sábado, 20 de octubre de 2018

Inhumano, demasiado inhumano



Estoy releyendo a Nietzsche. Tenía algunas cuentas pendientes con él y me había propuesto saldarlas. Tanto es así que he invertido un buen pellizco de mis ahorros en comprar sus obras completas, las de Tecnos, aparcando las que hasta ahora he venido utilizando por no resultarme fiables.

Pero me hace daño. Confieso que leerlo me hace daño. Su mensaje "liberador" no me da, sino que me quita; no me eleva, me despoja. Dinamita lo que había y señala un mundo nuevo, pero éste nace herido de muerte. Si Dios ha muerto, ya no hay palabras de vida eterna, sólo un gesto efímero, una mueca invisible, polvo, nada.

Nietzsche y la pos-ilustración se ponen a la faena de quitar máscaras pero tras ellas sólo aparecen seres desfigurados, informes.

Las formas han muerto, ¡viva el súper-amorfo!

¡Todo es mentira! Inventemos nuestras propias mentiras y serán buenas por ser nuestras. 

¿Nuestras? ¿Mías? ¿Y quién soy yo?

¡No! Una mentira es una mentira. Y el eterno retorno una sandez; con lo cual de él no se puede derivar principio moral alguno. ¿No te proclamabas anti-idealista? ¿No eras tú quien reprochaba el "como si" del imperativo categórico kantiano? ¿Cómo digerir entonces el "como si" todo fuera a repetirse, si eso realmente no va a suceder? No, no va a suceder pese a tus desesperados esfuerzos mesiánicos. Cada momento es único, irrepetible, un punto de inflexión. En eso Kierkegaard te llevó la delantera.

Casi un par de siglos antes de que Nietzsche naciera, escribía Pierre Bayle:

“… podría compararse a la filosofía con unos polvos tan corrosivos que, tras haber consumido las carnes purulentas de una llaga, roerían la carne viva y corroerían los huesos, horadándolos hasta los tuétanos. La filosofía refuta,  de entrada, los errores, mas, si no se  la detiene en ese punto, ataca las verdades, y, cuando se la deja campar a sus aires, llega tan lejos que uno no sabe hasta dónde ha llegado, ni sabe ya cómo detenerse".

El pensamiento pos-ilustrado actúa como la carcoma. Y cuando llega al hueso afirma: "esto es lo que estaba encubierto. No hay más. Calcio". ¿No ha olvidado que eso con lo que se ha encontrado estaba al servicio de lo que ha disuelto? ¿No se da cuenta de que los huesos existen para que cuerpo se yerga y se mueva, y viva?

Una libertad sin norte contenida en una pompa de jabón ignorada y a punto de desvanecerse; ¿es eso la vida?

De ser así, lloremos, porque como dice un personaje de Leyend: "Si la vida es sueño, temeréis el despertar".





2 comentarios:

  1. Nunca me atreví mucho con este autor. Me parece un poquito complicado.
    Tendría que leer algo más de su obra para poder comprender o poder opinar .
    Su forma de pensar es muy difícil.
    Un fuerte abrazo.

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    Respuestas
    1. El autor es duro. En ocasiones incluso brutal. O a mí me lo parece. Me da la sensación de que no te iba a gustar.

      Un gran abrazo para ti, Amalia.

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