viernes, 4 de noviembre de 2011
La ciudad no es para mí
Camino al trabajo paso junto al castillo de la Aljafería. Un pequeño parque lo rodea. Hay una urraca posada en una rama cercana, me detengo a mirarla y sale volando. Está claro que no sólo los humanos nos sentimos incómodos ante las miradas ajenas. Unos pasos más adelante se repite la situación con una paloma torcaz y con un estornino. ¿No queréis nada conmigo? Me paro a escuchar el trinar de decenas de pajarillos que saludan la mañana.
He de continuar o llegaré tarde. Conforme me interno por las calles siento que un monstruo gris me está engullendo. Cemento y ladrillo renegridos por el humo. Gentes que caminan con prisa. Ruido de coches.
Esto no es humano, definitivamente. Y me empiezo a preguntar por qué hemos renunciado a la naturaleza. Por qué hemos llegado a la conclusión de que nos es ajena, si a fin de cuentas formamos parte de ella.
“Arquitectura funcional”, así llaman a ese tipo de construcción lisa, hormigonada, quizá acristalada, fría, sin artificios ni figuras. Mi mujer me ha explicado más de una vez que el arte abstracto tiene su sitio en este tipo de construcciones. Probablemente tenga razón. Lo que no acabo de ver es que los hombres tengamos lugar en ellas. Ni siquiera se admite la naturaleza como representación: una flor, un animal, un árbol, siquiera un rostro. Sólo manchas, trazos inconexos, vacío.
Llego al trabajo. Pensativo. Apesadumbrado. Me siento un extraño en mi ciudad. Un prisionero tal vez. Algo hemos hecho mal, en algún momento. El hombre no es la medida de todas las cosas, ya no, sólo su aniquilador.
De acuerdo. Cada vez el hombre cuida menos el medio ambiente, al fin y al cabo lo que has descrito y mostrado en fotos, ese nubarrón gris que nos engulle y que daña nuestra salud no es más, según dicen los entendidos, consecuencia del progreso, pero ¿que me dices de las playas llenas de botellas vacías, papeles, latas, bolsas de plástico, por no hacer mención a "otros objetos", y que pasan los días y nadie lo recoge porque los ayuntamientos han reducido gastos y donde antes había 3 empleados ahora solo hay medio?.
ResponderEliminarEducación primero, es lo que se necesita en este país para después tomar otro tipo de medidas.
Un abrazo amigo y genial tu denuncia, como siempre.
Igual que tú, la ciudad tampoco es para mí. No la soporto, y cuando no tengo más remedio que ir, por algún motivo, vuelvo de mal humor y enferma.
ResponderEliminarEl hombre es el mayor enemigo del hombre.
Gracias a Dios piso césped y estoy rodeada de pájaros y árboles. Una auténtica delicia.
Un abrazo y feliz día
Buenos días Rafael. Lo que es inhumano es esa cantidad de semáforos y sus correspondientes programaciones que tenéis en Zaragoza, desesperante arrancar y parar, aparcar, en el siguiente cruce hasta lograr llegar. En Pamplona procuro ir andando, tenemos aquí la enorme suerte de contar con la ciudadela y multitud de parques y jardines en los ensanches hasta llegar al casco viejo habitado por fieras salvajes, ratas y todo tipo de seres extraños motivo por el que procuro evitarlo, los pajarillos pamplonicas a las 4 de la mañana ya están gorjeando laudes. ¿Prefieres una sucursal por la provincia? Un abrazo.
ResponderEliminarSi al menos tuviésemos mar...
ResponderEliminarAbrazos y nos vemos mañana Dios mediante.
Lo que hemos hecho mal es el urbanismo. No sé si solo está en manos de técnicos en estructuras de hormigón. De todas maneras, un buen arquitecto debería entender lo que la sociedad necesita. Si además hay sociólogos y psicólogos opinando, no se entiende que hayan dado tan poco en el clavo.
ResponderEliminarLa ciudad es el mal menor. Si por lo menos las personas llenan el vacío que se siente en la ciudad, ya importa menos.
ResponderEliminarDesde pequeño he vivido a caballo entre mi pueblo (fines de semana y vacaciones) y una ciudad de tamaño medio, y ahora sigo igual sólo que al revés, trabajo en pueblo y fines de semana en la ciudad. Tengo que decir que encuentro un equilibrio y me gusta. Quizá porque no tengo más remedio, quizá porque estoy acostumbrado, aunque más bien debe ser por las personas que tengo a mi alrededor en ambos sitios.
un saludo
sultán andaluz
TE INVITO A QUE VENGAS A JAEN SEGURO QUE TE GUSTARA, ES PEQUEÑA Y TODO ESTA A MANO,UN ABRAZO Y FELIZ FIN DE SEMANA
ResponderEliminarChus, verdaderamente parecemos la termita. Por donde pasamos los humanos, dejamos huella. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarCapuchino, ¡qué envidia!
NIP, tienes más razón que un santo. El que programó los semáforos debe querer que transitemos en punto muerto. Otro abrazo.
JA Manonegra, me lo pasé genial.
Fran, me temo que muchos arquitectos o han olvidado que construyen para personas o desconocen qué es ser persona. Gracias.
Sultán andaluz, tú si que te lo montas bien. Otro saludo para ti.
Miguel de la T.P., ¡me apunto! Gracias y un abrazo.
¡Qué razón tienes, Rafael!... Zaragoza -como tantas otras ciudades- se ha convertido en una inmensa masa gris. El cemento ha ganado la batalla. Cuando empezaron a lanzar los carriles-bici con sus "estaciones" pensé con esperanza que era el inicio de un cambio: una Zaragoza-verde -ya que no tiene el encanto del mar ni un clima favorable, al menos que dé gusto pasear por ella-. Me equivoqué. Perdimos la oportunidad de hacer de Zaragoza una ciudad sostenible, verde, habitable. El ayuntamiento y sus macro-obras, ha conseguido que Zaragoza sea intransitable y más gris todavía. ¡Una pena!. La ciudad tampoco es para mí, definitivamente. Un abrazo.
ResponderEliminarPolizón relee tu último post.
ResponderEliminarUn abrazo