miércoles, 21 de julio de 2010

Carta a Friedrich


Querido Friedrich:

Las cosas no han resultado como nos anunciaste. Algo ha salido mal. Tras los leones no vinieron los niños, sino las hienas y los chacales, siguiendo el hedor de la sangre. No hay inocencia, sólo indiferencia y muerte.

Los dioses fueron barridos de los cielos; pero los buitres han ocupado su lugar. Ahora describen círculos escrutando cada rincón en busca del menor atisbo de vida.

Cumplimos fielmente tus normas: “los débiles y malogrados deben perecer: artículo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se los debe ayudar a perecer”. Mas en vez de erradicar la debilidad, esta se ha expandido como una plaga sobre un mar de cadáveres. El más pequeño soplo resquebraja a los hombres, que temblorosos y confusos, huyen en desbandada, como un rebaño de ovejas asustadas.

¿No deberían reinar los señores, los amos de la vida? ¿Por qué entonces se proscribe a los arrojados y se ensalza la locura y el suicidio?

Friedrich, ¿qué ha fallado? Cumplimos tus mandatos y en lugar de alcanzar cumbres nos hallados sumidos en abismos.

¿Acaso no enterramos a Dios bajo enormes losas de desprecio y soberbia? ¿Es que no nos entregamos a nuestros instintos y desterramos cualquier referencia moral? ¿No sostuvimos que la voluntad había devorado a la verdad? ¿Por qué proclamamos la vida y sólo alumbramos muerte?

Friedrich, las cosas no han resultado como nos anunciaste.

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