martes, 1 de junio de 2010
Preguntas sin respuesta
- Papá, ¿y mataron a muchos niños?
- ¡Oh, sí, ya lo creo! Cientos, miles, millones. Había clínicas que se dedicaban sólo a eso.
- Debió ser terrible.
- Bueno, claro. Lo fue.
- ¿Y tú que hiciste?
- ¿Yo? Eso era cosa de los políticos.
- Pero la gente acudía a aquellos sitios para que mataran a sus hijos, ¿no? Eso quiere decir que todos sabían dónde estaban, quiénes iban, qué pasaba.
- Imagino.
- Papá, ¿imaginas o lo sabes?
- Lo sé.
- Entonces contéstame, por favor. ¿Tú qué hiciste?
- Estaba ocupado con otras cosas.
- ¿Qué cosas?
- Ahora no recuerdo.
- ¿Y todos aquellos niños?
- ¿Cómo iba a poder yo salvarlos?
- A todos no, pero al menos a uno. ¿Salvaste a uno?
Papá, ¿por qué te callas? Anda, mírame por favor. ¿He hecho algo malo, papá? Es sólo que no entiendo; de verdad. ¿Cómo pudo pasar aquello? Explícamelo otra vez.
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