de situaciones de Jane Austen?
No puedo ni imaginar la que se armaría si un concurso
literario tuviese entre sus requisitos que los partícipes fueran “sólo hombres”;
no digamos ya si fuera financiado con dinero público. ¿Por qué entonces se
trata a las mujeres como menores, o como una débil especie que no puede medir
su capacidad literaria con un varón? Me parece que algunos defensores (y
defensoras) de las mujeres o no se enteran o les hacen un flaco favor.
Pues una mas de las contrariedades y paradojas de esta sociedad que no hay quien la entienda . Tú a lo tuyo que lo haces muy bien. Un abrazo
ResponderEliminarÁngelo, tienes razón, vivimos en una contradicción permanente. Un abrazo.
EliminarJeje, quise decir contradicciones. Contrariedades son las que me surgen para realizar mi viaje a tierras donde alguien me espera. A ver si las eludo.
EliminarMe parece que aún hay muchas cositas que arreglar en esta sociedad.
ResponderEliminarNo sé si lo conseguiremos algún día.
A este paso...
Un abrazo. Feliz domingo
Me parece que aún hay muchas cositas que arreglar en esta sociedad.
ResponderEliminarNo sé si lo conseguiremos algún día.
A este paso...
Un abrazo. Feliz domingo
Amalia, no sé si lo conseguiremos, pero que no sea por no intentarlo.
EliminarUn abrazo fuerte