miércoles, 8 de enero de 2020

Decisiones de despacho. Tras las huellas de Hannah Arendt




Cuando encuentre tiempo y energía me gustaría hacer un vídeo sobre Eichmann en Jerusalén, de Hannah Arendt. Hasta entonces voy a compartir con quienes tenéis la amabilidad de dar vuelta por este blog un par de "conexiones" con otras lecturas.

La primera es en lo referente al "sacrificio" que los ejecutores de las matanzas debían realizar. Himmler, máximo responsable de las SS, alentaba a sus hombres en el aniquilamiento de su propia conciencia transmitiéndoles la idea de que estaban cumpliendo una misión histórica.


Estas son las batallas que las futuras generaciones no tendrán que librar». Se refería a las batallas contra las mujeres, los niños, los viejos y las «bocas improductivas»", aclara Arendt.

El Reichführer también les decía:


"Esta es una gloriosa página de nuestra historia que jamás había sido escrita y que no volverá a escribirse". ¿Y qué tenían que hacer para escribir esa página? "La orden de solucionar el problema judío es la más terrible orden que una organización podía jamás recibir". "Sabemos muy bien que lo que de vosotros esperamos es algo sobrehumano, esperamos que seáis sobrehumanamente inhumanos".

Vayámonos dos mil cuatrocientos años atrás. En Atenas gobiernan los treinta tiranos. Entre ellos sobresale Critias, tío de Platón. Como nos cuenta Jenofonte, quien probablemente tomó parte de aquellos hechos, Critias se dirige a la caballería para dar la orden de aniquilar a toda la población de Eleusis. Sus habitantes no están en guerra con Atenas, son familias, muchachos, mujeres, ancianos, que tienen la desgracia de vivir en un enclave del que el líder ateniense quiere apoderarse para garantizar la retaguardia. Para ello Critias urde un engaño. Les dice que van a hacer un censo y por ello deben salir por las puertas de la ciudad. Fuera esperará la caballería formada en dos filas e irá aniquilando uno tras otros a todos los que abandonen la población. La víspera Critias lanza un discursos a sus subordinados. Dice así:


"¡Amigos! Estamos preparando un nuevo orden, para nosotros y para vosotros. Por ello, como habéis tomado parte tanto de las ventajas como de los trabajos que ello implica, debéis también compartir los peligros. Los arrestados de Eleusis no tienen salvación: deben ser ejecutados. De esta forma vosotros compartiréis con nosotros los temores y las esperanzas".

Al igual que Himmler presenta como inevitable la necesidad de acabar con los judíos para traer un orden sublime, Critias habla del orden nuevo que vendrá de la mano de la aniquilación de los habitantes de Eleusis: "Los arrestados de Eleusis no tienen salvación". La fatalidad. No se puede cuestionar lo que precisamente desencadena toda la tragedia. La suerte está echada.


El otro apunte que quería hacer se refiere al tipo de crímenes que cometieron los promotores y diseñadores del genocidio nazi. Su delito es escurridizo como la serpiente, pues ellos no ejecutan. No ven a sus víctimas, ni su sangre les salpica. Actúan siempre desde la distancia cumpliendo órdenes. ¿Acaso se puede condenar a alguien por ser eficiente en el cumplimiento de su cometido?

Dice Eichmann durante el juicio:


"Ninguna relación tuve con la matanza de judíos. Jamás di muerte a un judío, ni a persona alguna, judía o no. Jamás he matado a un ser humano. Jamás di orden de matar a un judío o a persona no judía. Lo niego rotundamente".

Efectivamente, el cometido principal de Eichmann era la logística. El traslado de los cautivos a los campos de exterminio. A fin de cuentas él era sólo uno de los muchos engranajes de una maquinaria que él no había puesto en marcha.


Arendt ve con alivio que la sentencia condenatoria se acerque a le verdadera naturaleza de estos crímenes cuando dice:


"... en un delito tan enorme y complicado como el que nos ocupa, en el que participan muchos individuos, situados a distintos niveles, y en actividades de muy diversa naturaleza - planificadores, organizadores y ejecutores, cada cual según su rango-, de poco sirve emplear los conceptos comunes de instigación y consejo en la comisión de un delito. Estos delitos fueron cometidos en masa, no sólo en cuanto se refiere a las víctimas, sino también en lo concerniente al número de quienes perpetraron el delito, y la situación más o menos remota de muchos criminales en relación al que materialmente da muerte a la víctima nada significa, en cuanto a la medida de su responsabilidad. Por el contrario, en general, el grado de responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos del hombre que sostiene en sus manos el instrumento fatal".

Esta frase final en cursiva, tal y como está en el texto, tiene perfecta coherencia con el prefacio de un libro publicado durante la guerra mundial y escrito por C.S. Lewis. Me refiero a su famoso Cartas del diablo a su sobrino. En el mismo se dice entre otras cosas lo siguiente:


"Vivo en la Era del Dirigismo, en un mundo dominado por la Administración. El mayor mal no se hace ahora en aquellas «sórdidas guaridas de criminales» que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos de cuello de camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz".









9 comentarios:

  1. Gracias por compartirlo con nosotros. Tengo pendiente leer a Arendt.En esa horrible fortaleza de Lewis se ve gráficamente como decisiones de despacho pueden terminar en genocidio. EN Dracula me impresionó la frase de que la fuerza del vampiro reside en que nadie cree en ella....algo similar pasa con el mal....La responsabilidad siempre es de otros y todo se hace en nombre de grandes palabras.

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    1. Para arrancar con Arendt te recomiendo "Eichmann en Jerusalén". Yo empecé con "Los orígenes del Totalitarismo" y como inicio es un peso demasiado voluminoso.

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  2. Ya he conseguido Eichmann en Jerusalén. En acabando Los Apostólicos de Pérez Galdós me pongo a ello. Gracias

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  3. Lo más terrible de Eichmann es que era psicológicamente normal; no estaba loco, ni era un psicopáta, ni tenía un odio exacerbado contra los judíos. En su libro, Hanna Arendt dice que media docena de psiquiatras examinaron a Eichmann, llegando uno de ellos a la conclusión de que el ex coronel de las SS era más normal que él. Al parecer, Eichmann seguía a rajatabla el imperativo categórico de Kant en la versión nazi: “obra de tal manera que si Hitler te viera aprobara tu conducta.” Eichmann era hombre escrupuloso, cumplidor de la ley, y en todo caso, confesó, los remordimientos de conciencia le hubieran asaltado si no hubiera sido capaz de deportar en tiempo y forma a todos los judíos. “Mi culpa es mi obediencia”, sentenció ante los jueces de Jerusalén, estupefactos. Estaba felizmente casado y tenía varios hijos.

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    1. Precisamente lo más inquietante de Eichmann es ver reflejada en él nuestra propia condición. Yo creo que ahí está el aviso que nos da el libro de Arendt.

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    2. No era un monstruo, aunque sus crímenes lo fueran. Y tampoco parecía especialmente perturbado al contarlos ante el tribunal. Fue una fatalidad que él acabara siendo el encargado de llevar a los judíos a los hornos. Culpando al Estado, se esfuma la responsabilidad individual. Fui yo como pudo ser cualquiera. Eichmann se justificaba encogiéndose de hombros. Un compinche de Eichmann, nada menos que el comandante de Auschwitz Rudolf Hoess, escribió sus memorias antes de que lo ejecutaran en 1947. Cuenta tranquilamente cómo dirigió la mayor operación de asesinatos masivos que registra la historia: más de un millón de muertos. De manera objetiva, desapasionada, sin exaltarse. Las cosas fueron así, señores. También el inexorable Hoess era banal.

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  4. Impresionante lo que escribe Hanna Arendt, en la carrera tuve que leer bastantes cosas de ellas, creo que merece mucho la pena leerlo.
    Aunque yo ahora necesito cambiar el estilo de lectura, algo entretenido, jajajaja

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