martes, 27 de julio de 2010

En vacaciones, déjate sorprender


Cuando echo la vista atrás me doy cuenta de que los mejores momentos de mi vida se han dado de manera imprevista, no programada. Por ejemplo las vacaciones de mi infancia, en el pueblo de la familia de mi padre. Apenas llegábamos, desaparecía para no dar señales de vida hasta las horas de las comidas, ¡y eso a lo largo de todo el mes de agosto! Llevaba una vida asilvestrada, sin horarios ni planes. Siempre con los amigos, íbamos a las eras, al río (normalmente seco), a la Virgen de la Sierra, al castillo, o a casa de alguno de la cuadrilla. Por cierto, en aquel entonces las casas estaban siempre abiertas. Uno asomaba la cabeza por la puerta y gritaba: "¿está Fulano?" Y la voz de la madre respondía lejana: "Se está echando la siesta". "¡Vale! Volvemos luego".

Entre los veranos que recuerdo con mayor nostalgia está el que siguió al primer curso de carrera. Por "circunstancias académicas" (qué bien vienen los eufemismos) tuve que quedarme en Zaragoza mientras mis padres marchaban al pueblo. La perspectiva no podía ser más aciaga: libros, soledad, calor... Pero, ¡cha chan! Hete aquí que un amigo se hizo socorrista y lo contrataron en la piscina de un pueblo cercano. Para compartir su buena fortuna me invitó a las fiestas del lugar, y ya no salí de allí en todo el verano. No vi los rascacielos de Nueva York, ni me haciné entre sombrillas en la playa, ni trepé como las cabras por los montes... ¡pero me lo pase! Y, sobre todo, hice unos amigos formidables.
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Quiero compartir contigo esta recomendación para las próximas vacaciones (o las que tal vez ya estás disfrutando, o las que llegarán al año que viene): déjate sorprender. Olvídate de planes detallados y saborea cada momento, cada amistad, cada paisaje, cada suceso imprevisto. Yo, por mi parte, me despido durante unos cuantos días y dejo descansar el teclado para sumergirme en nuevas experiencias y compartir el tiempo y la presencia con la familia y los amigos.
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¡Hasta la vuelta!

2 comentarios:

  1. Tus recuerdos me han traído los míos… ¡qué bonitas vacaciones las de la infancia!.. imagino que nuestra mente infantil era la que siempre se dejaba sorprender. ¡Que así siga siendo! Muy felices vacaciones, Rafael, y que las disfrutes mucho con tu familia. Un abrazo y hasta la vuelta.

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  2. Muchísimas gracias. El mundo se renueva todos los días y nosotros tendemos a petrificarnos. Ojalá sepa recuperar esa capacidad de asombro de los niñso. ¡Hasta la vuelta, Teresa!

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