martes, 10 de abril de 2012
Al Pacino y la madurez
El otro día una persona me pedía una definición de “madurez”. Definir no es tarea fácil. Parece que tenemos los conceptos claros, pero cuando hemos de acotarlos en palabras... ¡ay, madre!
Finalmente salió en mi auxilio y ella misma me la proporcionó: maduro es quien hace lo que debe, no lo que quiere. Ahí es nada.
Me parece muy acertada. Ortega otorgaba esta virtud al hombre noble, al “aristócrata”, que en su pensamiento nada tiene que ver con el heredero de un título, sino con lo que hoy se denomina con el anglicismo de “líder”. Puede haber un líder obrero, literario o deportivo, siempre en función de sus méritos.
Etimológicamente la aristocracia es el “gobierno de los mejores”. Cuando Alejandro Magno estaba a punto de morir y sus generales le preguntaron quién habría de sucederle, él respondió con un lacónico: “el mejor”.
De vez en cuando, en la vida nos encontramos en difíciles encrucijadas. Dos caminos se abren ante nosotros, uno tentador, cómodo, complaciente, cuenta con el aplauso general. El otro es el correcto, el auténtico, el justo, pero tiene un serio inconveniente que Al Pacino expresa de forma contundente en Esencia de mujer (Scent of a Woman): “es jodidamente duro”.
En estas encrucijadas es donde se mide la pasta de la que un hombre está hecho.
Dejo aquí EL ENLACE para ver una de las escenas finales de la citada película (dura 5 minutos, 12 segundos). Es el momento cumbre del largometraje.
Para situar al lector, comentar que el joven Charlie Simms ha sido llamado a declarar en una especie de juicio escolar con el fin de que delate a tres compañeros que han cometido de forma furtiva un acto de vandalismo contra el director. Si se presta a ello, el director lo recomendará para una beca en una prestigiosa universidad, de lo contrario, se arriesga a ser expulsado de la elitista Institución Berg en la que estudia.
Para sacar algún dinero, pues es un chico de clase humilde, durante el puente de Acción de Gracias Charlie ha estado haciendo de acompañante del teniente coronel retirado Frank Slade (Al Pacino). El oficial ha quedado ciego y está amargado, protagonizando, incluso, un intento de suicidio que Charlie consigue evitar. A la vuelta de ese puente es cuando se celebra el “juicio”. En el último momento el teniente coronel se presenta de forma inesperada, y ante la negativa de Charlie a hacer de chivato, interviene abogando en favor del muchacho. Es esa la escena que se reproduce en el enlace.
En esa escena quedan retratado el Director del Centro y el Padre del organizador de la fechoría. Habían dejado de ser los Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta que tanto estimaba Julián Marías, para retratar los Estados Unidos de las Malvinas que tanta preocupación y lástima le provocaron.
ResponderEliminarEstupenda película. También la he visto interpretada por Vittorio Gasman y, tanto él, como Al Pacino hacen unas interpretaciones excelentes. La vida es un reto que muchas veces nos pone en situaciones difíciles de resolver y sin saber qué camino tomar para acertar. Después dices eso de "si hubiera dicho, si hubiera hecho...". Pero hay que asumir las decisiones, aunque a veces cometamos errores. Es bonito hacer lo que debes y no lo que quieres,aunque cueste un poquito de sacrificio. Te mando un besote, Rafael.
ResponderEliminarHola, yo no he visto la peli, ni me sonaba el discurso. En cambio leí una vez una cita que decía: una persona ha madurado cuando ve un letrero de "recién pintado" y no lo toca para comprobarlo. Desde entonces ya no lo hago, pero ganas me quedan. Yo creo que una persona es madura cuando toma sus decisiones libremente y luego es consecuente con esas decisiones. Un abrazo. Fernando.
ResponderEliminarMuy buena película, la vi hace mucho.
ResponderEliminarY de la madurez, pues es muy cierta tu definición, muy en sintonía con la tradición de las virtudes. Si se la lee con sentido kantiano, la cosa pierde (en mi opinión).
¡Feliz Pascua!
Maduro es quien hace lo que no quiere,gusta o apetece como se debe...
ResponderEliminarRezo por los inmaduros...
Abrazos desde el caos anacoreta...
Por cierto: conoces a mi primo-hermano (político)...
Fantástica la escena reseñada, recuerdo que cuando vi la película, hace ya bastante tiempo, me impactó y aún hoy la recuerdo perfectamente. Por algo será.
EliminarManuel, además lo bueno es que recoge valores universales, como la lealtad, la veracidad, la honestidad... Está muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo (que envidia esa foto moscovita)
Amalia, esa es otra cuestión no menos importante: ¿qué es lo debido? Tela marinera.
Fernando, anda, di la verdad; tú ves un letrero de "recién pintado" y firmas el banco o la pared para que parezca que es una obra tuya y luego montas una exposición ;D Un abrazo, artista.
Mora Fandos, pobre Kant, con el meticuloso sentido del orden prusiano que tenía, qué diría si viera su ciudad con otro nombre y ondeando en ella la bandera rusa. Feliz Pascua para ti también.
JA Manonegra, el otro día me dijo que era tu primo-hermano (político), no tenía ni idea. Pues es muy majo y, además, muy formal en su trabajo, cosa que en su sector es harto infrecuente.
Un abrazo desde el orden comunitario.
Tracy, a mí esta escena es la que más me gusta. Claro que para que se comprenda bien hay que ver el resto de la película. Un abrazo.
Esa frase, "Madurar es dejar de hacer lo que quiero para hacer lo que debo", preside uno de los costados de mi aula. De vez en cuando la señalo con el dedo cuando miro a alguno de mis alumnos a los ojos.
ResponderEliminarPues yo le daría un avuelta de tuerca más, ya que eso de siempre no hacer lo que uno quiere, sería una frustración tremenda. Y uno como que dejaría de tener personalidad propia.
ResponderEliminarYo más bien diría que madurar es llegar a tal grado de "sabiduría", "saber estar", "conocimiento" (perdón por el abuso de la comillas) y "reflexión de la situación, que hace coincidir lo que uno quiere, con lo que debe realmente hacer. Y claro, no al reves. No si se mi exploqui...
Pepe Boza, ¡¡¡plagio!!! (Me impresionó tu artículo y el del suplemento que enlazabas sobre la cosificación de las modelos. Traté de poner un comentario pero la patata con teclas que tengo me capa todo). Un abrazo.
ResponderEliminarPaco Principiante, te explicas muy bien: madurar es llegar a querer lo que se debe. Ahí es nada. Es lo que hacen los santos ¡y menudo camino de piedras! Se recorre muriendo a uno mismo una y mil veces, con lo cual, paradójicamente, volvemos al punto de partida: hacer lo que se debe, no lo que se quiere.
Te comento aquí tu entrada de hoy porque me es imposible entrar ya que se queda en blanco la página, no sé qué puede pasar.
EliminarLlevas razón en lo difícil que resulta hacer literatura infantil, así es que tomo nota de ésta, me fío de ti.
Me gusta esta peli. Muy bueno el final, y encantador el momento en el que bailan un tango¡
ResponderEliminarTracy, la informática para mí es un arcano, todo lo relacionado con ella me es un absoluto misterio. Te agradezco la confianza, con Kika Superbruja estoy convencido de que no te sentirás defraudada. Un abrazo.
ResponderEliminarMiriam, la escena del tango se ha hecho legendaria. Tengo entendido que Al Pacino recibió clases bastante intensas para poder interpretarla. Qué música más bonita.
Buenos días Rafael. Recuerdo la película y coincido contigo. Además en la línea del Club de los poetas muertos creo que se pone el dedo en la llaga, propio del tiempo, al denunciar una forma de enseñar que domestica más que educa. Seguramente en casa necesitas complementar la educación de tus niñas y también desactivar algunos explosivos con que muchos 'maestros' cargan a la espalda de sus pupilos.un abrazo.
ResponderEliminar