miércoles, 11 de mayo de 2022

Un reencuentro en la distancia con Fernando de Felipe




Hacía unas caricaturas geniales. Todavía recuerdo la de un astronauta enfundado en su traje rascándose un pie descalzo con cara de alivio. Él debía tener unos quince o dieciséis años, de modo que yo andaría por los doce.



 


Tiempo después, cuando él andaba por los diecisiete (año 1982), comenzó a publicar en el suplemento dominical de Heraldo de Aragón la serie Los domingueros de la galaxia. La protagonizaba un equipo militar espacial al que le sucedían las más hilarantes aventuras. Las viñetas estaban salpicadas de guiños a distintas obras de ciencia ficción, como La Guerra de las Galaxias o los relatos de Ray Bradbury. La saga se transformaría en Crónicas Murcianas y, posteriormente, en En busca de la parca perdida, contando con los mismos protagonistas (el capitán Armando Guerra, J.J., Mamancio Remongol…).




Improvisadamente cesaron aquellas historias. Fernando de Felipe había ascendido a la primera división y comenzaba a ilustrar para revistas especializadas y libros de cómics. Fue precisamente entonces, cuando se daba a conocer al gran público, que yo le perdí el rastro.

 

Hace unos días descubrí una entrevista que le habían hecho en Youtube. Contaban cómo en los noventa había llegado a ser uno de los referentes del cómic español, hasta que un día, al estilo de los Héroes del Silencio, dijo: “hasta aquí”, y fuese; no a la nada, sino al mundo de la guionización cinematográfica y la formación en dicha disciplina, labor en la que se ha desempeñado los últimos lustros. Casi al final de la entrevista anunciaba una reedición de sus libros ampliada con bocetos y comentarios.

 

Aquel reencuentro virtual me animó a comprar un par de sus “clásicos”; en concreto la versión ilustrada de El hombre que ríe (inspirada en la obra de Víctor Hugo), y S.O.U.L. En ese y en otros foros todo eran parabienes con respecto a su labor como ilustrador de cómics; dadas sus innegables dotes, no era de extrañar. Pero tan pronto los tuve en mis manos me encontré con unas ilustraciones grotescas, que mostraban personajes degradados habitando un mundo desesperanzado. ¿Se trataba de un estímulo del sentido crítico? Tal vez, pero en actitud de demolición.




Hay destreza ilustrativa, sin duda, pero no belleza, y en la medida en que ésta existe está amordazada por lo tenebroso y lo abyecto.


Pensé en el prestigio que tiene lo oscuro, el catastrofismo, lo negativo; en las inmensas posibilidades que tenía (y confío en que aún tenga) Fernando de Felipe, y en el camino que escogió y que tantos aplausos le han valido, todo hay que decirlo.




Quien escribe, ilustra, exhibe, estimula un tipo de mirada en el otro, pero qué clase de mirada ofrecen estas historias. Es el asco por un mundo que parece corrompido de raíz, en la que no se atisba un hálito de esperanza.


Le deseo grandes éxitos, pero por encima de todo, espero que sea capaz de engendrar y compartir luz. "Licht! Mehr licht!", fueron las últimas palabras de Goethe antes de morir. Esa debería ser la consigna: ¡Luz! ¡Más luz!

3 comentarios:

  1. El "feismo" ha hecho mucho daño al cine, la literatura, el comic....sobretodo para quienes no compartimos esa visión de la realidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es así. Históricamente el arte ha consistido en una búsqueda de la belleza. Claro que también tenía un elemento de comprensión del mundo que ahora es visto en muchos casos como algo putrefacto. Un saludo, Joaquín

      Eliminar
  2. Una pena. Pero casi siempre todo cambia a peor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar