Querido Cyrano:
Anoche estuve contigo, y tu compañía me salvó, una vez más, de caer en el hastío y el pesimismo. Oírte hablar, gustar tus versos, constatar tu valor; ¡qué grandes gestos!
Por unos instantes tu presencia acalló los graznidos de los que gobiernan, dictaminan, se encaraman en sus puestos; pregonan en sus estrados, y se glorian de lo abyecto.
Cómo palpitaban tus palabras en mi pecho, ensanchado por tu aliento, con un punto de estremecimiento.
Hoy quisiera hacerme eco de aquellos vigorosos versos donde rehusas prebendas, mercedes, riquezas, premios.
Bien pudieran esculpirlas en recias letras de acero, como reproche a mi tiempo, como brújula y deseo de que sirvan a los hombres y sonrojen a los necios:
"¿Y qué tengo que hacer?Gracias por este credo, Cyrano. Por siempre te sean dadas.
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo, y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo buscando en casa ajena protección y refuerzo, trepar con artimañas, en vez de con esfuerzo?
No, gracias.
¿Ser esclavo, como tantos lo son, de algún hombre importante? ¿Servirle de bufón con la vil pretensión de que algún verso mío dibuje una sonrisa en su rostro sombrío?
No, gracias.
¿O tragarme cada mañana un sapo, llevar el pecho hundido, la ropa hecha un harapo de tanto arrodillarme con aire servicial?
¿Sobrevivir a expensas de mi espina dorsal?
No, gracias.
¿Ser como ésos que veis a Dios rogando –oh, hipócritas malditos– y el mazo dando? ¿Y que, con la esperanza de alguna sinecura, atufan con incienso a quien se les procura?
No gracias.
¿Arrastrarme de salón en salón hasta verme perdido en mi propia ambición? ¿O navegar con remos hechos de madrigales y, por viento, el suspiro de doncellas banales?
No gracias.
¿Publicar poniendo yo el dinero de mi propio bolsillo?
Muchas gracias, no quiero.
¿Hacerme nombrar papa en esas chirigotas que en los cafés celebran, reunidos, los idiotas?
No gracias.
¿Desvivirme para forjarme un nombre que tenga el endiosado lo que no tiene de hombre?
No, gracias.
¿Afiliarme a un club de marionetas? ¿Querer a toda costa salir en las gacetas? ¿Y decirme a mí mismo: no hay nada que me importe con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?
No, gracias.
¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde? ¿Tener con mil visitas ocupada la tarde? ¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?
No gracias, compañero.
La respuesta es: no gracias.
Cantar, soñar, en cambio. Estar solo, ser libre.
Que mis ojos destellen y mi garganta vibre.
Ponerme, si me place, el sombrero al revés,
batirme por capricho o hacer un entremés.
Trabajar sin afán de gloria o de fortuna.
Imaginar que marcho a conquistar la Luna.
No escribir nunca nada que no rime conmigo y
decirme, modesto:
ah, mi pequeño amigo, que te basten las hojas, las flores
y las frutas, siempre que en tu jardín sea donde las recojas.
Y si por suerte un día logras la gloria así,
no habrás de darle al César lo que
él no te dio a ti.
Que a tu mérito debas tu ventura, no a medra,
y en resumen, que haciendo lo que no hace la hiedra,
aun cuando te faltare la robustez del roble,
lo que pierdas de grande, no te falte de noble."
Rafael
"QUE TE BASTEN LAS FLORES, LAS HOJAS Y LAS FRUTAS..."
ResponderEliminarQUÉ ALEGRÍA ME HA DADO ESTE BLOG TUYO, CYRANO ES UNO DE MIS PERSONAJES FAVORITOS, NO ME HUBIERA COSTADO NADA, PERO NADA, NADA, ENAMORARME DE ÉL.
Agradezco mucho tus comentarios porque así he podido llegar a tu blog, me encanta y te sigo.
un beso
Ha sido muy agradable entrar aquí y encontrarse con este párrafo de la obra de Rostand, toda una declaración de principios que no está mal recordar de vez en cuando y que se resume en una palabra: Honestidad... consigo mismo primero, de ahí se deriva el resto... Muchas gracias.
ResponderEliminarCon respecto a la foto, a mi entender, Gérard Depardieu bordo el personaje en la versión cinematográfica que protagonizo.
PD: Gracias por las palabras que has dejado en mi espacio.Muchas gracias
Hola Rafael, desde que encontré tu blog no me pierdo una entrada tuya, me parecen muy buenas. Muchas gracias por tus comentarios en el blog de Cristina. Un abrazo. Fernando.
ResponderEliminarMuchas gracias, Militos. Sé bienvenida. (Por cierto, seguro que Cyrano no te habría quitado ojo).
ResponderEliminarGran Visigoda, estoy de acuerdo contigo. Hasta el punto de que desde aquella película el rostro de Cyrano es Depardieu.
Fernando, me hizo mucha gracia ver que nombrabas al cheff Gordon. Prácticamente no veo la televisión, pero el de Gordon es el único que durante un tiempo he seguido. Es como Atila, pero con un sexto sentido para detectar los puntos de mejora en los restaurantes.
Hola Rafael: Vigorosos y muy frescos versos. Hay un espacio sagrado en el hombre, en el que ciertamente todos somos iguales,saber llegar, escuchar, tocar, hablar y estar en él consagra ese conocimiento volviéndolo intemporal.
ResponderEliminarTe diré que en mis días cotidianos
ResponderEliminarcuando me amarga un dulce o me roza un villano
o tengo que nadar contracorriente
recuerdo este pasaje y entre dientes
repito ese ¡No gracias! de Cyrano.
NIP, tengo la impresión de que, efectivamente, los valores que exalta Cyrano son comprensibles para todo hombre en todo tiempo y en cualquier lugar. A mí desde luego me resultan conmovedores.
ResponderEliminarPepe, por lo que me dices y sé de ti, por fortuna ninguno de tus días son cotidianos. Precisamente por eso tienes tan presentes los versos de Cyrano. (Nos vemos pronto).
Me hubiera encantado conocerle, ser su amiga, escucharle hablar bajo la luna, caminar asu lado y disfrutar de su compañía, no importa si no me mirace con tan solo su presencia que algría sentiría y en un duelo observarle y aunque no soy poeta, le hablaría con el corazón dándole las gracias por ser quien es sin imatar a los demás, por no ser hipócrita ni decir verdades a medias y tener el valor de decir lo que siente y pelear por lo que es correcto, ojalá lo tuviera enfrente y poder decirle lo que siento, ojalá lo tuviera enfrente aunque fuera solo por un momento...
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