sábado, 31 de agosto de 2024

Harold Raley, el sabio que no se dio importancia




Lo conocí personalmente en Sevilla, hace diez años, con motivo del congreso celebrado por el centenario del nacimiento de Julián Marías.

Harold Raley era ya entonces el discípulo vivo más reconocido de Marías. Sería largo de explicar lo que esto supone, así que dejo dos notas a modo de glosa: búsqueda de comprensión, e ir más allá.

En aquel viaje lo acompañaba su esposa, Vicky, toda una dama en el más noble sentido de la acepción: femenina, educada, cordial, amable, prudente, derrochaba señorío.

Si tuviera que destacar una sola de las muchas virtudes que adornaban a Raley sería la generosidad, de la cual, precisamente, brotaba su fecundidad.

No se daba la menor importancia. Aceptaba casi cualquier propuesta, por muy modesta e inadvertidad que fuera.

Pondré un ejemplo bien reciente. Un pequeño grupo de personas íbamos a hacer una videoconferencia con él con el propósito de comentar alguno de sus libros; Harold aceptó tomar parte en esta iniciativa, pero cambiando el objeto de nuestro coloquio por el de un libro de otra persona, de uno de los participantes. Lamentablemente su enfermedad nos impidió llevar a término este propósito.

Marías, a quien estudió y tradujo al inglés, destacaba su "altruísmo intelectual". Estaba dotado de una modestia infrecuente. Sabía escuchar, dejar que el otro hablara sin sentar él cátedra, buscando el valor de lo dicho.

Tuvo la paciencia de leerse alguno de mis libros y comentármelo por carta, además de obsequiarme con algunos de los suyos.

Era un hombre bueno, en el sentido lato de la palabra, que pasó, como dice el Evangelio, haciendo el bien.

Hace unos días me llegó la noticia de su fallecimiento, no por previsible menos dolorosa. Muchas veces recuerdo lo que escribió el apostol Santiago en su carta: "Porque el que no tiene misericordial será juzgado sin misericordia, pero la misericordial se ríe del juicio" (Santiago 2, 13). No me cabe duda de que el juicio será más que benévolo con Harol Raley.

Con sus libros a la vista mientras escribo estas líneas, sólo me cabe decir: Harold, gracias por todo. Que el Señor te sea propicio, te muestre su favor y te dé su paz. 

2 comentarios:

  1. No sabía que había muerto. Siento su pérfida como slgo personal. Cuando abandoné Facebook solo lo lamenté por no poder seguir su perfil más. Tu descripción me ha emocionado.

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    1. Te aseguro que era la bondad personificada. Gracias, Joaquín.

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