martes, 26 de agosto de 2014
De la España alucinada y alucinante en tiempo de Velázquez
Ortega y Gasset tenía sentido del humor y gusto por la historia, no me cabe duda. De hecho, una de las lecturas más sabrosas de las que he disfrutado corresponde a su libro "Velázquez". En el mismo existe un apartado titulado"De la España alucinada y alucinante en tiempo de Velázquez" en el cual el filósofo recoge crónicas y anotaciones de diarios de aquella España impetuosa y peculiar.
Para muestra los siguientes botones:
- De Zaragoza no hay más novedad que habiendo predicado al Rey (Dios le guarde) el Padre Agustín de Castro, su Predicador, en un sermón de esta Quaresma, que convenía declarase su gracia en un valido que le descansase, y a quien todos acudiesen; S.M. antes de comer le envió decir, que otra vez no le predicase doctrina semejante, porque no le daría lugar a que lo hiciese muchas, y que aquello parase. -Madrid, 8 de marzo de 1644.
- Viernes quemaron en Alcalá al enamorado de su burra, y el mismo día vino aviso quedaba preso en las montañas otro que se echaba con una lechona. Como si no hubiera mujeres, tres al cuarto.
- Iban en un coche el Viernes Santo el Marqués de Villanueva del Río, Chinchón y Tabara y Fernandina. Quisieron romper el paso de la Huída a Egipto, y diéronles tantas pedradas que, si no escapan por pies, no quedara de ellos ninguno con vida, llevándose hacia allá cada uno a buena cuenta 4 ó 5 guigarrazos, y como iban con túnicas no los conocieron a ninguno.
- Paseaba en su coche el Duque de Alba y su hijo Villanueva del Río, y el Príncipe de Astillano, y D. Luis Ponce de la calle del Príncipe, y salpicó un caballo a un soldado que pasaba también con muchas galas. Metió mano; dióle al cochero una cuchillada de gran tamaño y apeándose los señores, embistió con ellos como un león, a quienes dieron tantas heridas ellos y la gente que llevaba consigo, que murió luego.
- Entre los agustinos y trinitarios ha habido en Salamanca grandes debates, llegando a las manos con los Mayores de sus religiones a bofetadas y coces en los actos públicos, sobre si quedó Adán imperfecto quitándole Dios la costilla, y si fue sólo carne con lo que llenó el hueco donde se le había quitado.
- Bacho el tramoyista, lunes, viniendo desde el Retiro a Madrid, se cayó muerto en el Prado. Debe de ir a hacer a la otra vida alguna comedia para San Juan, pues va tan de prisa.
- Entrando en San Felipe a las 12 horas del día para oír misa un hombre bien puesto, e hincándose de rodillas, dijo: ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento y María Virgen Santísima concebida con mancha de pecado original! A lo cual habiéndole dicho uno de los circunstantes que por qué decía disparates, respondió que no lo eran, tornándolo a decir segunda vez y añadiendo que lo sustentaría. Con tanto se levantó un alboroto en la iglesia, desenvainándose muchas espadas y tirando las mujeres de chapinazos al hereje; prendiéronle en el mismo instante, y lleváronle a la Inquisición ya herido.
domingo, 17 de agosto de 2014
De abogados, conejos y niños
Estaba con mis hijas de excursión y al hilo de nuestra conversación se me ocurrió contarles una anécdota que a su vez me narró a mí un notario.
Aquel notario, cuando se licenció en Derecho, comenzó ejerciendo de abogado, y su primer caso fue defender la titularidad de un cliente sobre ciertas tierras. En dichas tierras otro hombre había construido una moderna granja de conejos, pues sostenía a su vez que él era el verdadero propietario del terreno. El caso es que quien acabaría siendo notario venció el pleito, y el granjero se vio obligado a demoler la granja y abandonar aquellas tierras, quedando completamente arruinado.
Meses más tarde quien había ejercido de abogado se reencontró con su cliente y éste, como quien no quiere la cosa, le dejó caer:
- Por cierto, ¿recuerdas aquel juicio que ganamos sobre las tierras donde había una granja de conejos? Pues resulta que he encontrado unos papeles y he descubierto que el otro hombre tenía razón.
El abogado se quedó tan abatido que decidió colgar la toga y preparar oposiciones a notarías.
Después de contarles esta historia, pensaba que mis hijas se quedarían impresionadas sobre la injusticia que se había cometido con el granjero, pero entonces la de siete años con cara de verdadera preocupación me preguntó:
- Papá, ¿y qué pasó con los conejos?
¡¿Los conejos?! A mí en ningún momento se me habían pasado por la cabeza aquellos roedores. Adiós granjero, adiós notario, adiós moraleja... Estaba claro que la jerarquía de prioridades era otra.
Entre mis hijas hubo un intercambio de impresiones hasta que llegaron a la consoladora conclusión de que probablemente habrían acabado por soltar a los peludos animalitos. Yo, por mi parte, me sentí feliz de corroborar su buen corazón.
viernes, 15 de agosto de 2014
De la kipá a la Cruz
El libro engancha rápidamente porque es ágil, porque su autor se sincera con el lector desde el primer momento y explica sin alardes ni pretensiones su vida, una vida que buscando la autenticidad acabará por llevarlo al encuentro definitivo con Cristo y con su Iglesia.
Desde luego el camino no es fácil, para recorrerlo Jean-Marie, rabino ortodoxo, casado con una buena mujer tan rigorista o más que él, padre de una numerosa prole, se tiene que enfrentar a sus propios miedos, a las convicciones heredades y al riesgo de estigma en su comunidad, una comunidad poco abierta, entregada y legalista. Pero no sólo, también se topará con la falta de fe, de comprensión y con la torpeza de algunos cristianos.
Me parece un libro excelente, que se lee en un periquete (160 páginas con buena letra), que ayuda a entender lo que nos acerca y nos distancia del judaísmo y que hace bien al lector. Qué más se puede pedir. Yo, por mi parte, ya he quedado con una persona para dejárselo.
miércoles, 13 de agosto de 2014
Descubriendo la redondez del círculo
La economía se fundamenta en dos pilares:
1.- La administración de bienes escasos.
2.- La comprensión de que los bienes tienen un carácter instrumental y deben ser puestos al servicio de las personas.
Cuando se olvida uno de ellos, todo empieza a ir mal.
Hay quienes sostienen que la economía no debe tener cortapisas de ningún tipo. Todo es crecer, crecer y crecer y, de este modo, la riqueza acabará por alcanzar de forma natural a los más desfavorecidos. Al final lo que en verdad sucede es un efecto perverso en el cual las personas se convierten en instrumentos y los medios en fines.
Otros parecen creer que los recursos son infinitos, que basta con fabricar billetes (que no dejan de ser un medio de cambio) para que se pueda sufragar absolutamente todo. Y cuando han dilapidado a conciencia los caudales hasta agotarlos empiezan a buscar a los culpables y conspiradores causantes de que aquello no de más dé sí.
Resumiendo: La economía no debe perder de vista que está al servicio de las personas, y que por ser los bienes escasos y las necesidades muchas, debe priorizarlas y gestionarlas con prudencia. Digo.