domingo, 4 de julio de 2010

Dios, historia... nada



En 1305 era proclamado Papa Bertrand de Got que tomaría el nombre de Clemente V. A instancias de Felipe el Hermoso de Francia, trasladó la sede apostólica a Aviñón, y allí permanecería durante setenta años. Luego se produciría el Cisma de Occidente, que dividió a la Cristiandad desencadenando uno de los periodos más penosos de la historia de la Iglesia.

Sin entrar en la polémica desatada con este Cisma, el hecho es que los Papas de Aviñón previos al Cisma son sucesores indiscutibles de Pedro, como lo son León XIII, Juan XXIII o Benedicto XVI.

Dado que durante casi todo el siglo XIV Aviñón fue la residencia pontificia, allí se fue levantando la "segunda Roma", atrayendo a los mejores artistas, arquitectos, científicos... de Europa. Benedicto XII (1334-1342) comenzó la construcción del sin igual Palacio de lo Papas (hoy día Patrimonio de la Humanidad), que sería la sede de Clemente VI (1342-1352), Inocencio VI (1352-1362), Urbano V (1362-1370) y Gregorio XI (1370-1378) hasta la marcha de este último a Roma.

Durante la Revolución Francesa, Aviñón y Venaissin, que eran territorios papales, fueron anexionados por Francia, e inaugurando una práctica que se repetiría indefectiblemente en los procesos revolucionarios posteriores, los revolucionarios se dedicaron a saquear y profanar los edificios religiosos. Así, las tumbas de los Papas aviñoneses serían decapitadas. (Lamentablemente las decapitaciones no se limitaron a las estatuas de piedra).

Ahora Miquel Barceló presenta una exposición en el mismísimo Palacio de los Papas que pretende rememorar la que Picasso realizara en ese mismo lugar en 1970. Entre las obras expuestas por el artista mallorquín se encuentran una serie de máscaras de mounstruos que sustituyen a las cabezas decapitadas de los Papas.

No seré yo quien dude del talento artístico de Barceló, pero sí de la oportunidad de profanar un mausoleo. ¿Hasta qué punto hemos banalizado cualquier realidad trascendente e incluso meramente histórica?

Pretendemos que personas venidas de otras tierras en busca de una vida mejor respeten nuestros valores y nuestra cultura. Pero ¿qué valores?, ¿qué cultura? Es más, ¿qué entendemos por "respeto"?

A lo largo de los tiempos ha habido grupos o pueblos enteros que han derribado los símbolos religiosos de otras comunidades para alzar los propios. En el lugar del Templo de Jerusalén, Roma levantó otro dedicado a Júpiter; la Catedral de Santa Sofía fue transformada en mezquita; los ídolos donde los aztecas sacrificaban esclavos fueron derribados para alzar la cruz.

Nosotros, sin embargo, arrojamos insidia sobre nuestros lugares santos para erigir... la nada. La carcoma del vacío bajo el antifaz de la burla grosera.

Pero la naturaleza no tolera el vacío; de modo que esa "nada" será ocupada por lo primero que llegue.

Gran parte de Occidente pide a gritos su propia extinción, y se pone jubiloso a la faena de abrir su fosa para no dejar el menor rastro de su existencia.

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