miércoles, 25 de abril de 2018

Religiosas de Sigena: especie amenazada




Recuerdo la impresión que me produjo el Museo de Ciencias Naturales de Londres. Yo era un joven enamorado de la naturaleza y tenía la posibilidad de pasar un día entero entre los majestuosos muros de uno de los lugares con más variedad de especies del planeta. Hipopótamos, ciervos, elefantes, leones, gacelas disecadas... Un sinnúmero de vitrinas rebosantes de aves de todos los colores y tamaños, hieráticas, con sus ciegos ojos de cristal fijos en la nada. Era realmente deslumbrante. Pero lo que más impresionaba era que el templo de la ciencia de la vida estuviera henchido de animales muertos. Ninguno respiraba, ninguno parpadeaba, ni trinaba, ni saltaba, eran una carcasa hueca.

Paradójicamente hoy una de las mayores amenazas a los ecosistemas son los entusiastas de la naturaleza. Todo lo quieren ver, y sobre todo, grabar con su cámara. Nos sentimos con derecho a ello, sin importar que nuestra presencia contribuya a la desaparición de los mismos ejemplares que pretendemos contemplar.

¿Y a qué viene todo esto? Intentaré explicarme.

Recientemente han vuelto al Monasterio de Sigena una serie de piezas artísticas que traen a sus espaldas una prolongada controversia con la administración catalana; esto las ha hecho saltar a los titulares de las noticias una y otra vez, atrayendo el interés de los ciudadanos, que cada vez en mayor número se acercan hasta Sigena para conocer de primera mano el monasterio y esos objetos vetustos.

Lo que no es tan conocido es que el de Sigena es un monasterio "vivo" en el que las hermanas de la orden de Belén oran y laboran.

No hablamos de arqueología, sino de historia viva, de continuidad de vida monacal casi ininterrumpida desde el siglo XII. Nada de seres disecados -piedras muertas-, sino piedras vivas, movidas por el mismo espíritu que animó a su construcción y preservación hasta nuestros días.

Me consta que siendo una orden de clausura las hermanas vienen haciendo un gran esfuerzo por facilitar a los visitantes satisfacer su curiosidad. Han tenido que renunciar a parte de las instalaciones y organizar un sistema de visitas cada vez más amplio que las obliga a replegarse todavía más en el reducido espacio que tienen reservado para la clausura.

Sin embargo nada parece ser suficiente. Desde diversas instancias de la Administración cada vez se les pide más y más. Nada nos sacia, hasta el punto de preferir un vestigio fosilizado a una realidad viva, que más allá de las creencias de cada cual pone ante nuestros ojos el verdadero sentido de todo aquello, su "alma".

Temo que si persisten en convertir aquello en un museo las hermanas acaben por marcharse, pues desde luego su vocación no es ser figuras exóticas de un parque temático, sino algo que trasciende y eleva.

Como diría un célebre escritor, quienes pretenden que desaparezcan no saben lo que se hacen porque no saben lo que deshacen. Conviene no olvidar que no se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. Primeros principios: ¿para qué se hizo el monasterio de Sigena?





Fresco realizado por las Hermanas de Belén.

2 comentarios:

  1. Su esfuerzo debería de ser bien valorado.
    Sería una pena que se vieran obligadas a abandonar el Monasterio.
    No lo conozco pero, supongo, será muy interesante toda la obra que guarda.
    Un fuerte abrazo

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    1. En realidad, por avatares históricos, la obra ha estado en Cataluña hasta hace poco. Es por eso que se podría compatibilizar una exposición razonada fuera de la zona donde residen las monjas con un régimen de visitas moderado. El problema, me temo, es que no se entiende la palabra "moderado".

      Un abrazo grande para ti, Amalia.

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